Esto empezó como una rabieta de los senadores que sabían que la noche del lunes 25 de octubre la periodista Alicia Ortega presentaría un informe de sus lamentables actuaciones e inconductas. También sospechaban esos senadores que, tras el informe de la Sra. Ortega, se ocultaban otros objetivos y yacían otras intenciones. Así que decidieron adelantarse y culpar a quien ellos sospechaban que quería culparlos.
Sabiéndose culpables de usufructuar privilegios irritantes e inmerecidos los senadores entendieron que protegían sus posiciones de la vieja política planteando conjuntamente con las que lo afectaba a ellos, la eliminación de todas las exoneraciones, exenciones y privilegios que han sido otorgados con frecuencia y sin justificación a numerosas corporaciones nacionales y extranjeras y que involucran una perdida de ingresos fiscales sustancialmente mayor que las que favorecen a los senadores y diputados. Y eso es verdad. Creían los senadores que al denunciar los privilegios de los ricos, se tomaban venganza y desquite y en cierto modo también tenían razón. De paso, creyeron asestar un golpe al Ejecutivo colocándolo en una posición políticamente inviable y aquí se equivocaron de plano.
Los senadores han confirmado en todas sus partes que el descredito que los acompañaba estaba mas que merecido y justificado y, si bien es cierto que han colocado a las elites en una posición inesperadamente vulnerable no es menos cierto que se han descalificado a si mismos como actores o interlocutores del país futuro. Independientemente del destino final que pueda tener y al margen de la intención real de esos senadores ha servido para varias cosas y todas son importantes:
1.- Ha cambiado el foco de atención del concepto de la reforma fiscal del área de cargas y tributos adicionales para los pobres a la eliminación de exenciones y exoneraciones para los ricos y no importa tanto si algunas de esas exenciones son cruciales ni si pueden en verdad eliminarse, el asunto es que el foco de atención cambió y cambió posiblemente para largo.
2.- Queda puesto en evidencia, por la tremenda acogida que ha tenido la propuesta, que en el país ha madurado la convicción de que los ricos tienen demasiado y que ya es hora de que empiecen a pagar lo que supone una nueva y aterradora convicción de que los privilegios corporativos son ilegítimos y por tanto eliminables.
3.- Toda idea previa de reforma fiscal según los esquemas tradicionales ha sido superada y de ahora en adelante, cada vez que se incurra en un déficit fiscal importante, la población señalará en esta dirección. Y NO ES POCA COSA aunque repito, los senadores hayan reaccionado con una rabieta.