En una democracia parlamentaria, en la que el Congreso decide el gobierno, es posible un Ejecutivo de coalición, en el que, así el programa como la composición de aquel, resultan de entendimientos entre distintas fuerzas; si es que una de estas no dispone de los votos necesarios para decidirlo.
Por lo general, en las democracias parlamentarias se precisa de una mayoría calificada para que un partido pueda constituir gobierno. Si no dispone de esta mayoria, entonces debe procurar alianzas para sumar los votos que le permitan hacerlo.
Y en esta alianza entra el programa y la composición de gobierno.
Si un partido, caso el de PODEMOS en España, tiene votos suficientes en el Congreso para facilitar constituir gobierno, o caso contrario, cerrar esa posibilidad; entonces puede proponerse hacer parte de este, e influir en el contenido en las políticas públicas que habrá de ponerse en práctica. Porque su fuerza se lo permite, en el marco del régimen parlamentario.
En tal democracia, un solo voto denun diputado puede a veces ser determinante, y de tal manera, su valor se multiplica por mucho.
Pero en un régimen presidencialista, como es el dominicano, en el que el partido y candidato que ganan las elecciones lo determinan todo, el gobierno de Coalición es cosa harto difícil. Dependerá de las cualidades del primer mandatario, o de las circunstancias en que asuma el poder.
O de las dos.
En la República Dominicana, dicho sea otra vez, con un régimen presidencialista, no hay cultura, ni instituciones, para contrapesos de distintas fuerzas en el gobierno; a fin de garantizar contenidos y eficacia en las políticas públicas, y además suele ocurrir que el partido ganador se asume con el derecho absoluto de copar las posiciones públicas.
Una circunstancia a tomar en cuenta en este momento, además; es que las bases del PRM tienen 16 años fuera del poder, y asumen que si ganaron, les corresponde un cargo o empleo en el gobierno. Lo que aparezca es para ellas.
Y a esto se suma el hecho de que tanto en ayuntamientos, como en el gobierno central, el PLD le dejó al PRM un terreno minado; con miles y miles de correligionarios peledeistas metidos en la carrera pública administrativa.
En contexto tal, se debe saber muy bien en torno a qué se pactan Coaliciones. La política, y los objetivos políticos, siempre serán el punto de partida. Esto debe ser siempre lo esencial.
Los marxistas leninistas consecuentes siempre hemos asumido en estas cuestiones la vieja divisa, según la cual, "la política es el punto de partida".