Las elecciones en Argentina devuelven el poder al kirchnerismo peronista, a pesar del triste legado del Partido Justicia del dictador Juan Domingo Perón. Y plantean, además, la posibilidad de que con el presidente electo, Alberto Fernández, se repita el fenómeno Cámpora, para entregarle nuevamente la presidencia a Cristina Fernández, electa vicepresidenta después de dos mandatos presidenciales mientras se defendía de un extenso expediente de corrupción que estuvo a punto de llevarla a la cárcel.
Héctor José Cámpora fue un destacado odontólogo y fiel peronista que el dictador designó desde su exilio en España como su delegado, ante la prohibición que le impedía regresar a Argentina. Cámpora había sido presidente de los diputados y vicepresidente de la convención que aprobó la Constitución de 1949, que otorgó plenos poderes a Perón. Con el golpe de militar de 1955 que derrocó a su jefe fue encarcelado, pero logró fugarse a Chile.
Como parte de lo que se conoció como Operación Retorno, Perón lo designó candidato de su partido y la victoria electoral de 1973 puso fin al gobierno de la junta militar lo que permitió a Perón regresar a Argentina. Cámpora se juramentó como presidente el 25 de mayo de ese año y renunció apenas mes y medio después, el 13 de julio, convocando de nuevo elecciones para darle de nuevo la presidencia a Perón, quien murió en 1975 dejando en la presidencia a su esposa Isabel. La misma noche del golpe del 24 de marzo de 1976, que devolvió el poder a los militares, Cámpora evitó ser asesinado asilándose con su familia en la embajada azteca. Murió años después en Cuernavaca, México.
La elección del binomio Fernández-Fernández dará inicio, en medio de la incertidumbre prevaleciente, a un nuevo peronismo, bajo el cual han vivido los argentinos desde mediados de la quinta década del siglo pasado, en procesos llenos de inestabilidad y asonadas militares.