Me llama a la atención la realidad que vive el mundo de hoy en relación al comportamiento humano, consciente de  que la conducta es algo que nace con nosotros y se va con nosotros.

Unas de las teorías que presentó Sigmund Freud, desde el  enfoque psicodinámico, fue la teoría del Ello, el Yo y el Superyó.  Según Freud, cada una de estas estructuras representa una instancia psíquica que mueve nuestro sistema nervioso central a perseguir intereses que convergen entre sí.

Aunque la  pretensión en este escrito no es hacer una profundización científica, sin embargo, está el interés de tocar algunos elementos concernientes en esta teoría para la reflexión sobre el comportamiento variado  que muestran muchos seres humanos  en nuestras calles y que se torna preocupante.

Tanto la familia como la escuela, tienen un papel importante sobre la educación de los personas en edades muy tempranas. Y es ahí donde toma sentido este planteamiento de la personalidad que plantea Freud,  el Ello, el Yo y el Superyó,  son conceptos utilizados por Freud para referirse a los conflictos y luchas de fuerzas antagónicas que, según él, presiden nuestra forma de actuar y pensar.

Las instancias psíquicas que usamos diariamente

El Ello o Id, es la estructura de la psique humana que aparece en primer lugar. Está presente desde que nacemos, y por tanto se cultiva en los primeros tiempos de nuestras vidas, y es la que manda a lo largo de ese tiempo. El Ello se mueve a partir del principio del placer inmediato, independientemente de las consecuencias, esta instancia actúa en fase primaria,  por tanto, de forma instintiva, tal lo plantea Freud.

El Yo, es una instancia psíquica que surge a partir de los dos  años, esta se rige por el principio de la realidad. Está más enfocado hacia el exterior, es quien nos mueve a pensar en las consecuencias reales de los actos que realizamos,  y qué  nos puede ocasionar el no pensar antes de actuar. El Yo es el juez o consejero del Ello y le ayuda a aplacar las pulsiones que emanan de este.

El Superyó, se va formando a partir de los tres  años fruto de la socialización que se  recibe y la interiorización de reglas y normas que socialmente le son transmitidas. Por tanto, el superyó, vela por el cumplimiento de las reglas morales.

Cada uno de los elementos de la personalidad ha de estar muy integrados, el primero forma parte de los componentes que nacen con el ser humano, el segundo funciona como intermediario entre el uno y el tres.  Asimismo,  el tercer estadio, se forma a  través de los aprendizajes que proporcionan los  padres y otras personas que aportan valores,  como es la escuela.

En la práctica más o menos funciona como lo describo en este ejemplo, una persona se enoja por algo con otra y piensa en lastimarle, este impulso primero viene del Ello, que es quien nos presenta las reacciones primeras, instintivas o primarias. Luego entra en acción el Yo, y este le hace ver a la persona cuáles serían las consecuencias de sus actos, de modo que,  la persona lo piensa un poco, y ese pensar viene precisamente de la confrontación que el Yo hace con el Superyó.

Hoy día cómo se percibe el uso de este trío de aliados?

A decir verdad, en muchas acciones de la cotidianidad parece como si muchas personas actúan con el Ello, es decir, con puro  instinto, pues de ahí salen todas las acciones que mueven hacia bajos impulsos, lastimar, herir, golpear, abusar, etc. Siendo esto muy complejo para la sociedad, pues nos movemos en medio de seres que no han trascendido siglos de avances en la humanidad, y todos entramos en riesgo, pues la lógica se torna ausente.

Por otro lado, se ve la necesidad de continuar trabajando de manera muy dedicada y responsable el  Ello, el Yo y el Superyó, ya que cada vez más se nota el vacío o inmadurez de estos elementos en la persona. Por tanto, la familia  y la escuela tienen una oportunidad de hacer esta tarea cada día, garantizando así, seres saludables, conscientes, responsables y sobre todas las cosas equilibradas.