La República Dominicana tiene más de una década observando pacientemente la discusión sobre el Proyecto de Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos. En todo este tiempo hemos escuchado argumentos contra argumentos. Cada día que pasa el Proyecto de Ley indicado es un tema presente en los diferentes medios de comunicación. Se puede afirmar que es uno de los temas más mediáticos y que refleja hostilidad entre actores y tendencias partidarias. Esto es así porque el movimiento que se produce en torno a este Proyecto es para que no se apruebe nunca. Habrá que desmovilizar a los actores y sectores interesados en mantener a la ciudadanía entretenida con este tema, mientras los problemas graves del país se quedan flotando. Habrá que hurgar, también, para identificar qué beneficios obtienen los que mantienen esta confrontación con un tema recurrente. Esta lucha de poder, antes que formar a los ciudadanos, los expone diariamente a tener que escuchar y vivir disputas que violentan las normas de educación, las reglas del análisis y de la discusión razonada de ideas y de propuestas.
Este comportamiento hostil impacta el ánimo de la sociedad. El factor que más influye en las tensiones políticas actuales es el bloqueo que afecta el estudio y la estructuración coherente y lógica de este Proyecto de Ley. Los obstáculos que legisladores y líderes políticos crean para que el Proyecto continúe en el aire responden a una postura que niega el orden y la transparencia en los Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos. Obedece, también, a una actitud que refuerza la cultura caracterizada por el manejo discrecional de los recursos económicos que reciben del Estado Dominicano. Esta cultura es más visible cuando los informes de los fondos que reciben se presentan incompletos o sencillamente no se presentan. Asimismo, muestran un comportamiento de los líderes políticos y afiliados de legitimar prácticas que ponen en evidencia la concentración de poder y el uso desmedido de este. Además, reflejan la imposición de lógicas y modalidades que buscan beneficios individuales más que colectivos; que ansían bienes particulares, más que institucionales.
Estas evidencias de hostilidad indican cuán difícil es para estos grupos reconocer que estamos en un mundo globalizado, en el cual ya no es posible resistirse a la rendición de cuenta. El proyecto de ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos políticos ha de estudiarse y aprobarse respondiendo a las necesidades del país, no a los deseos de una figura o de un grupo determinado. El Proyecto de Ley puede abrirle paso al cambio social, educativo y político que requiere el país; no solo de palabras, sino de obras. Las razones que harían creíble este cambio están vinculadas a los procesos y resultados que puede generar un proyecto de esta naturaleza, al limitar la corrupción y la impunidad en las instituciones partidarias, en los movimientos y en las agrupaciones políticas; al posibilitar el paso de la autocracia al fortalecimiento de la democracia interna de los partidos políticos. Asimismo, El Proyecto de Ley puede abrirle paso al cambio al establecer un régimen de consecuencia para que los principios éticos funcionen vinculados a la práctica; y se supere el enriquecimiento con los fondos de los partidos políticos.
Se espera que el Proyecto, una vez sea aprobado como Ley, favorezca la creación de una cultura política más madura y congruente con los avances del conocimiento, de la información y de las ciencias. Ha de ser una Ley para fortalecer el desarrollo del país; un desarrollo humano y social justo y con equidad. Trabajemos en la coordinación de esfuerzos para avanzar del ambiente hostil al debate de ideas y propuestas en las que la inteligencia y la educación tengan más participación.