“Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”. (Nelson Mandela).

La sociedad dominicana es una verdadera constelación de fragmentación, tanto en la vida política como social. Cada quien se encuentra en el poso de sus cuitas. No existe ni en la elite económica ni política, una especie de coalición que proyecte una visión de país donde el ritmo y el baile se acompañen uniformemente. Al contrario, todo es un decir, un pensar y un hacer, diametralmente distintos.

Se produce un divorcio entre las elites y la base, como parte crepuscular del neopopulismo, que implica una succión, una extracción despiadada al Estado, a la sociedad. Se concita entre la elite política y económica, un entramado de complicidad, para la explotación de los sectores vulnerables. Uno, para la exacción, vía la corrupción y el clientelismo desde el Estado; y, la otra, para que nada cambie en lo estructural, en la dinámica de acumulación y de relación con el capital.

Es, como si entre ambas elites se produjese una unidad de “te miro pero no te veo. Te veo, pero no te observo. Haz tu y que todo siga igual”. Es una cuadratura sin contemplación ni pase. Es una balcanización de propósitos, sin ideología, descarnada, cuyo devenir se concretiza solo en el Dios dinero. Somos una sociedad donde las elites no guían a su pueblo, no tienen un objetivo central, sobre los aspectos más medulares, más fundamentales del tejido social. Hay una ausencia cierta de la necesaria visión que implica el compromiso con el futuro. De ahí, la permanente postverdad. La virtualización como expresión de la realidad. La alienación sistemática a través de la propaganda.

Actúan como si el futuro no devendría, como si no pudiésemos crear lo que inexorablemente vendrá. Actuamos merced a un conjunto de actividades, sin proactividad, sin gestión en la combinación de los diferentes tiempos. Por eso el ritmo de nuestra tautología sempiterna no descansa. Es un hacer sin conexiones, sin entender que todas las partes de un cuerpo han de estar articuladas, accionando sobre un acontecer que ha de ser holístico, por la complejidad que envuelven los distintos intereses que gravitan.

Es una fragmentación que se produce en todos los ámbitos de la vida social y política. Fragmentación que se produce dentro del mismo partido político. En el PLD, en lo único que se han unificado en la práctica es que el Partido se apropió del Estado. El Estado es para la realización y recreación del Partido. Las instituciones del Estado son una mera pantomima y una ficción cuando se trata de entender las decisiones en el marco de los intereses de la sociedad y de la organización.

Es por ello que en esta semana, 22 personas ligadas al partido gobernante, hablaran y parecía una balcanización ideológica, que se deriva de los intereses ciertos del poder. ¡Que si las primarias abiertas o cerradas. Que si reelección o no reelección. Que si división o no división!. Con su hegemonía, sobreponen y subordinan toda la agenda. Derraman su pobreza conceptual al conjunto de la sociedad.

La fragmentación es tal en el cuerpo social dominicano, que es difícil encontrar 5 – 7 abogados que hablen profesionalmente, éticamente, que no sea más allá de los intereses mercuriales y de un determinado proyecto personal. Una fragmentación que viene dada, en gran medida por la profunda crisis ética, por el vacío existencial de una gran parte de los profesionales de la sociedad dominicana. Crisis, que se conexiona con la ausencia de la solidaridad, del compromiso social. Profesionales que solo piensan en su existencia individual, como si no fueran humanos. El yo que se conjuga con su revolución personal. ¡En el más completo desvarío ético que se refleja en el: todo es relativo!

La fragmentación se encuentra en el partido de mayor empuje de la oposición, con los dos principales dirigentes, opinando de cuestiones vitales con perspectivas diametralmente opuestas. Dos dirigentes, dos partidos, en una misma institución. No se trata de no entender la diversidad, la diferencia, de comprender la tolerancia. Es una balcanización ideológica; no tienen un corpus de ideas, de argumentos coherentes, que dibujen el problema y busquen las oportunidades, los encuentros y desencuentros, que motoricen los cambios, aun desde la oposición.

Veamos: Nos podemos encontrar sobre un tema crucial como la migración haitiana y las sentencias 168-13 y 169-14, con miembros del PRM en el Congreso con posiciones extremas. Nos encontramos con una organización en el Congreso que nunca se ha diferenciado de los creadores del barrilito y el cofrecito, que no pidan la derogación de los privilegios en esa institución, como si fueran una casta súper especial. Sobre un problema cardinal en contra de las mujeres, acerca de las tres causales de la interrupción del embarazo, los dos únicos senadores de ese partido, tienen visiones diferentes. Todo ello es posible porque la fragmentación es tan expansiva que inocula sus niveles de pensamientos y de realizaciones.

Es esa fragmentación política, social que se anida en la sociedad dominicana que produce que:

  1. 53.73% de los hogares dominicanos no tengan agua en la casa;
  2. Que la cobertura de agua, en pleno Siglo XXI, solo tenga 86%, en la zona urbana y solo 82%, en la zona rural;
  3. Que de cada 1000 niños/as de 6 años que ingresan a la Primaria, solo 300 se hacen bachilleres. De esos 300, van 10 a las universidades. Solo 4 terminan y de esos 4, solo dos encuentran trabajo.;
  4. Que de cada 100 mujeres embarazadas, 22 son niñas y adolescentes. Fueron embarazadas entre los 12 y 19 años. 15% de ellas que se unieron dejaron la escuela. El 54% se embaraza durante la relación. Que la tasa de jóvenes que se embaraza es 34% más alta que el promedio de los países de América Latina y el Caribe;
  5. Que somos el país, a pesar de un crecimiento plausible de la economía, en los últimos años, con la tasa de desempleo de las más altas de la Región, en los jóvenes, con 32.5% y 22.5% de jóvenes que son Ni – Ni.;
  6. La mortalidad materna (90/100,000) y mortalidad infantil 32/1000, más alta de toda la Región. El 98% de las muertes son prevenibles.
  7. La movilidad social vertical ascendente más pírrica de toda la Región: 2% en los últimos años; en cambio, países que crecen menos, tienen una movilidad que en algunos países rondan el 41%, según el Banco Mundial.
  8. Somos de los países con el peso más fuerte de: Pobreza y Desigualdad, simultáneamente. En los dos últimos años, la desigualdad, lejos de mejorar se ha ensanchado, con una asimetría social entre los que más tienen y lo que menos tienen.
  9. Somos el Estado, no solo más clientelista de los 18 países evaluados por Latinobarómetro, sino el que más propicia la brecha de la desigualdad desde la Administración Pública: RD$5,117.00 pesos, sueldo más bajos y, RD$1,140,000.00 pesos, el de mayor sueldo, sin tomar en cuenta las compensaciones (celular, vehículo, gasolina, tarjetas de créditos, bonos, seguro internacional, dieta, viáticos, gastos de representación, choferes y desvinculación con liquidación y pensión, al mismo tiempo).

Es esa fragmentación política- social que llama, con ardor, al espacio de una nueva transición, donde no caben desde la vida política aquellos que han generado este estado de calamidad social, que viene deshilachando la necesaria cohesión social que se requiere en un cuerpo social, para que no se desfigure completamente, en el mediano plazo. Los que nos han gobernado en los últimos 21 años son parte del problema y necesitamos de nuevas soluciones, porque ser libre, como decía Nelson Mandela, no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás.