“… Esto significa que las políticas deben recuperar el propósito público, de modo que su fin sea generar beneficios tangibles para los ciudadanos y establecer objetivos que le importen a la gente, motivados por consideraciones de interés público en lugar de por el beneficio”. (Mariana Mazzucato: Misión Economía).
Hablar de gobernanza hoy, en la sociedad del conocimiento, es tipificar una sociedad más inclusiva, más equitativa, más transparente, más resiliente, más abierta, más participativa, que exprese su ejercicio en el liderazgo horizontal, fundamento nodal de la rendición de cuentas. La gobernanza es y constituye, el conjunto de acciones y decisiones que imbrican con la eficiencia, la eficacia, la calidad, en el rol del Estado en las distintas interactuaciones de sus intervenciones.
La gobernanza tiene como espacio medular la legitimidad de todo Estado, de todo gobierno en el ejercicio de sus funciones en relación de cómo se sienten los ciudadanos con los servicios públicos que reciben. Cuando hablamos de gobernanza, en gran medida, estamos avizorando un gobierno relacional, pues el epicentro de toda acción pública ha de tener como eje central, como sujeto protagonista, al ciudadano, al ser humano.
La medición de la gobernanza y su consecuente evaluación es un termómetro, una radiografía exacta de cómo es verdaderamente la calidad de la democracia. A que altura se encuentra como peldaño de cualificación. La democracia no es una mera abstracción, no debe ser un cascarón vacío. Como proceso en constante construcción, como elemento cardinal de la evolución, ha de proyectarse en lo político, lo institucional, lo económico, lo social, lo cultural; al tiempo que debe producirse una singularidad, especificidad de armonía de cada una de estas dimensiones para que ello cobre cuerpo, verdadero sentido.
La gobernanza ha de trillar el camino de la confianza al tiempo que se alinean los valores, creencias y actitudes que la sustentan. La buena GOBERNANZA es la capacidad de gestión de un gobierno en correspondencia con satisfacer lo más posible a la ciudadanía. La gobernanza es la cantera de la canalización de objetivos, de resultados. Es la capacidad de priorizar, de jerarquizar para, en la búsqueda del equilibrio, lograr más con menos.
La gobernanza es la puesta en escena de manera sistemática, como si fuese un ecosistema, del emergente sistémico de los factores que gravitan en su seno para que la calidad, la eficiencia logren su razón de ser. La buena gobernanza no anida en su seno la ineficacia, la incompetencia ni la corrupción. Es por ello que la gobernanza efectiva requiere de personas competentes, con sensibilidad social, vocación para servir y profunda dimensión ética. La gobernanza destierra la retórica, la manipulación y la posverdad.
La gobernanza trae consigo los indicadores de un buen gobierno tales como:
- Voz y rendición de cuentas.
- Imperio de la ley.
- Efectividad del gobierno.
- Calidad regulatoria del Estado.
- Estabilidad política y ausencia de violencia.
- Control de la corrupción.
Tenemos que reflexionar, repensar, los casos que nos importan para construir el futuro del país, aunar esfuerzos para actuar con grandeza de espíritu, elevada condición humana y gestos nobles. La sociedad requiere una nueva mirada de la política, del crecimiento y del desarrollo. La visión gatopardista y el enanismo espiritual no han de tener lugar como nos dice Mariana Mazzucato en el referido libro, donde ella asume el pensamiento Moonshot, que consiste en “establecer objetivos que sean ambiciosos además de inspiradores, capaces de catalizar la innovación entre múltiples actores y sectores de la economía. Se trata de imaginar un futuro mejor y de organizar las inversiones, públicas y privadas para lograrlo”.
La gobernanza es, a final de cuentas, el puente factual con el desarrollo humano. De cómo existe una loable correlación entre una gobernanza efectiva, una calidad de la democracia y unos niveles altos de institucionalidad. Veamos los 15 países con mejor Índice de Desarrollo Humano (2018):
- Noruega.
- Suiza.
- Irlanda.
