El tiempo es la “biografía” del mundo y de los hombres. Es  historia de las conquistas, las derrotas y las emancipaciones de los individuos y de los pueblos. Es “momentum” para dejar rodar las utopías por el camino a la esperanza para vencer el miedo. Como dijera Melvin Lasky: “Las utopías se escriben a partir de la esperanza y de la desesperación. Son modelos de estabilidad concebidos con ánimo de contradecir. Son acciones (…) en nombre de valores e ideales (…). Son interpretaciones del orden existente y muchas veces, programas de cambio”.

Hablar del miedo al tiempo desde la Filosofía es reflexionar sobre el tiempo vivido y el tiempo por vivir, salvando los tiempos de crisis y disfrutando los tiempos de bonanza. Como expresa Heinz Bude (2017) en su libro “La Sociedad del miedo”: “el miedo es un tema que nos incumbe a todos. Acompaña al individuo, tanto en las relaciones interpersonales como en el ámbito del trabajo, la familia, la educación, la política o la economía. Este miedo que caracteriza a la sociedad actual es un síntoma de incertidumbre, que conlleva cierta dosis de desasosiego, rabia y amargura”.

Para realizar un abordaje filosófico más amplio del tema hemos entrevistado al filósofo mexicano Héctor Rodríguez Montes de Oca, Doctor en Ciencias Filosóficas de la Universidad de la Habana, Cuba. Maestro en Administración de Tecnologías de la Información del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad de la Salle de México, Licenciado en Psicología con título otorgado por la Secretaría de Educación Pública. Catedrático de la Universidad Tecnológica Latinoamericana el Línea (UTEL). Reside en la Ciudad de Querétaro, México.

HRC.: ¿Con cuáles miedos  encontró el COVID-19 a los ciudadanos del mundo y de modo especial a los latinoamericanos?

HRMO: El COVID-19 trajo consigo miedos que se hicieron realidad. Miedo a la muerte, miedo a enfermarse y miedo a perder el empleo entre otros tantos. Los Latinoamericanos que trabajan bajo la informalidad tuvieron que afrontar esta pandemia bajo “La supervivencia del más fuerte”. Ahora en la desescalada de la pandemia hay mucho miedo a regresar a la nueva normalidad, al trabajo, a la escuela, a la universidad, al cine, a la vida. Miedo al porvenir.

HRC: ¿Qué puede decir la Filosofía del COVID-19?

HRMO: La filosofía en su estado más puro es una forma reflexionada de vida. Hace referencia a cómo vivimos acorde a lo aprendido, lo sugerido, lo leído e Inclusive, lo inconsciente. La Filosofía debe ayudarle al ser humano a vivir su vida con el COVID-19, con cuidado, pero viviendo. También es momento de volver a lo básico, que en ocasiones puede resultar muy complejo: Vivir con precaución, pero sin miedo, siendo solidarios y más humanos. La Filosofía debe generar rutas lógicas para continuar con los proyectos de vida y perseguir  logros que aparentemente son inalcanzables. Y también debe aportar rutas éticas para aspirar a una vida buena en todo sentido. Aunque no hay una Filosofía del COVID-19 como tal, lo que sí existe es un modo de vida individual y colectiva fundamentada en valores que hace posible la solidaridad, la compasión, justicia y la esperanza.

HRC. ¿Por qué debe preocuparle a las personas y a las instituciones la “sociedad del miedo” alimentada por la percepción sostenida del riesgo?

HRMO: Una de las misiones del filósofo en estos tiempos es eliminar la preocupación por la ocupación. Promover la ocupación desde otros medios y otros enfoques activos, por ejemplo es momento de propagar los Estudios Filosóficos fuera de la academia como los griegos en jardines, plazas, en el ágora y en convivencias cotidianas. El miedo ha sido y será el combustible que alimenta la sumisión, la dictadura y la autocracia. El miedo debe dejarse como el instinto básico que nos protege del peligro. Es nuestra tarea ayudar a administrar el riesgo y la incertidumbre de los individuos y sus comunidades. Tanto en tiempos normales como en tiempos de crisis y emergencias el filósofo debe contribuir al  conocimiento que forme a las personas para la reflexión colectiva para evitar ser manipuladas.

 

HRC. ¿Los sufrimientos e incertidumbres propias de la sociedad del miedo pueden generar enfermedades mentales colectivas?

