“… Pero sucede que un líder político – un líder, no un charlatán – no dice que hará lo que no va a hacer. La política es una función de servicio, y por tanto eminentemente moral”. (Juan Bosch: Crisis de la Democracia, Pág. 116)

El Foro Económico Global 2016-2017 acaba de salir con sus evaluaciones, donde esta vez mide 138 países. Es una evaluación muy exhaustiva que se realiza en base a una metodología que abarca cuestionarios, entrevistas, a líderes de opinión y a líderes empresariales en cada uno de los países medidos. La base de datos obtenida les permite a los forjadores del Foro Económico Mundial, analizar con rigor y la mayor objetividad las informaciones registradas para ponderar a los países en sus respectivos rankings. Los países y sus líderes más proactivos toman estas informaciones para ver qué pueden mejorar, pues saben que ese importante instrumento sirve de guía a los potenciales inversionistas para tomar decisiones.

La República Dominicana salió en el ranking 98/138, con un promedio de evaluación general de 92/138. En el 2014-2015 ocupamos el lugar 97/144 países y en el 2015-2016 quedamos en la escalera 98/140, con un valor de 3.86. Ahora, ocupamos el “sitial” 98/138 con un valor de 3.94.

Si hay un país que ha realizado reformas en la plataforma del Estado ha sido República Dominicana. En los últimos 20 años se han diseñado y aprobado decenas de leyes a fin de hacer de nuestro “Ogro filantrópico” más eficiente, más eficaz y con mayor calidad en los servicios públicos. Lo que resalta, pues, no es la ausencia de un conjunto de normativas jurídica que nos conduzca a un Estado Social y Democrático de Derecho; es la inobservancia, el desconocimiento que impera en la aplicación de las mismas.

Las leyes son necesarias, empero, no suficientes. Dependen mucho de la calidad de los actores políticos, de cómo vean la política, como negocios o para servir, para ascender económicamente y socialmente; pero, al mismo tiempo, depende de las fuerzas sociales (económica, académica, intelectuales, culturales) que prevalezcan en la sociedad, que sirva de peso y contrapeso a la ignominia de la clase política en el poder. La organización social y con ello, la estructura social, acusan una enorme debilidad que no guarda simetría con la infraestructura.

Cuando el Foro Económico Global mide el apartado de Ética y Corrupción alcanzamos el nivel 8 en el mundo y el 5 de la Región en materia de corrupción. Uno de los factores más problemáticos para hacer negocios, es palmariamente, la corrupción con una valoración de 18.8/20. Si correlacionamos el Pilar Institucional con una valoración de 123/138 con el Pilar Infraestructura: 101, nos daremos cuenta de una asimetría, de un enorme vacío del orden social y de las estructurales sociales, de un desbalance ciclópeo entre la Superestructura y la Infraestructura. Esa falta de alineación, merced a una clase política insaciable en la búsqueda del dinero fácil a través de la desviación y una ausencia de los actores estratégicos (poderes fácticos) ora por conveniencia a corto plazo, ora por complicidad u ora por falta de visión; encontrará inexorablemente el espacio de la ruptura de ese orden social desinstitucionalizado.

El Foro Económico Global 2015-2016 en el Pilar Institucional nos dijo lo siguiente:

  1. Confianza del Público en los políticos (125/140)
  2. Favoritismo en las decisiones de puestos gubernamentales (126/140);
  3. Malgasto de los Fondos Públicos (116/140);
  4. Comportamiento Ético de las firmas (130/140);
  5. Confianza en Servicios policiales (137/140);
  6. Crimen organizado (112/140);
  7. Manipulación de Fondos Públicos (134/140);
  8. Independencia del Poder Judicial (105/140).

En el 2016-2017, esos mismos indicadores del Pilar Institucional quedaron así:

  • Confianza del público en los políticos (130/138);
  • Favoritismo en las decisiones gubernamentales (128/138);
  • Malgasto de los fondos públicos (111/138);
  • Comportamiento ético de las firmas (130/138);
  • Confianza en servicios policiales (133/138);
  • Crimen organizado (111/138);
  • Manipulación de fondos públicos (133/138);
  • Independencia del Poder Judicial (127/138);
  • Costo del negocio por el crimen y la violencia (122/138).

Requerimos mejorar el Capital Institucional en el que se encuentran la Efectividad Gubernamental, la Calidad Regulatoria del Estado, el Imperio de la Ley y el Control de la corrupción. Sin el mejoramiento de éstos la inversión extranjera sana se aleja, el clima de negocios se enrarece, pues la falta de reglas claras y transparentes los ahuyentan; así mismo, los costos de producción aumentan como consecuencia de transacciones no registradas en los estados financieros de las empresas (sobornos, tráfico de influencia, corrupción burocrática, captura del estado).

No es negando como el avestruz informes de prestigio internacional como vamos a hacer desaparecer esta enorme corrupción, como hacen algunos apologistas, incluso, ofendiendo el discurso y la práctica social de Juan Bosch, al querer ponderar que los gobiernos de Danilo Medina se parecen al de Juan Bosch y que el ejercicio del gobierno actual es “pulcro y transparente”.

Recientemente un Estudio de la firma española Llorente y Cuenca abordaba la corrupción en América Latina y esbozaba con respecto a nuestro país “Un país salpicado por la corrupción y el narcotráfico. “Sitúan, según el Periódico digital acento.com.do, a República Dominicana como una de las capitales de la corrupción de América Latina. La corrupción y el clientelismo político se han repetido en varias ocasiones a lo largo de la historia. La debilidad institucional y el espacio hegemónico del PLD, han colocado el país como uno de los más corruptos”.

Sigue existiendo un enorme atraso social por la calidad y la decencia de los actores políticos en el poder. Han construido un estado informal que lastra y destruye al formal. Han generado toda una creatividad e innovación para saltar los límites de la legalidad. Han “legitimado” con sus acciones y hegemonía un verdadero trastrocamiento de la institucionalidad en su afán por la riqueza, por la codicia sin par. Se inventan los concursos para la construcción de escuelas, pero al mismo tiempo, crean mecanismos informales para burlarlos. Lo formal, hermoso y bien, lo informal que es la verdadera práctica, lo real, en el camino de la putrefacción y el espanto, se impone.

Hacen escuelas y compran terrenos. ¡Excelente! Pero luego nos damos cuenta de la extraordinaria sobrevaluación. 4% del PIB para la Educación, una demanda ciudadana, una Ley. ¡Qué horror, que desastre en su ejecución y el régimen de consecuencia no aparece! Somos, quizás y sin quizás, la sociedad con menor índice de judicialización de los expedientes de corrupción del mundo. Juan Bosch en su libro Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo, argumentó: “Cuando actúan en función política, los hombres no son buenos ni son malos; son los resultados de las fuerzas que lo han creado y los mantienen, y con cierta frecuencia son juguetes de esas fuerzas o son beneficiarios”

¡Los actores políticos clave en el poder se han constituido en el presente, en la prolongación de lo peor del pasado como fuerza conservadora con todo el acantilado de la corrupción de ese pretérito y de hoy, superando y creando una nueva casta económica a la luz de los resortes del Estado!