A finales de los noventa con gran entusiasmo se promocionó en el país el sistema de capitalización individual como la fórmula idónea para garantizar pensiones sostenibles, luego del fracaso del desaparecido Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) en el cual muchos cotizantes jamás recibieron el pago de sus pensiones.
Ante tan frustrante experiencia y conscientes de los enormes déficits que acumulan los regímenes de reparto en Europa y otros países, el sistema creado por el economista chileno José Piñera, hermano del actual presidente Sebastián Piñera, fue fácil de vender, y no es fortuito que quienes hayan promovido el mismo hayan sido importantes grupos financieros locales que contrataron consultores de Chile y otros países que adoptaron su sistema como Perú, y auspiciaron seminarios para exponer sus bondades.
El debate que suscitó la aprobación de la Ley 87-01 que creó el Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS) se concentró en dos aspectos, el seguro de salud por el temor de los prestadores de servicios como médicos y clínicas, e intermediarios como seguros de salud privados y corredores de que la nueva ley los afectara, y el destino del IDSS, porque políticos y líderes sindicales se aferraban al estatus quo de clientelismo y privilegios, y los empleadores temían una doble cotización, por tanto los aspectos relacionados con las pensiones no concentraron la atención, y puntos tan técnicos como la forma de cálculo de las pensiones, de las comisiones, de la expectativa de vida, de la rentabilidad que ameritaban estudios actuariales, así como análisis comparativos y financieros, fueron más bien aceptados como válidos sin mayor discusión que no fuera la dicotomía reparto versus capitalización individual.
Esa poca resistencia fue evidenciada en el hecho de que las cotizaciones de pensiones arrancaron en junio de 2003 y no fue hasta más de 4 años después, y luego de la celebración de una cumbre, múltiples comisiones de trabajo e incluso una reforma al vapor de la Ley 87-01, que en septiembre de 2007 comenzaron las de salud, y como las necesidades sanitarias eran inmediatas y las de pensiones de largo plazo, las primeras acapararon la atención y no ha sido hasta muy recientemente que algunas voces alertaron sobre las bajas pensiones que contrastan con las ganancias de las AFP, lo que se aceleró con la llegada del término para el pago de las pensiones en Chile, y los disgustos provocados por sus magros montos que generaron grandes manifestaciones.
Aunque en el país las AFP viendo las barbas de sus homólogas arder lograron convencer a las pasadas autoridades de incluir en la reciente ley de amnistía y autonomía financiera de la TSS y la DIDA una modificación de sus comisiones, esta ha sido tildada de intrascendente, probablemente porque nuevamente esa fue una reforma carente no solo de un profundo estudio de las comisiones y su comparación con las de otros sistemas, sino del fundamento de estas, pues peor que el alto porcentaje es que este lo han obtenido por básicamente comprar certificados del Banco Central y bonos del Ministerio de Hacienda, manteniendo un fondo poco diversificado y totalmente en pesos, y ha sido solo muy recientemente que las AFP han comenzado a activarse para diversificar instrumentos ante la avalancha de cuestionamientos al modelo.
La frase de Piñera de que cada uno era dueño de su libretita de ahorros para graficar la individualización de la suerte de sus fondos acumulados convenció a muchos, por eso choca tanto que al final de la vida laboral no se tenga el derecho de recibir los fondos acumulados si el monto de la pensión es pírrico lo que ha provocado gran molestia a muchos sexagenarios, lo que otros resolvieron a tiempo excluyéndose del régimen de pensiones del SDSS, como irónicamente hicieron los legisladores. Este y otros aspectos como una débil regulación, la inexistencia de competencia en el mercado y el deficiente rol moderador de la AFP estatal, la baja diversificación de los fondos, los montos y las modalidades de las pensiones tienen que ser revisados para lograr una verdadera reforma en beneficio de los afiliados. Y es urgente hacerlo porque lo que más irrita es que nos vendieran gato por liebre, pues si el sistema es tan bueno porqué tantos se excluyeron, y si la libretita es individual, porqué otros son los dueños del destino de los fondos y de sus mayores beneficios.