La muerte del comandante iraní, Qasem Soleimani, a manos de fuerzas militares estadounidenses en Iraq, vuelve a poner sobre la mesa una realidad incontestable: la compleja situación geopolítica del Oriente Medio y su constitución en espacio estratégico por excelencia para la confrontación de poderes estatales claramente antagónicos. Sin lugar a dudas, este hecho ha generado una serie de expectativas en la comunidad internacional sobre lo que pudiese ocurrir a corto plazo en la región. Sin embargo, es oportuno detenernos, dejar a un lado las conclusiones belicosas vertidas en el marco del caos y el frenesí mediático, e intentar comprender y analizar el contexto actual.

Así las cosas, ¿cuáles son las perspectivas reales o los potenciales escenarios en esta confrontación entre los Estados Unidos de América y la República Islámica de Irán? En este texto pretendo mostrar tres claves para comprender grosso modo la situación: i) la rivalidad entre Estados Unidos y la República Islámica; ii) las dinámicas de poder en Oriente Medio, ¿quién es quién y por qué?, ¿qué tan importante era Soleimani?; y iii) las potenciales consecuencias, más allá de la anunciada “venganza” de Irán.

1. El antagonismo entre Estados Unidos e Irán: ¿es nuevo?

Muchas personas con interés legítimo podrían observar y concluir que la situación actual se constituye en un punto de inflexión aislado del contexto regional, un hecho material (muerte de Soleimani) sin retorno que producirá una hecatombe a nivel global, posiblemente una supuesta “Tercera Guerra Mundial” o guerra convencional. Sin embargo, lo cierto es que la muerte de Soleimani es un peldaño más en una relación antagónica (uno peligroso). Tanto Estados Unidos como Irán, desde la revolución islámica de 1979, se han visto enfrascados en una relación altamente hostil por razones históricas, políticas e, inclusive, totalmente divergentes en cuanto a la visión de estos países para diseñar las estructuras de poder del orden regional en Oriente Medio.

Cabe recordar que uno de los resultados de la revolución islámica de 1979 fue el derrocamiento de Mohammad Reza Pahleví, aliado estratégico de los Estados Unidos en la región. La emergencia de la República Islámica de Irán, bajo la dirección del Ayatollah Ruhollah Khomeini, trajo como resultado la creación de una visión de orden regional en Oriente Medio divergente a los intereses geopolíticos de las potencias occidentales.  El problema reside en que la visión para el diseño de las estructuras y dinámicas del poder en Oriente Medio de los Estados Unidos e Irán son prácticamente irreconciliables: Irán pasó de ser una monarquía prooccidental a una República Islámica sustentada en una Constitución teocrática distinta al modelo democrático occidental. Hablamos de valores divergentes.

La primera clave nos ayuda a esclarecer el meollo del asunto. La muerte de Soleimani no es más que otro encontronazo con tintes belicosos en una relación altamente hostil desde 1979. Para ilustrar lo planteado, solo basta citar algunos ejemplos que en el pasado han marcado esta interacción y que son tan graves como la reciente muerte del general iraní, a saber: la toma de los rehenes en la Embajada estadounidense en 1979 y el posterior rescate militar intentado por el Gobierno de Jimmy Carter; el apoyo material y de inteligencia recibido por Saddam Hussein, en el contexto de la Guerra entre el Iraq de Hussein e Irán a partir del año 1980, por parte de potencias occidentales; el atentado contra las fuerzas estadounidenses en el Líbano en el año 1983, perpetrado por Hezbollah, grupo afín a la República Islámica de Irán; e, inclusive el ataque cibernético del famoso programa “Stuxnet” contra las centrífugas del programa nuclear iraní. Esta lista es enunciativa, para aclarar el nivel de conflictividad.

Por esto, las dos visiones antagónicas que pregonan estos dos países han estado en choque constante y latente, lo único que ha sido un conflicto distinto en su naturaleza política y militar a los conflictos abiertos y convencionales. El siguiente ejemplo lo resume a la perfección: Estados Unidos e Irán, junto a otros países en la región, forman parte de un grupo de teatro, con la salvedad de que la mayoría de sus obras las realizan detrás del telón, fuera del ojo público. Todos saben que ejecutan una obra, solo que de vez en cuando, el telón es levantado y se deja entrever (muerte de Soleimani) a la comunidad internacional la magnitud del conflicto. 

2. Un resumen de las dinámicas de poder en Oriente Medio

De las visiones antagónicas que tienen estos dos países —y sus respectivos bloques para el diseño de las estructuras de poder en Oriente Medio— se desprende otra de las claves para descifrar las tensiones actuales. No solo se trata de una lucha entre dos Estados. No. Hablamos de una confrontación compleja, que suma a la ecuación a otros países y se extiende, incluso, a otros sujetos de Derecho Internacional que se encuentran en plena convulsión interna por distintas razones (Siria, Yemen e Irán). Así las cosas, ¿cuál es la forma en que deben relacionarse estos países?, ¿quién está subordinado a quién?, y ¿cuáles son las reglas del juego?