- Hong Kong. China (RAE). Alemania.
- Australia e Islandia.
- Suecia.
- Singapur.
- Países Bajos.
- Dinamarca.
- Finlandia.
- Canadá.
- Nueva Zelanda.
- Estados Unidos y Reino Unido.
Estos países tienen una alta percepción valorativa en la calidad de la democracia, en el fuerte fortalecimiento institucional y un componente trascendental en el capital social y, consecuentemente, en la cohesión social. Para resaltar aún más la cualificación de la gobernanza, la gobernabilidad y la institucionalidad conviene poner el cuadro del Estado de derecho que está en la página 24 del Boletín de Competitividad del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo:
En su libro La idea de la Justicia, Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, nos recrea la importancia de las instituciones y de la justicia cuando nos dice “… Los principios de la justicia no serán definidos en función de las instituciones sino más bien en función de las vidas y libertades de las personas involucradas. Las instituciones no pueden dejar de jugar un significativo papel instrumental en la búsqueda de la justicia…”.
El 18 de septiembre del presente año se dio a conocer la Estrategia Nacional de Competitividad. Una combinación y sinergia trascendida con la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo. Una verdadera carta de ruta mirándonos con el Caribe, Latinoamérica y el mundo. Se trata de un trabajo bien realizado donde nos bosqueja los sueños con trazabilidad. Allí donde la visión país encuentra su practicidad con creatividad y una loable imaginación.
Una evaluación del país donde estamos, si se quiere un análisis ex post facto o retrospectivo, con una verdadera prospectiva. Se trata de alcanzar los sueños que es la visión que significa conjugar el presente en una perspectiva halagüeña de futuro. Como diseñar y construir el futuro a partir del puente cristalizado de hoy y de mañana. Una carta de ruta para que todos y todas rememos en la misma dirección.
Nos esboza la Estrategia de Competitividad los pilares de la competitividad: los más afectados y donde tenemos mejores oportunidades y cuáles son los talones de Aquiles que nos atan (26). Toma como elemento referencial los 103 indicadores de competitividad del Foro Económico Global. Resalta el marco de los sueños: instituciones inclusivas, infraestructuras eficientes, adaptación tecnológica, estabilidad macroeconómica, salud moderna y universal, mercado de bienes, mercado laboral flexible, sistema financiero, mercado, capacidad de innovación.
Los grandes obstáculos y cuáles son las transformaciones para alcanzar la visión, que es el resultado de los sueños puestos en acción para evitar a Calderón de la Barca cuando decía “que los sueños, sueños son”. Sin embargo, hay que recordar que el que no sueña siempre será un esclavo, atrapado en un presente sin futuro que no forja porque perdió la razón de la esperanza y se frizó en la cultura de la quejumbre. Es la puesta en escena de las sinergias de la competitividad. La competitividad según el Foro Económico Global es “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de una economía”. O, como nos señala Chiavenato “El grado en que una nación puede, en condiciones libres y justas de mercado, producir bienes y servicios que sean aceptados en los mercados internacionales”.
Previamente se había aprobado la Ley 167-21 sobre la Mejora Regulatoria y Simplificación de Trámites. Al mismo tiempo se realizará un esfuerzo ciclópeo de Burocracia Cero. Estarán trabajando en:
- Ventanilla única de construcción.
- Ventanilla única de inversión.
- Ventanilla de creación de empresas 24 horas.
- Ventanilla emisión de registros sanitarios.
Esto constituye una respuesta a la gobernanza en República Dominicana. Un desafío del despertar para tener más competitividad como país, que se traduzca en más y mejor protección social, mejor capital humano, mejor seguridad y construir mejores niveles de civilidad en el desarrollo de la comprensión de la diversidad, del respeto a la diferencia, la convicción de la tolerancia como un ente civilizatorio, que nos hace más humanos. Todo ello, para que los niveles de conflictividad no se transformen en violencia. ¡Es asumir esfuerzos para que la gobernanza económica encuentre el equilibrio con la gobernanza social!