Estamos llegando a los días finales de otro año más. Nos encontramos bajo la euforia que vivimos cada año para estas fechas: corredera por compromisos familiares, compras de toda índole, visitas a todas partes, cumplir con lo que no hicimos en todo el año. Pareciera como si el día de mañana fuera a ser algo diferente de lo que fue hoy, ayer, o de lo que será mañana.
Tan solo ver las noticias en la prensa escrita sirve para darnos cuenta de que hoy es un día igual que ayer. Seguimos movilizándonos con los mismos resortes de todos los días, y así seguirá siendo después del esperado cañonazo.
Y las noticias no son muy halagüeñas. A pesar del anunciado 7% en crecimiento económico por parte del Banco Central, el Ministerio de Salud Pública reporta el fallecimiento de 3,212 niños en el primer mes de nacimiento y 176 las muertes maternas, en lo que va de este año. Ojalá que el crecimiento económico se midiera en cantidad de nacimientos saludables, y no por la producción de bienes y servicios, los cuales, generalmente superfluos, no reflejan el nivel de poder adquisitivo de toda la población. O quién sabe si tal vez pudiéramos valorar nuestro crecimiento económico por los altos índices escolares de nuestros estudiantes de las escuelas públicas, tanto urbanas como rurales.
De igual forma estamos en nuestra sociedad con la situación política. Un terrible proceso de jerarquización de la dádiva, sin recordar apenas lo que reza la Constitución en su artículo 7 donde describe al país como un Estado Social y Democrático de Derecho ´´fundado en el respeto de la dignidad humana¨ y en su artículo 8 que señala ¨es función esencial del Estado, la protección efectiva de los derechos de la persona, el respeto de su dignidad y la obtención de los medios que le permitan perfeccionarse de forma igualitaria, equitativa y progresiva, dentro de un marco de libertad individual y de justicia social, compatibles con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos y todas.¨
La situación difícil no se limita a nuestro país, puesto que a nivel mundial no existen mejores perspectivas. Solo hace falta ver lo difícil que ha sido entrar en un acuerdo para fijar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, mejor conocidos como GEI, para conseguir detener el aumento de las temperaturas que están provocando el cambio climático. Las contradicciones entre potencias y la promoción cada vez más agresiva del mercado, junto a la intervención de los recursos naturales en producción de tecnología, está poniendo en riesgo, digamos, el más importante bosque a nivel planetario, la Amazonía, bajo la amenaza de mineros, leñadores y agricultores, destruyendo no sólo los recursos naturales, sino 10 mil años de civilización humana en perfecta armonía con la naturaleza, como nosotros, verdaderos salvajes, jamás podremos aprender a vivir.
Pero muy a pesar de la difícil situación presente, hemos visto la presencia también de luces que acompañan el camino: la participación de Greta Thunberg, una niña de 16 años activista por la lucha contra el cambio climático en la Cumbre COP24, iniciativas por la recuperación de ecosistemas terrestres, fluviales y marítimos por el llamado de la atención sobre las situaciones críticas que provocan su inadecuado manejo, las decisiones de modificación de los patrones de consumo en importantes niveles de población, dan muestra de que habrá un verdadero nuevo año después del cañonazo. Podemos formar parte de estas pequeñas acciones que harán de cada año de nuestra vida, un nuevo año que se mueve hacia adelante, y no queda estático, dando vueltas sobre lo mismo. Trabajemos por ello.