“Las sucesivas edades de la globalización han ampliado nuestra perspectiva y nuestra interdependencia. Hemos aprendido a pensar de forma global. Al comprender nuestra historia común y nuestra vulnerabilidad común… también podemos entender nuestros intereses y valores comunes. De esa manera, también podemos encontrar una vía a la prosperidad y la paz comunes”.                    (Jeffrey D. Sachs: Las edades de la globalización).

 

La sociedad dominicana disfruta de una relativa paz social, de una estabilidad política que data de cerca de 55 años, pero sobre todo, de los últimos 43 años. Camina ahora en un periodo de transición y ruptura, con una recuperación de la confianza. Es tan loable y notable la confianza, ese ángel de la subjetividad subliminal, que nos movemos como si ese fenómeno social de la guerra, que es la COVID-19, no existiera. ¡Se nos olvida ese eclipse que derivó en una tormenta perfecta! Es tan hondo el escalamiento emocional de la confianza que nos olvidamos de que aquí gravitan 27 partidos políticos reconocidos oficialmente.

Nos encontramos en el momento exacto de un gran Pacto político-social que lleve en su seno la necesidad, a mediano y largo plazo, de ir creando un nuevo modelo económico social más inclusivo, que propicie un desarrollo sostenible que supere la exclusión y precariedad en que nos encontramos, más allá de la enorme producción social, de la riqueza que como sociedad hemos ido forjando a lo largo de medio siglo.

Es reflexionar, repensar que la pobreza, la exclusión, la desigualdad y la discriminación no son individuales ni fenómenos en sí mismos de una cultura de la dependencia. Es la mirada de la asunción de que ellas son resultado de las fuerzas sociales estructurales, que la anidan y cobijan bajo el techo de la separación, privación, apartados, infravalorados. Fuerzas sociales que la producen y reproducen como si constituyeran una dinámica social-económica-institucional y cultural normal. ¡Como si fuera un designio del Señor, Oh Dios!

Anthony Giddens y Philip W. Sutton nos hablan de cuatro dimensiones de la exclusión social: “La pobreza o exclusión de una renta o unos recursos adecuados, la exclusión del mercado de trabajo, la exclusión de los servicios y la exclusión de las relaciones sociales”. La exclusión social es la imposibilidad de una persona, de un ser humano, de un individuo o grupo social de participar significativamente en el campo de lo económico, social, político, institucional y cultural.

Cuando en una sociedad se niegan en la praxis social los derechos económicos, sociales, políticos, civiles, culturales, estamos creando una sociedad disruptiva porque la presencia de la exclusión desmadeja y desconfigura la integración. Es la integración social que va moldeando la necesaria cohesión social y ésta crea un círculo virtuoso para la generación de más capital social. Cuando la exclusión social crece, disminuye la cohesión social y con ello todo el potencial de la conflictividad social a través del malestar social. Porque la exclusión implica, de manera inexorable, ineluctable, fracturas en el tejido social y abre el abanico en el que el dique experimenta una ruptura en las coordenadas primigenias de la integración social.

Con la exclusión y la precariedad, que constituyen el marco de la separación, privación, impedimento, se dejan fuera a seres humanos, negándole su realización como persona, como grupo social. Por ello, la exclusión en su impronta crea la fisonomía de discriminación y la desigualdad en la distribución de bienes y servicios que se crean en la producción social. La exclusión es por así decirlo, falta de participación, carencias de oportunidades que al apartarlos de las riquezas en las dimensiones humanas económicas, política, institucional, sociocultural, les dificultan su existencia como tal.

Los seres humanos tenemos cuatro roles: familiar, de pareja, social y ocupacional. Cada uno logra articularse para la realización individual y colectiva. Cuando no logramos armonizar cada uno de esos roles, se producen obstrucciones para el crecimiento y la plena satisfacción de las personas. Antony Giddens, nos recrea de manera lapidaria, gráfica, como se expresa la exclusión: “… la falta de acceso a servicios básicos ya sea en el ámbito del hogar (como el suministro de agua y electricidad) o en el exterior (por ejemplo, acceso a transporte, comercios o servicios financieros). Este tipo de exclusión puede ser individual, cuando determinado individuo no puede utilizar un servicio porque no puede pagarlo o porque desconoce su existencia, o colectiva, cuando un servicio no está disponible para toda una comunidad…”.

