“Entre las múltiples dimensiones que presenta la desigualdad, dos han merecido particular atención por parte de la política fiscal: la relacionada con la distribución personal del ingreso por hogares y la proveniente de las disparidades sociales y económicas)”

(Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe, CEPAL).

Le decía una amiga a otro amigo: “Lo que tú dices no me deja ver lo que tú haces”. Así es de manera cardinal la política de un Estado. A través de la fiscalidad nos damos cuenta del alcance de sus dimensiones económicas y sociales, a cuales sectores realmente se está dirigiendo y como se constituye en un verdadero ente regulador en sus distintos roles, para coadyuvar al bienestar de la gente en su conjunto.

Los impuestos, nos dicen Joseph E. Stiglitz y Jay K. Rosengard en su libro La Economía del sector público, pueden dividirse en dos grandes clases: “los impuestos directos sobre las personas físicas y sobre las sociedades y los impuestos indirectos sobre una amplia variedad de bienes y servicios”. En el marco del rol del Estado, éste propicia el flujo circular de la renta, que es el conjunto de interactuaciones o transacciones que se establecen entre los distintos agentes económicos.

La fiscalidad implica pues, la capacidad que tiene el Estado para recaudar dinero a través de los impuestos. En el año 2019 el Estado obtendrá un 15.9% del PIB de ingresos. En los países con mayor grado de equidad y desarrollo, el grueso de los impuestos son directos. En cambio, en países como el nuestro el peso recae sobre los impuestos indirectos (ITBIS: 8.4% del 15.9% de la presión tributaria. Según la CEPAL, los ingresos de América Latina y el Caribe son: en América Latina con 16 países, el promedio es de 18.1 del PIB; en Centroamérica, República Dominicana y México, es de 16.9; en América del Sur con 8 países, el promedio es 19.7 y en el Caribe con 12 países, es de 27.6.

Los sectores medios, pero sobre todo pobre y vulnerable, no tienen forma de cómo evitar la elusión, evasión y fraude fiscal. “La elusión es la búsqueda de vacíos legales para pagar menos impuestos. La evasión, es cuando se ocultan deliberadamente ingresos para pagar menos”. El fraude fiscal más poderoso con la fisonomía de la captura del Estado es propiamente, vulnerar las normativas para obtener más dinero. Vale decir, obtiene ahorros a través de los impuestos que dejan de pagar. En nuestra sociedad estas figuras impositivas abarcan entre un 42 a un 45%.

Veamos el grado de desigualdad que se expresa en la sociedad dominicana con respecto a los impuestos del presupuesto del 2019:

  1. Impuesto sobre la propiedad RD$28,981.8 = 0.7;
  2. Impuestos internos sobre mercancías y servicios RD$361,600.6 = 52.4%;
  3. Impuestos sobre bienes y servicios RD$226,268.9 = 43%;
  4. Itbis Interno RD$120,472.9.
  5. Itbis Externo RD$105,796.9.
  6. Impuesto sobre la Renta de personas físicas RD$ 56,920.4 = 1.3%.
  7. Impuestos sobre los ingresos de las empresas corporativas RD$109,564.3 =2-5.
  8. Impuestos específicos sobre los hidrocarburos, Ley 112-00, RD$ 39,533.2.
  9. Impuestos Selectivo Ad-Valoren sobre hidrocarburos, Ley 557, RD$ 22,822.8
  10. El Impuesto sobre mercancías y servicios representan el 52.4 de los ingresos, que son RD$689,930.5.

Como vemos, los impuestos son mayormente regresivos, indirectos; los pobres pagan más impuestos relativamente que los ricos. Mientras un rico gasta solo menos de un 10% en sus necesidades vitales, los sectores más excluidos gastan el 100% y le falta hasta un 55% para completar el mínimo vital. La presión tributaria sería para todo el año 2019 de 15.9% del PIB; en cambio, el gasto público oscila en alrededor RD$765,455.9, que viene a ser el equivalente al 17.7% del PIB. Esto significa 2.7% de gastos y/o inversión que tienen que cubrirse endeudándonos.

La política más dañina de crisis fiscal y endeudamiento es lo que nos ha llevado a un 53% del PIB. Sin embargo, lo más peligroso es lo que tenemos que pagar de intereses, capital y amortización: 43 pesos de cada cien que recauda la economía. Solo en intereses pagaremos RD$147,887.11, equivalente a 3.4% del PIB. El pago de la deuda pública para el 2019 es de RD$156,354.7 y los préstamos de RD$231,880 millones de pesos.

