“El cambio es una puerta que solo se puede abrir desde dentro”.

(Terry Neil).

La fuerza de la dedicación personal, la actitud, hoy es una clave meridiana para la consecución de los objetivos propuestos en los distintos roles que acusa una persona a lo largo de su existencia: rol de pareja, de familia, social y ocupacional. Esa fuerza, en el plano de lo social-colectivo-político, se redimensiona puesto que la perspectiva en la naturaleza dinámica de una sociedad entraña una diversidad de actores con implicaciones nodales de distintos intereses y de visiones económicas, ideológicas, sociales. A la constelación de intereses y motivaciones ha de configurarse el contexto.

De ahí que todo buen ejecutivo ha de visualizarse siempre en el marco de la flexibilidad, en el umbral del entorno de la realidad. Hoy, no podemos tener una mentalidad psicorrígida, cerrada, porque de lo que se trata no es de una agenda absoluta y petrificada. Urge al ejecutivo, al líder, tratar de moverse con tenacidad en su círculo de influencia y no en el círculo de la preocupación como nos decía ese gran gurú de la gerencia Stephen Covey. Nada podemos colocarlo como si estuviese grabado sobre piedra. Solo los principios han de mantenerse para no perder la brújula y la sustancia de lo que somos y hacia dónde queremos ir.

El sentido de la trascendencia a través de la conexión con la verdadera historia, que no es otro que producir los cambios que se ameritan en cada época. ¡Las circunstancias cambian y los puntos fuertes que le llevaron al primer éxito a menudo se convierten en puntos débiles!

¿Qué significa la palabra cambio? Es transformación, modificación, variación, mutación, metamorfosis, transmutación, mejoras, corrección. La sociedad dominicana ha cambiado. Ahora, lo importante es destacar el grado de profundidad de ese proceso. Hemos señalado que ningún país está peor que hace 25 años a menos que no haya estado en guerra o convertido en Estado fallido.

Hemos avanzado, empero, ha sido un proceso por cascada, en sentido reactivo, que por su naturaleza es siempre lento y muy excluyente. Han sido cambios como efectos de generación espontánea y que han producido otras deformaciones en el cuerpo dominicano.

La gestión del cambio en la sociedad dominicana no ha constituido un esfuerzo planeado. Las fuerzas impulsoras del cambio habían “acomodado” su agenda hasta desaparecer por “temor” a las fuerzas restrictivas. Siguen con el mismo libreto del pasado, la misma simbología y la necesaria ola de reformas postergadas en el país más diagnosticado del mundo. La realidad convoca a nuevas actitudes, mejores compromisos y una verdadera dimensión ética.

Muchos son los cambios que se pueden anidar en una sociedad:

  1. Política mundial.
  2. Tendencias sociales.
  3. Competencia.
  4. Tecnología.
  5. Naturaleza laboral.
  6. Intereses económicos.

Hoy en día, los tejidos del cuerpo social dominicano necesitan nuevas células, nuevas neuronas, que propicien un cambio que repercuta en el desarrollo social de manera loable. Las tendencias sociales coadyuvan para que se operen con mayor celeridad y mayor calado y las deudas sociales no toleran más signos de exclusión y desigualdad. El cambio planeado implica, de entrada, hacer las cosas diferentes, marcar la diferencia, una razón de ser colectiva, la cristalización de un antes y un después.

Los agentes del cambio hoy son más y las fuerzas restrictivas, a pesar de hegemonía económica, fáctica, saben que el grado de desorganización social e institucional gravitó tanto que llegamos a una degradación institucional y a una colosal corrupción e impunidad que impidieron más y mejor desarrollo social. La corrupción rampante: “legal” e impúdica, hizo que se perdiera el 3.8% del PIB según el BID, equivalente a RD$168,000 mil millones de pesos anuales. OXFAM nos diría que RD$154,000 mil millones de pesos (dispendio, malversación, incoherencia) se filtraban. Solo en corrupción alrededor de RD$41,000 mil millones de pesos.

Como Sociólogo, ola de reformas no solo sería eliminar y/o fusionar instituciones que nos ahorrarían cerca de RD$37,000 mil millones de pesos anuales, sino y al mismo tiempo, comprobar que:

  1. No estar rezagado en la inversión en salud con 1.8%, en cambio el promedio en la Región 4.5%.
  2. La inversión en protección social: 7.9 y en la Región 11.3.
  3. El nivel más alto de deserción escolar a nivel de Bachillerato.
  4. La mortalidad materna e infantil de las más altas de toda la Región.
  5. La tasa de Ni Ni más alta de la Región con 22.3% de los jóvenes sin empleo y sin estar estudiando. Desafiliados institucionalmente.
  6. La extrema desigualdad de género en empleo y salarios. Los hombres ganan 21% promedio por encima de las mujeres. A pesar de ser más, trabajan menos en el mercado laboral y la calidad del empleo.
  7. El silencio administrativo que se está pidiendo desde hace más de 15 años.
  8. La decencia en el ejercicio de los poderes públicos.
  9. Colaborar con el sector empresarial para que la ética empresarial sea mejorada significativamente, para que los niveles de competitividad realmente mejoren. Una alianza estratégica para que esté acorde con una nueva visión en la dirección del Estado. El Estado no es negocio. Esta para la regulación y crear las condiciones generales de la producción.
  10. Corrupción baja e impunidad 0.
  11. El respeto a las instituciones y a la Constitución (2 sentencias del Tribunal Administrativo y una del Tribunal Constitucional acerca del parqueo de autobuses en la Provincia del Este y el asfaltado de Obras Públicas donde la Directora de Compras señala que fue irregular).

Bruce J. Cohen nos dice en su libro de Sociología, el cambio social “es cualquier cambio en la estructura de la sociedad o un cambio en la organización de la sociedad”. Por ejemplo: hemos tenido un aumento en el promedio de esperanza de vida (73) en los últimos 20 años. Sin embargo: Costa Rica (79), Cuba (80), Chile (80), Panamá (79). Esto es, la lentitud del cambio social en la sociedad dominicana ha sido obvio, sobre todo si tomamos en cuenta países de igual desarrollo. Incluso, países donde la economía no creció como la nuestra muestran un Índice de Desarrollo Humano más halagüeño.

Esto destaca el cambio social desde la perspectiva estructural social (familia, escuela, trabajo, el municipio, el Estado, la comunidad religiosa) como el cambio social, que como nos señalarían Cristina Purga, Jacqueline Peschard y Teresa Castro “se refiere a los procesos y mecanismos que modifican la fisonomía y las relaciones de la estructura social, y dan lugar a situaciones novedosas, e incluso inimaginables, producto de la propia acción del hombre”.

Nuestra visión es, desde el caleidoscopio de la Sociología dinámica, que es rango amplio de la mirada cierta del observatorio de las expectativas del dominicano. En aras de lo estático, del gatopardismo, no podemos seguir viendo como “personajes” a aquellos que se enriquecieron de manera grotesca desde el Estado como corporación, enjambre sempiterno de la acumulación originaria de capital. Una nueva construcción social, un nuevo relato atraviesa inexcusablemente por el curso vital de la ruta inevitable de la asunción de la esfera pública, como el espacio para servir como un privilegio que le otorga la sociedad en canal con el liderazgo político.

Cambio y desarrollo social constituyen hoy la espina dorsal de un nuevo axioma para rupturar la anomia social institucional y en consecuencia, evitar nuevas desviaciones y emerger y florecer de manera más equitativa.