Ahora ejemplifiquemos de manera más macro como se expresa en el tejido social dominicano la exclusión y la precariedad en la existencia de más del 50% de la población dominicana:

  • 23% de los jóvenes entre 15 y 29 años son jóvenes Ni Ni (Ni estudian Ni trabajan).
  • El desempleo ampliado actualmente es de 15.6; sin embargo, en los jóvenes es de cerca 31.
  • El aumento del salario mínimo, a las cuatro categorías de empresas no sectorizados implicó, según el Ministerio de Trabajo, un impacto a 1,490,894. Si tenemos actualmente 4, 413,383 empleados que responden al universo total, eso equivale a un 33.7%. Vale decir, de cada 100 empleados que hay en el Sector no sectorizado 33.7% tienen salarios mínimos.
  • Si agregamos las resoluciones que vendrán para los aumentos a los sectores sectorizados: Turismo, Zonas Francas, Construcción, Campos, nos dice que alrededor de más de un 52% de los que reciben salarios se encuentran en el borde del salario mínimo.
  • El costo de la Canasta familiar del Quintil No. 1, que representa el 20% más pobre, está en este momento en $22,636.27. El costo Promedio Nacional de las canastas: $38,419.01. El salario mínimo mayor es ahora de RD$21,000.00.
  • 4% de los ocupados en el Sector Formal alcanzan un nivel educativo igual o superior al Secundario: 40.3. Universitario: 39.1%.
  • Sector Formal: 49.7%.

Sector Informal: 50.3%.

Ocupados Formales: 43.8%.

Ocupados Informales: 54.2%.

  • Población femenina ocupada 15 años o más 2021: Total: 1, 740,303.

Primario: 430,361; Secundario: 637,349; Universitario: 605,573; Ninguno: 67,573

9.) Población masculina ocupada 15 años o más 2021. Total: 2, 673,080.

Primaria: 1, 208,698; Secundaria: 1, 709,755; Universitaria: 431,453; Ninguna: 133,174.

10,) Población Ocupada en el 2021: Total: 4, 413,383;

Primaria: 1, 4459,059; Secundaria: 1, 717,104; Universitaria: 1, 036,474; Ninguno: 200,747.

11.) Sector Formal e Informal 2021.

Total Formal: 2, 030,713.

Total Informal:2, 156,669.

La mayoría de los datos y la información son extraídos del Banco Central en su documento: Mercado Laboral: Enero/ Marzo, del 2021. Nos refleja el grado en que nos encontramos como sociedad desde una perspectiva objetiva, cierta y en el horizonte del pensamiento optimista, combinado con el pensamiento crítico nos lleva a la necesidad de que nos sentemos, en tiempos de paz social y estabilidad política, a diseñar un nuevo Modelo económico social donde la exclusión y la precariedad no sean tan pasmosas y avasalladoras.

Tenemos más de 200,747 trabajadores que no han cursado ni la Primaria, Secundaria ni Universitaria. La posibilidad de una verdadera Seguridad social sostenible en el tiempo, con respecto a las pensiones/jubilaciones abruma de pensarlo, ya que más de 54% no cotiza en el Sistema. En la Tesorería de la Seguridad Social hay 2,036,411 y el universo total de ocupados son 4,413,383, que significa apenas un 46%. De cada 100 trabajadores solo cotizan 46, todo lo cual implica que la solidaridad intergeneracional se achicará, ya que la economía informal, la mayoría no están institucionalmente ni en el Régimen Contributivo ni el Contributivo Subsidiado, a 20 años de la Ley. El 99% de los trabajadores independientes tampoco existe en la Tesorería de la Seguridad Social.

Valoremos lo que hasta ahora hemos realizado como Nación. Validemos lo que es dable asumir en una efectiva evaluación. Y conduzcamos un nuevo vehículo donde cuasi el 60% de la población se encuentra en la necesidad fisiológica o Primaria del célebre psicólogo industrial Abraham Maslow. Posibilitemos en este nuevo tránsito, nuevos escalones de la pirámide social a través de un nuevo Modelo como parte intrínseca de un Contrato Político Social.