En la semana del 19 de Marzo al 24, Gallup/Hoy diagnosticó la percepción del dominicano con respecto a lo político, social y económico. Esta importante firma encuestadora auscultó, averiguó y buscó el retrato hablado en el mundo de la percepción de la sociedad dominicana. Ha captado las dimensiones referidas, con una conectividad con rasgo crucial y los bucles que se expresan en ella. El fenómeno económico, social y político quedó desvelado en esta oportunidad, para en su radiografía acuñar la famosa frase de Terencio “Nada humano me es ajeno”
Esta aproximación de Gallup/Hoy, mirando retrospectivamente, nos dice su grado de coherencia, sistematicidad y pertinencia con respecto a los diferentes contextos que ha investigado. Las opiniones adversas, hoy, con las demás resonancias magnéticas de ayer, son solo el reflejo de unos actores políticos que no alcanzan a comprender la dinámica de los acontecimientos, los comportamientos, las coyunturas, la dialéctica y la esfera del dominio.
Gallup/Hoy reitera, desde el 2006, el principal problema que acusa la sociedad dominicana: la delincuencia y con ella, toda la problemática de la seguridad ciudadana, con un 69%. La inflación, el alto costo de la vida, siguen galopando sobre los hombros de todo el tejido social con una gravidez de un 34%. La corrupción con un 25%, empero, con un nivel de llanto, que expresa la urgencia en un 95% para ser colocada en la agenda societal.
El panorama político, con sus especificidades, no está abiertamente definido, pues en el PLD, 46% no han decidido sobre candidatos, y, en el PRM: 49.5%. En el Partido Reformista, un 83.8% no se ha definido y en el PRD, un 66.5%; esto es, no tienen marca de ruta que se dibuje en el horizonte. Sin embargo, el panorama electoral se dibuja con otros actores. La firma encuestadora nos dice que el contexto político varió para el actual incumbente del Palacio Nacional. Mientras el 9 de Febrero del 2015 el 70% de los ciudadanos encuestados favorecían la reforma constitucional, hoy, el 66.9% niegan esa posibilidad.
El ciudadano Presidente tenía una aprobación para la fecha mencionada precedentemente, de un 87.4%; en cambio, el 18 de Marzo, la aprobación rondaba en un 47.3%, para una disminución de un 54%. Actualmente, el 45% valora bien al Presidente; mientras hubo un momento de gloria de 91.3% de aprobación. Múltiples factores gravitan en esta nueva realidad: el cansancio de 18 años en el poder del mismo partido, con la misma modalidad de dirección. La corrupción y el ejemplo más paradigmático: ODEBRECHT y el atropello y degradación a las instituciones. La confianza en las instituciones según Gallup, de 15 evaluadas (partidos políticos, Policía Nacional, Congreso Nacional, Dirección de Migración, Suprema Corte de Justicia, Junta Central Electoral, Presidencia de la República, sindicatos de transporte) todas ellas sobrepasan en más de 50%, con muy poca confianza.
Súmese a ello la percepción de que la mayoría de los dominicanos, un 78.3%, considera que en la sociedad dominicana las cosas van por mal camino; y, un 56% percibe que su economía personal no es halagüeña. Es por ello, al mismo tiempo, que una proporción muy considerada no cree que hemos pasado a ser un país de clase media como señaló el Presidente en su discurso del 27 de Febrero. Somos en realidad una sociedad de clase pobre y vulnerable. Alrededor de un 10% han pasado de pobre a vulnerable, empero, con alto riesgo, por cualquier factor, de volver a pobre.
Es pertinente subrayar que en la sociedad dominicana, de cada 100 personas que salen de la pobreza, aproximadamente el 70% vuelve a “acunarse” en esta pérfida vida social de exclusión y marginalidad. El 46% en el estudio de Gallup penetró en la percepción de que en la gestión de nuestro Presidente Danilo Medina, señalan que hay más pobres. La situación familiar y pobreza arroja un panorama desolador, desde la perspectiva social y del síndrome de la desesperanza aprendida: un promedio de un 70% nos indica que su situación es peor o igual que antes.
El dibujo del clima político nos paraliza. En promedio: 52% nos señalan que es peor. Visto en perspectiva, de cara a los próximos 2 a 4 años, el desconcierto es pavoroso, desconcertante, sencillamente nos coloca en la antesala de una crisis. Penosamente no tenemos centros de Think Tank que ante tal horizonte, convocaran a los actores estratégicos de la sociedad para encaminar y diseñar un nuevo modelo político y económico, donde el clientelismo y el neopatrimonialismo no sea el eje articulador del aparato de dominación. Donde el Estado no se constituya en el puente de construcción y desarrollo de una elite, de una casta que succiona, exacciona vía la corporatividad de los actores en su relación con el mismo. Vale decir, el Estado no tiene como misión primigenia servir al conjunto de la sociedad, si no a aquellos que lo administran.
Gallup/Hoy en el interregno del 5 al 11 de Marzo, penetró en el corazón del dominicano para situarnos que somos una sociedad sumamente conservadora. Una sociedad que devora a sus propios hijos, que no se reconoce a sí misma. Nos negamos en lo que somos medularmente; vivimos de espalda a lo que somos, tanto geográficamente como socialmente.
Discriminamos a los pobres en un 54.6%, cuando somos todo un tejido social endeble, frágil, con profundas falencias y carencias: El 80% de los asalariados formales gana menos de RD$25,000.00 y el 32.5% de los jóvenes no tienen empleo y en la franja de 15 a 24 años, el 50% no forma parte de este importante fenómeno social (el trabajo). El salario mínimo en la Administración Pública, de RD$5,117.00 pesos, fue establecido a finales del 2004 y no ha recibido nuevas retribuciones, indemnizaciones. Entre la pobreza y la vulnerabilidad, rondamos el 70% de la población.
Discriminamos a las mujeres, en un 65.3%, cuando ellas son la mitad de la población y juegan el espacio más vital de la familia. Constituyen el eje de control y mecanismo más nodal, más cardinal de la sociedad. En un 65.4% discriminamos a los homosexuales y transexuales.
Somos, pues, una sociedad que se niega a sí misma, una sociedad caracterizada por la hipocresía social y la Aporofobia. Tenemos un fuerte rechazo al pobre; somos racista contra el negro pobre. No en balde constituimos el país líder en América Latina en bullying, de acuerdo a Latinobarómetro. El bullying es exclusión y la Aporofobia es el “espanto” a todas las fobias: xenofobia, racismo, misoginia y homofobia, que nos condena en lo que somos: Seres humanos.
¡La Aporofobia nos destruye y nos encarcela el sentido de la libertad plena, del corpus esencial de nuestra existencia: la dignidad humana¡