La oportuna disputa sobre obras de arte visual que se colocan en espacios públicos de las ciudades no se agota con la crisis inducida por el “des-busto” de Juan Pablo Duarte en la Plaza de la Bandera. Se impone ser más incisivo; no se trata sólo de justificar si se parece o no al Padre de la Independencia. Una genuina discusión debe resaltar la baja conciencia urbanística y estética de cientos de ministros, alcaldes, senadores, diputados y regidores que ordenan de forma oportunista, alegre y vulgar, colocar efigies o murales en espacios públicos.
En el 80 aniversario del nacimiento de Winston Churchill, la Cámara de Comunes del Reino Unido, Gran Bretaña, le obsequió al ilustre Premier Británico, un retrato creado por Graham Sutherland. No pasó mucho tiempo para que Lady Churchill ordenara prenderle fuego a lo que se consideraba una obra maestra. El mismo Churchill subrayó “en esa pintura me parezco a un perro bulldog aturdido, un anciano afligido y nunca al estadista que derrotó a Hitler”.
El debate apenas comienza. Sea para reconocer o despreciar las estatuas y pinturas que funcionarios colocan para honrar héroes y líderes o también para censurar su escasa calidad artística. De entrada, es al Ayuntamiento que le corresponde disponer y validar la colocación de efigies, estatuas, murales y bustos en espacios públicos (Ley 176-07). No es competencia de cualquier funcionario gracioso que pretenda honrar a su propia discreción.
Aceptemos que miles de expresiones castradas de arte visual se instalan en las ciudades. Se cuentan por cientos las mediocres, prosaicas y repugnantes esculturas, estatuas, bustos y murales que mal disponen las autoridades en cientos de paredes, plazas y monumentos. Unos lo hacen por carencia técnica en diseño, otros por el perenne lisonjeo de figuras del Estado y los demás por pura politiquería clientelar de “allantar” con el hacer.
En Santiago nos enfocamos diferente. Los Murales de Ciudad “Santiago Corazón Cultural de la Patria”, el Cristo Vive del Jardín Botánico y las hermanas Mirabal, trazan un camino de cómo se debe colocar armónicamente las artes visuales. El Alcalde Abel Martínez, la Directora del Centro León, Amalia León de Jorge y nosotros como Plan Estratégico, nos esforzamos en superar el chapucero tollo visual que impera en muchas ciudades.
Formulamos el diagnóstico de la Agenda de Cultura para el Desarrollo (ACD). Donde muchos artistas confesaron que por necesidad, cumplen lo que sus contratistas piden para monumentos, murales, efigies, esculturas y bustos. En privado, se quejan “nos piden una sarta de simplezas, lavasaquismos y mediocridades, especialmente en escultura urbana”.
Todo visitante de cualquier ciudad del mundo, observa las estatuas en contraste con la nimiedad, ridiculez y baratija de los bustos colocados en República Dominicana. Vamos a poner ejemplos. La Plaza de la Bandera es un santuario de mediocridades en arte visual. El equipo de efigies de las Águilas Cibaeñas que se colocó en el Monumento de Santiago, da pena y vergüenza. El busto ofensivo dedicado a Benito Juárez que se dispuso en el Parque de Villa Olga, ni se parece a Benito, ni a Juárez. El Chilote Llenas del parque que lleva su nombre es realmente un irrespeto a una leyenda viva del deporte.
El busto de Andrés Bello que se encuentra en los verdes y bellos jardines de la PUCMM da tristeza, ahí mismo, la mole de block dedicada al acucioso botánico sueco Erik Leonard Ekman, es realmente deprimente. El Almirante Colón del parque Colon debe quemarse en un pira y el busto a Duarte del parque Duarte, deja mucho que desear.
Realmente en toda la isla hay un concierto a la vulgaridad, tosquedad y grosería en escultura urbana. Hay también exquisitas excepciones. En un país turístico, este hecho nos retrata por el escaso avance del turismo cultural y ecológico. Las atractivas, simbólicas y artísticas esculturas urbanas incentivan la masividad de las visitas guiadas, los cities tour, los selfies, la promoción de las caminatas, los paseos en bicicletas y el recorrido de escolares.
El arte de representar personajes en bustos viene de la antigüedad greco-romana. Fue durante el imperio romano cuando se inició la masiva representación de personajes en bustos para los interiores de palacios, domus y viviendas. Generalmente, el personificado era un héroe, artista, familia o individuo importante.
Los bustos son uno de los modos más antiguos que se utilizaron para representar dioses y héroes mitológicos en el hogar. Los romanos acostumbraban a colocar en el atrio de sus casas, los bustos de sus parientes difuntos, cada uno con una inscripción que indicaba el nombre y sobrenombre. Los representaban con su vestido ordinario o aquel de la mayor dignidad conque habían sido condecorados.
Los bustos son para colocarse interiores, por lo que debemos dar por concluida la etapa de colocar bustos en parques, plazas y espacios públicos. Medias estatuas que inhiben las visitas guiadas, recorridos turísticos y la educación de más de 250 mil estudiantes de Santiago.
La Agenda de Cultura para el Desarrollo que ejecuta el Ayuntamiento, Ministerio de Cultura y CDES, debe atraer a embajadas, empresas nacionales e internacionales para colocar estatuas o efigies solemnes a escala humana, o más altas. Esculturas que expresen los hábitos y conductas principales del héroe, líder o ciudadano que expresen.
Las nuevas estatuas que deben esculpirse en todos los parques y espacios públicos, tienen que estar a cargo del conjunto de artistas visuales de Santiago, seleccionados por un concurso de bocetos, tal como hicimos con los murales de ciudad. Con estas obras agregaremos valor y fortaleceremos la reconquista ciudadana de los espacios públicos.