Poco a poco estamos entendiendo que la protección de los recursos naturales toca los aspectos más sorprendentes de la vida de los seres humanos. Por esta razón, el medio ambiente constituye un elemento transversal dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
La agenda 2030 de las Naciones Unidas para promover el desarrollo sostenible unifica las nociones de bienestar social y de medio ambiente saludable. La protección de los recursos naturales es uno de los ejes que completa el aspecto social y el económico del desarrollo. Aunque haya ciertos objetivos específicamente relacionados con el medio ambiente, este es un elemento transversal de los ODS y, por tanto, tiene un papel relevante en las estrategias propuestas.
Para lograr estos ambiciosos objetivos no nos cabe duda que se necesita lograr un “reseteado mental” rápido en muchos aspectos de la vida cotidiana. Para fomentar los cambios hay que poder influir desde la más tierna infancia sobre las mentalidades de los futuros ciudadanos del mundo, sobre los consumidores y los gobiernos.
Se ha demostrado que cada persona deja una huella de carbono en el planeta según el consumo que realiza y tipo de hábitos con que se desenvuelve día a día. ¿Cómo nos alimentamos? ¿cómo realizamos las compras diarias? ¿qué consumo energético hacemos? ¿qué medio de transporte utilizamos? son parte de estas huellas que dejamos y que contribuyen al calentamiento global y al deterioro del planeta.
Las generaciones de baby boomers y generación X, así como las de los mileniales, se han beneficiado de un sinnúmero de comodidades que los avances técnicos y la sociedad de consumo han permitido producir y desarrollar a escala planetaria.
Muchos artefactos que no existían en los años 50 han hecho irrupción en los mercados y se han hecho indispensables, como los pañales desechables (que en algunos países llegan a alcanzar el 14% de los residuos), las servilletas higiénicas desechables, las fundas y los envases plásticos, por ejemplo.
Con la educacion se busca concientizar sobre nuestros actos y necesidades, a fin de adecuarlos a una visión de sostenibilidad medio ambiental y también de lucha contra la pobreza que es uno de los grandes obstáculos a esta sostenibilidad.
Productores y gobiernos deben considerar el desarrollo sostenible como una oportunidad económica y no como una amenaza. La investigacion y la innovación son factores clave, ya que pueden ayudar a reducir los costes de las soluciones existentes, aportar nuevas, favorecer el emprededurismo y amplificar los posibles beneficios de un hallazgo sostenible más allá de las fronteras nacionales.
En el caso de los consumidores, estamos frente a un proceso que pone en tela de juicio estilos de vida y hábitos de consumo, se trata de un cambio de chips y de un compromiso.
Así, por ejemplo, si bien sabemos los beneficios de la lactancia materna para la salud, tanto de la madre como del hijo, poco se comenta sobre los beneficios que el amamantamiento aporta al medio ambiente. La leche materna es un producto natural renovable, que no requiere de otros recursos para su creación. La elaboración de leche materna, no genera contaminación y además no se necesitan fábricas contaminantes para elaborar este producto.
Son muchos los ejemplos que podemos encontrar para resetearnos, como el de consumir productos locales. Entre dos productos de una misma calidad, el producto fabricado localmente tiene una huella de carbón menor que el producido del otro lado del mundo. El asunto es comprar local.
También está la reducción de nuestro consumo de carne si se toma en cuenta que la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO) sugiere que la ganadería es responsable del 14,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre: la misma cantidad generada por todos los autos, aviones, barcos y trenes del mundo. El crecimiento de este sector plantea desafíos para la biodiversidad, el acceso sostenible al agua y, el cumplimiento de los acuerdos para limitar la subida de la temperatura media del planeta.
Otra faceta que debemos cuidar es la correcta disposición de los deshechos solidos. Se está demostrando cada día que la promoción de las 3R (Recicla, Reduce, Reúsa), desde las escuelas, así como una verdadera política planificada de reducción de uso de las fundas plásticas y de los plásticos en general, como la que está imponiendo poco a poco la Unión Europea, son acciones a las cuales no podemos dar muchas largas.
Después de la promulgación de una legislación restrictiva sobre las fundas plásticas, casi tres europeos sobre cuatro indican haber reducido su consumo de éstas según el Euro barómetro. En mayo de 2018, la Comisión Europea propuso una serie de medidas que van desde la prohibición del uso de productos de uso único a la obligación de reciclar.
Son medidas diferentes para productos diferentes, tomando en cuenta que los plásticos -incluyendo artefactos para la pesca- constituyen el 70% de los residuos sólidos encontrados en los litorales, según AWI Litterbase.
Las nuevas normas europeas introducirán la prohibición del uso del plástico en determinados productos. Los productos de plástico de un solo uso no podrán comercializarse cuando haya alternativas fácilmente disponibles y asequibles.
Los productores contribuirán a cubrir los costes de la gestión y la limpieza de residuos, así como de las medidas de sensibilización en relación con los recipientes alimentarios, los envases y envoltorios (por ejemplo, de patatas fritas y golosinas), los recipientes y vasos de bebidas, los productos del tabaco con filtro (por ejemplo, colillas), las toallitas húmedas, los globos y las bolsas de plástico ligeras. También se ofrecerán a la industria incentivos para desarrollar alternativas menos contaminantes a esos productos.
En nuestro país, los platos y envases producidos por la compañía dominicana Green Depot son un ejemplo de cambio de mentalidades. Luego de participar en limpiezas de playa y percatarse de que gran parte de la basura que recibíamos eran de foam, el joven ingeniero industrial Porfirio Báez inició la fabricación de platos y envases desechables sin químicos, realizados a partir de yaguas. Es una producción que sirve a más de 100 personas de seis comunidades rurales y gracias a la cual el impacto ambiental compite con el impacto rural, generando recursos para los campesinos y transformándolos en celosos guardianes de las palmas y de su medio ambiente.
Este es el camino. Si queremos preservar la vida en el planeta es imperioso cambiar las formas de producción, de distribución y consumo. Para eso hay que forjar conciencia y tomar medidas desde la cuna. No hay de otra.