Un plato de tayotas hervidas sin sal tiene más sabor que esa cosa. Una misa en latín con cantos gregorianos es mucho más divertida que esa cosa. La letanía de un gallo madrugador dice más que los discursos que se pronuncian en esa cosa. Las decisiones de un club de amas de casa en el pueblo más sencillo tienen más trascendencia que la resolución de buenos deseos de una Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Entonces, ¿para qué Danilo fue a esa vaina tan devaluada? (Bueno, hay que comprenderlo: fue a Panamá a botar el golpe, simplemente).