Tecnofílicos del patio han querido instalar en el imaginario colectivo y académico la idea de que el Periodismo ha perdido pertinencia, y, de paso, han planteado el cambio del concepto periodista por comunicador.

¿Qué busca esa idea aventurera hija de la borrachera tecnológica si no es afán de  esnobismo y la pretensión implícita de construirle una plataforma al acentuado desdibujamiento de la carrera, provocado por allegados que no la asumen como arte y profesión apegada a la ética, sino como vulgar negocio donde reinan el dinero, la manipulación, el culto a la personalidad y la extorsión?

Razón científica para declarar la muerte de esta profesión, no tienen. Nunca el Periodismo y el periodista habían tenido más pertinencia como hoy.

El alegato de que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se han llevado de cuajo la profesión, es parte de la estrategia oculta de sensibilización para validar el caos generado por la corporativización mediática, la crisis del modelo de negocios por la imposibilidad de adaptación, el nuevo lugar de los medios en la estructura de poder, el redimensionamiento de las relaciones del trípode poder fáctico- políticos-medios. 

En realidad, en este mundo perdido en la sobreabundancia de información debido al impacto de las TIC (incomunicación), el Periodismo tiene más justificación en tanto su fundamento es investigar entre la bruma de datos para “separar la paja del arroz”, verificar, contrastar y construir historias en diferentes géneros para servirlas a la sociedad mediante diversas plataformas.

¿Cuál de las hermosas criaturas paridas por el Cibermundo cumple con los parámetros del Periodismo? ¿La licenciatura en Influencer iniciada por China y España, o la titulación como desarrollador de contenidos, o el especialista en Marketing Digital? Ninguna. Cada una tiene sus criterios definitorios, bien definidos sus roles.

La Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano aporta a la comprensión del tema.

https://fundaciongabo.org/es/consultorio-etico/consulta/1995.

La facilidad que las nuevas tecnologías ahora dan a los usuarios de las redes sociales para difundir una información sobre un hecho acabado de ocurrir, no implica, bajo ninguna circunstancia, la graduación de esas personas en la carrera.

La función del Periodismo no se agota en la simple difusión por Facebook, Tuíter o Instagram de algún relato sobre el acontecimiento acabado de ocurrir.

Así que la expresión “ahora cualquiera es periodista”, con su preñez de sentido peyorativo, justifica la cualquierización mediática y contribuye al ocultamiento de las causas reales de la crisis de la Prensa y de la situación actual del ejercicio.

Los esfuerzos sostenidos por borrar los linderos del Periodismo para presentarlo como un mercado informativo sin mediación metodológica y ética, y sin el compromiso social de ayudar a construir una sociedad mejor, pretenden ocultar las claves de la crisis que lo gangrena. “La fiebre no está en la sábana”, comenta el pueblo.

Inaceptable el solo intento por desnaturalizar una profesión que para construir democracia usa la palabra (primera expresión del arte), y cuenta con método, técnicas y rutinas productivas.

Si de algo urge hoy el Periodismo es de su reivindicación por parte de quienes lo ejercen con dignidad, con apego a la verdad. Soy periodista, no tengo vergüenza. Así ha de ser la respuesta al reinado de la banalización, el chantaje, la extorsión, las complicidades, los bulos y las fake news.

(5 de abril, Día Nacional del Periodista).