 

HRMO: El colectivo manipulado siempre es un riesgo. La histeria colectiva es más contagiosa que cualquier virus y la multitud silenciosa es más peligrosa y dañina que el COVID-19. Esta época dejará muchas secuelas emocionales, mentales y físicas. El miedo les conviene a muchos, la seguridad a pocos por desgracia. El pueblo enardecido y miedoso es más fácil de manipular que uno consciente y sin miedos infundados. Las últimas generaciones (postmillennials, y generación de cristal) tienen miedo al tiempo mismo, a crecer a pensar, a vivir. Otros muchos adultos mayores excluidos también tienen miedo al tiempo porque creen que lo nuevo matará sus tradiciones, sus oportunidades de

subsistencia y temen al envejecimiento indefenso. Las crisis despiertan muchas fobias. El COVID-19 ha revivido la “cronofobia” o miedo al paso del tiempo, que es un trastorno de ansiedad que incapacita para ver el tiempo que pasa como un escenario para vivir la vida, luchar por la subsistencia y dejar huellas. También ha revivido la xenofobia, como expresión de miedo al extraño y ahora al infectado del COVID-19.

 

HRC. En el siglo XXI se están generando muchos cambios. Después de la pandemia muchas cosas cambiarán, ¿qué cambios debe experimentar la sociedad para lograr más seguridad y manejar la incertidumbre en tiempos de crisis?

 

HRMO: La certidumbre en siglo XXI se ha vuelto muy relativa y casi inexistente. La sentencia de Tales de Mileto “Lo único constante es el cambio”, está siendo el sello del siglo y de la época. No podemos dar certidumbre ni ofrecerla porque no la hay,  esto lo debemos  entender porque de lo contrario estaremos fuera de la realidad y sufriendo sin necesidad alguna. La sociedad debe ser adaptable y abierta totalmente al cambio porque lo de ayer es muy  probable que hoy sea obsoleto. No hay que aferrarse a nada más que a los conceptos y a todo lo que no cambia, el amor, la inteligencia, la solidaridad, la adaptabilidad que son inmutables, cambiaran sus características con el tiempo pero seguirán siendo en esencia lo mismo. De ahí, que más que aferrarnos a lo viejo, es necesario nutrir, entender y disfrutar el presente y el futuro. La sociedad debe ser más tolerante y más sensata para afrontar los cambios. La incertidumbre surge de la incomprensión del cambio.

 

HRC. Después la caída del Muro de Berlín (1989), ¿no resulta extraño el que algunos países  hayan decidido  construir muros para enfrentar supuestos “miedos” y defenderse de sus vecinos?

 

HRMO: Hay muchos “muros” en nuestra Latinoamérica, la xenofobia es una de tantas barreras y muros entre países.  Lo ideal es que los pueblos no se vuelvan “invisibles” a los otros, sino testigos y socios de destinos y causas comunes. Es necesario crear espacios nacionales e internacionales para estimular la conciencia del pueblo Latinoamericano para que “no tenga miedo”. Es tiempo de crear puentes de solidaridades gestionadas en un clima de respeto, coherencia, sensatez y de cariño.

 

HRC. Desde la óptica de una globalización positiva para formar una comunidad global basada en una ética mundial y la solidaridad y una paz mundial, ¿Coincide esta idea con el pensamiento latinoamericanista de Vasconcelos?

 

HRMO: Hay muchas diferencias para pensar en términos absolutos en tantos conceptos. Ahora bien la verdad, el bien y la paz deben ser conceptos universales aceptados por todos. La ética es universal lo único que cambia es la aplicación y adaptación social. En el momento en que un país pobre se asocie con un rico en igualdad de condiciones y ambos tengan beneficios (en medida de sus aportaciones) habrá una globalización positiva. La concepción de “Raza Cósmica” de Vasconcelos fue una hermosa premisa enfocada en el pensamiento y la unión intelectual de Latinoamérica para proyectarse al mundo de manera cósmica: trascendiendo el tiempo, la memoria y al mundo. La “Raza cósmica” va más allá del territorio, de la nacionalidad y del pensamiento, tiene un alcance infinito.. La “Raza Cósmica” esta ahí presente. Cada vez que un Latinoamericano se capacita más, estudia más, trabaja más hay un mejor ser humano y un miembro más de la “Raza Cósmica”. No estoy seguro de que se logre la paz mundial,  ni si llegaremos  a una comunidad global, pero de lo que si estoy seguro es de que existe  la “Raza Cósmica”. Usted y yo somos miembros vitalicios.

 

El despedirme del doctor Rodríguez Montes de Oca compartí con él  lo que dijera su paisano Alfonso Reyes: “hoy por hoy los latinoamericanos tenemos el derecho, acaso tenemos el deber, de ser algo profetas, por lo mismo que, ante los desastres del mundo y las agonías de la especie, pretendemos aún perdurar”. De esto estoy convencido, sé que también él lo estará.