La Academia de Ciencia de Estocolmo anunció ayer los Premio Nobel de Física. Como a menudo ocurre, también este año los galardonados fueron tres y el premio se dividirá, una mitad a Syukuro Manabe y Klaus Hassermann y otra mitad a Giorgio Parisi.

Los dos primeros han sido pioneros en la comprensión de los fenómenos climáticos, cuando Giorgio todavía no había empezado sus estudios en la Universidad de Roma La Sapienza. En esa época, quien escribe era un joven asistente e investigador, y muchos son sus recuerdos personales de esa época y de casi sesenta años de amistad. Antes de mencionar algunos de ellos, que pueden ser de algún interés para el lector dominicano, quiero comentar algo acerca del aspecto científico de esta asignación que muchos físicos, y no solamente los italianos, sabíamos que era de esperar, aunque una de las primeras declaraciones de Giorgio ha sido: “Sabía que era posible, pero no lo esperaba”,

La motivación del Premio hace referencia a las contribuciones de Parisi a la comprensión de los sistemas complejos. Pero este campo es solamente uno de los muchos en los cuales sus contribuciones han representado hitos. Los títulos de sus 1061 artículos dan una idea da la amplitud de su producción científica, que empezó en 1970, con un artículo sobre la producción de hadrones en las colisiones electrón-positrón, ligado a su tesis, que tuvo como asesor Nicola Cabibbo, quizás el físico teórico italiano más prestigioso de la generación de los años ’30.

El Premio Nobel que hoy le ha sido conferido tiene un valor simbólico también en relación a esa vinculación con Cabibbo, y, de alguna manera, hace justicia hacia muchos otros físicos italianos o que han trabajado en Italia a los cuales, en los últimos años, la Academia de Ciencia de Estocolmo había negado ese reconocimiento.  Uno es Nicola Cabibbo a quien fue negado el Premio Nobel 2008, y Giorgio estuvo entre los que manifestaron su desconcierto e inconformidad, con un valor que, para un obvio candidato al Premio, es digno de admiración. Por las reglas del Premio, otro claramente penalizado ese año fue Gianni Jona Lasinio, bien conocido en nuestro país por haber dictado, hace tres años, la Conferencia Inaugural del Congreso del MESCyT. Otro fue el que había ideado el acelerador donde esas colisiones electrón-positrón se realizaban, Bruno Touschek, cuyo caso es también conocido en nuestro país por haber sido objeto de una presentación en el Congreso del MESCyT de este año. En realidad, uno de los primeros comentarios de Parisi, al recordar los maestros de la Escuela de Roma en que él se formó, asoció en una mención especial el nombre de  Cabibbo a las investigaciones que hoy le valieron el prestigioso Premio.

Con una producción científica tan amplia no sólo cuantitativamente, sino también por las áreas cubiertas, es imposible en este poco espacio dar más que un pincelazo sobre los resultados que han permitido a Parisi recibir números reconocimientos, el último hace poco, gracias a sus casi 100000 citaciones, su ingreso a la Clarivate Citation List, informal sala de espera del Premio Nobel. Pero quiero recordar uno de los temas en que Parisi ha dado contribuciones importantes, en colaboración con quien fue su compañero en el trabajo de tesis, un amigo desaparecido prematuramente, Guido Altarelli. Me refiero al tema de la libertad asintótica, recientemente recordada en el Congreso del MESCyT, por otro Premio Nobel, David Gross.

Parisi ha sido invitado en dos ocasiones a República Dominicana. La segunda fue justamente, con ocasión del Simposio del MESCyT de junio de este año, sobre las Perspectivas pospandemia de la ciencia latinoamericana. Su participación estuvo en vilo, hasta lo último. Una primera respuesta de indisponibilidad fue acompañada por un “De todos modos llámame en una semana”. Sin embargo, cuando hice ese último intento, Giorgio me explicó que, con mucho pesar, no podía participar, ya que, como presidente de la Accademia dei Lincei, tenía una agenda muy comprometida con la organización italiana del G20, pero me prometió que volveríamos a hablar del tema en octubre. No recuerdo si le contesté, pero seguro que lo pensé: “¡Después de que te den el Premio Nobel!”. Ojalá pueda honrarnos de una visita en el próximo futuro.

Quisiera concluir con dos recuerdos personales, uno es de él todavía estudiante, de marzo 1968, cuando hizo una apasionada intervención en una asamblea de profesores y estudiantes del Departamento de Física, en el Aula Magna, que hoy lleva el nombre de uno de los gigantes con los cuales él ha recordado haberse formado, Edoardo Amaldi. Esa intervención estuvo relacionada con los incidentes que habían acompañado las manifestaciones estudiantiles de Valle Giulia. Su sensibilidad a los temas sociales no ha menguado desde entonces y ha sido una constante durante todos estos 50 años. En este marco se coloca también su activa participación en el debate sobre la lucha a la pandemia en Italia.

Pero lo que más quiero recordar y que me ilusiona que pueda repetirse en nuestro país fue su participación en Bogotá, a comienzos de los años ’80, en la reunión en la cual se gestionó la creación del futuro Centro Internacional de Física.

República Dominicana está en una etapa de desarrollo científico, que, por ciertos aspectos, recuerda la situación de Colombia de esa época. En ese entonces, Abdus Salam y el prestigio que le daba el Premio Nobel de 1979, fueron determinantes para promover el desarrollo de las ciencias en muchos países de América Latina.

Hay un valor simbólico entre la participación de Giorgio, entonces joven y brillante físico teórico, en esa reunión que se realizó bajo la influencia de un Premio Nobel, Salam y de un futuro Premio Nobel, Leon Lederman, y el hecho de que hoy ese físico haya recibido ese mismo reconocimiento.

Hoy en día Centro América necesita llenar la brecha inclusive con el resto de Latino América. Es también con visión a este contexto que no podemos si no regocijarnos que este merecido reconocimiento haya sido otorgado en este momento histórico a un científico de destacada sensibilidad por estos problemas.

Nuestras felicitaciones personales a un amigo que tuvimos el privilegio de conocer como estudiante se acompañan con la esperanza de que él pueda jugar una parte activa en un proceso que, de todos modos, nuestra región debe poner en marcha.