Nueva York.-El Papa Francisco, el líder más respetado del planeta, debe intervenir en el “conflicto dominico-haitiano”, iniciado por su Iglesia Católica Romana hace 500 años. Fray Bartolomé de las Casas inició la devaluación humana del africano y la esclavitud en la isla.
Sólo Francisco puede tomar de la mano a dominicanos y haitianos, para iniciar una auténtica reconciliación. El catolicismo nos enseño que los haitianos adoraban dioses “diabólicos” del voo-doo, mientras los dominicanos estábamos con el “dios bueno”, el católico.
El cristianismo y el racismo llegaron juntos, entraron al continente por nuestra isla. Nuestra “santa” República Dominicana, tiene cinco cruces y una biblia en su bandera. Nuestros pueblos son “santos”, Santo Domingo, San Pedro, San Francisco, tenemos dos vírgenes, Mercedes y Altagracia.
Entre tantos santos y vírgenes, florece un odio increíble contra los haitianos, este pueblo tiene el alma enferma. Sólo Francisco, el “Cura Animarun” principal, puede curar nuestras almas, exorcizar al demonio del odio que corroe la Isla.
La “obra” de Fray Bartolomé de las Casas, infectó el continente. Mientras los dominicanos desnacionalizamos y deportamos haitiano-descendientes, un racista estadounidense mata a nueve negros en una iglesia. El odio es uno solo.
La sentencia 168 es una infamia, y el Plan de Regularización una falacia. Sin explicar quienes, cómo y por qué trajeron a los haitianos, sin un plan para evitar que se repita, deportarlos es puro teatro, todos sabemos que volverán.
Francisco conoce la cuestión, el servicio jesuita de refugiados maneja bien el tema.
Papa Francisco, tanto odio tras 500 años de evangelización y cristianismo resulta inexplicable, nuestra isla, la parroquia Primada de América, necesita con urgencia su guía pastoral-espiritual. Necesitamos un buen pastor que rescate almas de las garras del demonio del odio, el racismo y la intolerancia, el planeta solo tiene uno: el Papa Francisco.