A partir del 2008, el gobierno de entonces, asumió una política fiscal expansiva fruto de la crisis de la Subprime o hipoteca basura que derivó en una crisis financiera mundial. Crisis y recesión demandan de esta política fiscal; no obstante, superada, nos encontramos desde allá hasta hoy, agosto de 2019, con la misma política expansiva cuando a partir del 2009 debimos de asumir una política contractiva. Es por ellos, los déficits fiscales y los endeudamientos. Aumentamos cada año, promedio, entre un 10 a un 15% los presupuestos.

¿Cómo sabemos si un gobierno es progresista o conservador? Por lo que hace con el dinero que recauda, por su capacidad reguladora en la economía, en la sociedad, por la visión que tenga sobre la función redistributiva, función estabilizadora y la capacidad que tenga de crear y suministrar bienes y servicios de calidad. En nuestra sociedad, el gobierno gastará en todo el 2019, $186,407.3 millones en remuneraciones, equivalente a 4.3%. La nómina pública tiene 634,407 empleados, sin contar: Junta Central Electoral, Suprema Corte de Justicia, Congreso, una parte del Banco Central y una parte del Banco de Reservas y la UASD. El Presupuesto en gasto será de RD$765,455.9 millones y solo gastará en Justicia, Orden Público y Seguridad RD$38,078.3, igual a un 0.9% del PIB.

En Salud, el gobierno solo aporta para el 2019 RD$81,262.6, igual a 1.8% del PIB y a 10.6% del gasto presupuestado total. El gasto de capital para todo el año es de RD$121,549, que es 2.8% del PIB y solo 15.8% de todo el gasto presupuestado, que es de RD$765,455.9 millones de pesos, mucho menor que el pago de intereses de la deuda. Este es el retrato fiel de la realidad económica y social, sin embargo, el peso de la propaganda, de la publicidad, el ritmo acompasado del statu quo que nos venden un país diferente. El contoneo sempiterno de la gloria ha llevado a algunos “historiadores” a decir que éste ha sido el mejor gobierno que jamás hemos tenido.

El Coeficiente de Gini, que expresa la desigualdad, no nos deja bien situados. Mejoró en el 2013 y 2014, sin embargo, volvió a distanciarse. Hoy hablamos de 0.449. Allí donde el 10% de la población más rica concentra el 53.7% de los todos los ingresos. Estamos en una sociedad donde el 20% de la población que se sitúa en el Quintil 1, del más pobre, tiene que hacerle frente a una CANASTA QUE SE ENCUENTRA EN RD$14,157.40.

El salario mínimo mayor del sector no sectorizado se encuentra ahora en RD$17,610.00 pesos mensuales (10% de los empleados formales). Las medianas empresas RD$12,107. Las pequeñas RD$10,728. Los Vigilantes RD$15,000.00 y los trabajadores del campo RD$400.00 por día. Todavía no se han discutido los salarios de los sectores sectorizados tales como: Turismo, Zonas Franca. En Turismo el salario mínimo mayor es RD$10,355.75, el mediano RD$7,605.00 y el menor RD$6,686.10. En Zonas Francas de RD$10,000.00.

El promedio de los 5 quintiles del Banco Central se encuentra en RD$30,832.30. Veamos:

1 Quintil 1: RD$14,157.40

2) Quintil 2: RD$20,174.80;

3) Quintil 3: RD$24,714.33;

4) Quintil 4: RD$32,173.07;

5) Quintil 5: RD$62,774.03.

Promedio Nacional: RD$30,832.30.

Los servicios públicos, en pleno Siglo XXI, son de pésima calidad. Abogamos para que un día los funcionarios, los hijos y los nietos tengan que ir a los hospitales públicos por ley. El transporte público, definitivamente, es un desastre. Te indica la enormidad de la desorganización social. La estabilidad en el consumo de energía es la de peor calidad y la más costosa de toda la región. Nadie, por más pobre que sea, consume agua del sistema público, de ahí el crecimiento de las empresas que venden este preciado líquido.

Todo esto es la actuación del sector público en la economía que constituye la real política económica. En Dominicana el gasto primario está en el promedio de la región; no obstante, no así en la calidad del mismo que tiene que ver, en gran medida, con la calidad de vida, con el nivel de vida y el bienestar. Lo que se busca hoy en día, a través de una efectiva política económica, es el desarrollo humano, más allá del crecimiento del PIB (necesario, pero no suficiente). Es la esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización, el salario minino vital, el nivel de vida, vale decir, el PIB per cápita, la tasa de empleo y la formalidad en la economía.

Como nos dice Jean Tirole, Premio Nóbel de Economía, en su libro La economía del Bien común “La economía no está ni al servicio de la propiedad privada y los intereses individuales, ni al de los que querrían utilizar al Estado para imponer sus valores o hacer que sus intereses prevalezcan. Rechaza tanto la supremacía del mercado como la supremacía del Estado. La economía está al servicio del bien común, su objetivo es lograr un mundo mejor…”.