Al hombre lobo le han brotado alas

y vuela sobre el Mar Caribeño

hasta tu cuarto en Santo Domingo.

 

Necesita alimentarse, sacarte

del quicio, hacerte sudar en simpatía.

Pero primero tiene que quitarse

 

su sombrero y tirar unas azucenas

de su manga, y girarse sobre

una moneda sin mudar una ceja

 

diciendo desde el instante

que aterriza en el antepecho

que necesita resolver su soledad,

 

y no puede seguir viviendo

volando de pais en pais,

que aun animales compuestos

 

como él de dos especies

distintas merecen satisfacer

los deseos básicos, lo que

 

le toca resolver a todo

gobierno incluyendo

aquél de los sentidos.