Hace varias semanas que el Ministerio de Educación de la República Dominicana está anunciando el inicio de la evaluación de desempeño de los docentes de nuestro país. Parece que este anuncio se convierte en realidad a partir de estos días. Nos satisface la puesta en ejecución de esta política que no debiera ser una noticia excepcional, sino un proceso normal del desarrollo del currículo dominicano. Pero todavía queda mucho trabajo por hacer para que la evaluación del desempeño docente forme parte de  la cultura de la evaluación de la educación dominicana. Esta cultura es la que se debe construir para que el proceso de evaluación no constituya un problema ni provoque pánico en los sujetos que van a ser evaluados y en los que tienen la responsabilidad de aplicarla.

Nos consta que no todos los docentes dominicanos se resisten a ser evaluados. Un porcentaje valora la evaluación; y reconoce que la necesita para cualificar su práctica educativa; para mejorar significativamente su producción intelectual, la calidad de los aprendizajes de los estudiantes y su relación con el contexto institucional y social. Esto se dará si la evaluación del desempeño docente no asume una posición intrapedagógica; sino que  se considera como un proceso que no se agota en el aula y que impacta tanto al centro educativo como a la comunidad en la que este centro está inserto. Reconocemos que otros docentes se resisten cuando perciben que la evaluación de desempeño más que la cualificación de su función busca penalizarlos. Esta percepción se potencia cuando los docentes carecen de información pertinente y a tiempo real sobre el proceso que se va a llevar a cabo. Esperamos que esta desinformación haya sido superada; y que los docentes tengan un nivel de apropiación adecuado del sentido, del alcance y de las implicaciones de esta política.

El Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores-ADP son los responsables de que los docentes tengan la información necesaria sobre el proceso de evaluación de su desempeño. Si son sujetos informados, se implicarán con mayor conciencia y fortalecerán su corresponsabilidad en esta tarea. De igual manera, las madres, los padres y los estudiantes no deben quedar al margen de esta información. La evaluación de desempeño es un proceso que tiene una incidencia alta en la calidad de educación y de los aprendizajes, por tanto no puede ser algo extraño para estos sujetos. Tanto el Ministerio como la ADP han de promover un mayor conocimiento y valoración de lo que supone este tipo de evaluación y qué articulación tiene con los lineamientos del currículo dominicano.

Aprovechemos para que se avance un paso más en la educación dominicana. Y es que la política de evaluación del desempeño, además  de aplicársela a los docentes -hecho que celebramos-, debe aplicarse  también a los gestores de la educación dominicana. Hace tiempo que estamos planteando esta posición. Consideramos que la evaluación es un proceso que debe llegar a todos, porque la calidad de la educación no depende exclusivamente de lo que haga o dejen de hacer los docentes. Estos tienen un rol preponderante, pero los gestores de la educación también inciden positiva o negativamente en la cualificación de la educación del país. Los gestores de la educación no pueden ser meros instrumentos políticos; tienen que asumirse como agentes transformadores de la visión y de la acción educativa. Para ello tienen que investigar y evaluar su propio accionar. Esta carencia de evaluación es lo que hace que muchos gestores de la educación estén obstaculizando el verdadero desarrollo de la educación y distorsionando el sentido genuino de la evaluación educativa e institucional. Es tiempo de que la evaluación de desempeño se le aplique a docentes y gestores, por ser los responsables directos de lo que pasa o deja de pasar en el aula, en el centro y en la comunidad educativa. Asimismo, es tiempo de que la sociedad dominicana no sólo reciba informaciones aisladas sobre la evaluación del desempeño, sino de que se le involucre para que pase de espectadora a masa crítica que acompaña y sostiene procesos  fortalecedores del sistema educativo dominicano y de la participación social.