Lo que con mayor frecuencia le llega desde el Palacio Nacional a Francisco Domínguez Brito, Procurador General de la República, de mayor a menor grado de sutileza: 1) “Maneja ese caso con mucho cuidado”; 2) “Mira a ver qué se puede hacer con ese caso”; 3) “Resuelve ese caso de la mejor manera…”, y 4) “Resuelve eso como quiero que se resuelva”. Ante eso, lo único que le queda a Domínguez Brito es hacer allantes contra la corrupción, pues ningún Procurador, subalterno del Presidente de la República, puede dejar de hacer lo que le ordena, sutil o abiertamente, su jefe… (O hace lo que  Virgilio Bello Rosa, que mandó a Hipólito al carajo).