Desde su nacimiento hasta que se le termina la vida, cada persona vive expuesta a las radiaciones emanadas desde el Sol, la Tierra y, principalmente, desde fuentes radiactivas y equipos médicos e industriales muy diversos. La suma de las radiaciones recibidas por el cuerpo se acumula, y comporta un riesgo estratégico para la salud. El riesgo es mínimo, pero la categoría de la enfermedad que produzca, si sucede, es siempre catastrófica. En ese sentido, conscientes de su silenciosa letalidad y del desconocimiento técnico del público sobre esas ciencias, los estados han optado por forjar capacidades técnicas para la aplicación de las radiaciones de manera segura.
Con ese propósito, la Comisión Nacional de Energía (CNE), a través de su Dirección Nuclear, inició el pasado martes 26 de febrero el “Primer Curso de Especialización en Protección Radiológica” con una duración de 154 horas durante seis (6) meses de clases teóricas, prácticas y visitas de observación a centros médicos y empresas diversas que utilizan fuentes y equipos emisores de radiaciones ionizantes.
Cuando hablamos de radiaciones ionizantes nos referimos a rayos X que se utilizan en radiología clínica y también los potentes rayos generados por los casi 20 aceleradores lineales instalados en servicios de radioterapia del cáncer en el país.
Son también ionizantes los rayos gamma producidos por radiofármacos usados en medicina nuclear para gammagrafía, en braquiterapia de cáncer ginecologico con fuentes de Iridio-192, o de “semillas” de Yodo 125 “sembradas” en la próstata, o de fuentes de Cesio, Cobalto y otras utilizadas en minería, ensayos industriales o de construcción civil y otras áreas.
El curso procura formar, con adecuada profundidad y amplitud, el personal técnico nacional, del Estado y del sector privado, que tiene bajo su responsabilidad garantizar la aplicación segura de las fuentes de radiaciones referidas. Aparte la medicina, minería o industrias, esas fuentes también se utilizan en aeropuertos, puertos, aduanas e investigación y docencia universitarias.
La protección radiológica estudia y desarrolla los procedimientos y procesos necesarios para garantizar efectos nocivos mínimos o nulos para los individuos y el medio ambiente como consecuencia del uso pacífico de la energía nuclear en general y también de equipos emisores de radiación.
Tampoco debemos ignorar que la Republica Dominicana, con tan relajada frontera y débiles controles en los puntos de accesos aéreos y portuarios, está también expuesta al ingreso y tránsito de materiales radiactivos para cualquier insano propósito ulterior.
Por todas esas razones, es necesario formar técnicos nacionales sobre los aspectos normativos, legales y tecnológicos (física de radiaciones, ingeniería de blindajes y efectos biológicos) relacionados con el uso responsable de las radiaciones ionizantes, que es, precisamente, la misión de la protección radiológica.
Esta es, en resumen, una pura responsabilidad de Estado, que la CNE cumple y enriquece con esta feliz iniciativa. Merecen felicitaciones, entre otros, el presidente de la CNE, Ángel Canó, y el ingeniero Luis Morilla, director nuclear.