Así, por ejemplo, tenemos la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán. A pesar de que ambos son líderes religiosos del mundo islámico, se oponen en que profesan su fé islámica de manera distinta (Sunní y Chiita, respectivamente). De esta disparidad se infiere que hay una dinámica de poder en el marco de las relaciones internacionales. Además, complejiza sus relaciones la alianza por razones geopolíticas entre la monarquía saudí y los Estados Unidos. Si bien lo expuesto causa problemas, la razón medular de la conflictividad saudí-iraní, y extrapolada a Estados Unidos es i) el control de las zonas estratégicas como el Estrecho de Ormuz (por donde fluye gran parte del tránsito marítimo de hidrocarburos a nivel global), que es punto de entrada para el Golfo Pérsico/Arábigo; y, ii) el control del espacio político iraquí en un contexto posintervención estadounidense desde el 2003 que creo un vacío de poder luego de la deposición del dictador iraquí Saddam Hussein.

Por otra parte, y para ilustrar, se suman las graves tensiones entre Israel e Irán, países que, si bien no se han enfrentado directamente en términos militares, si se han combatido a través de actores no convencionales en el marco del Derecho Internacional Público. Así, por ejemplo, la guerra entre Israel y Hezbollah en el 2006 en el Líbano no fue más que una expresión de la confrontación indirecta entre los distintos polos de poder, el estadounidense con Israel y el iraní con Hezbollah.       

Otro aspecto clave para llegar a conclusiones relativamente potables es observar la naturaleza del conflicto, sus medios y el espacio geográfico y político, en donde se materializa esta confrontación. Ahora bien: ¿Por qué muere un general iraní en territorio iraquí? Desde el derrocamiento de Hussein en 2003 y el advenimiento de la primavera árabe en el 2011 Irán se dedicó a crear una red de actores militares y políticos en los países en donde la autoridad política y material de los gobiernos se vio fuertemente debilitada, asi como a permear los Gobiernos Centrales, tómese el caso, por ejemplo, el caso del ex Primer Ministro Iraquí Nouri Al Maliki, quien era y continua siendo afín a Teherán. La República Islámica de Irán es consciente de que no puede, ni en términos políticos ni militares, equiparar o ni siquiera acercarse a los criterios de poder duro (militar, económico, etc., poder tangible) que posee los Estados Unidos de América y sus aliados en la región.

En este contexto de convulsión en todo Oriente Medio a partir de 2003 con la intervención en Iraq y 2011 con la emergencia de la primavera árabe, entra en juego Qasem Soleimani a través de las Fuerzas Quds que forma parte del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, para la creación de un engranaje militar “asimétrico” con el objetivo de enfrentar a los Estados Unidos y demás aliados. Parte de la estrategia fue (y continuará siendo para Irán) la creación de milicias en Iraq, Siria y el Líbano para permear y crear influencia política y militar en estos países.

3. Potenciales consecuencias

En este texto no juzgaremos si las acciones de los Estados Unidos fueron “malas” o “buenas”, o si se encontraron sujetas a las normas de Derecho Internacional Público, o si Iran es un actor estatal agresivo que violenta las normas internacionales. Ahora, la muerte de Soleimani significa la perdida de una importante figura del motor ideológico que ha impulsado los principios de la revolución islámica iraní (un proceso distinto a las revoluciones occidentales), la cual ha diseñado la política exterior de dicho país en la región. Se refleja la desaparición de un individuo importante en la estructura militar. Sin embargo, el funcionamiento de los mecanismos iraníes para crear influencia en la región y contrarrestar a los Estados Unidos no se sustentan en individuos, sino en estructuras basadas en principios que rigen el funcionamiento de la República Islámica de Irán. Soleimani ya fue reemplazado, y los grupos militares en Iraq, Siria y Líbano que fueron puestos en funcionamiento por él seguirán funcionando con normalidad. Por lo tanto, ¿Cuáles son las consecuencias potenciales de mayor peso desde las relaciones internacionales?

Independientemente de la muerte de un individuo importante para Irán, a mi juicio, existen ciertas consecuencias desde la disciplina de las relaciones internacionales, que son mucho más potentes que la famosa “venganza”  o Tercera Guerra Mundial que se ha estado comentando en los medios de comunicación. De un lado, el alejamiento de Irán de los regímenes internacionales de inspección y los mecanismos multilaterales. Así, el mayor exponente de las graves consecuencias es la sustentación del ya frágil  Acuerdo Nuclear (Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA por sus siglas en inglés) entre Irán y el P5 más uno (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China y Alemania, en adición a la Unión Europea). Si bien a la fecha los Estados Unidos bajo la administración de Trump no realizó la ratificación correspondiente del Acuerdo en mayo de 2018, los demás países, especialmente de la Unión Europea, se mantuvieron firmes en mantener a Irán en el marco del Acuerdo.

Las autoridades iraníes, luego de la muerte de Soleimani, han declarado que el país no se encontrará sujeto a las restricciones del Acuerdo Nuclear. El asunto es grave porque se debilita uno de los mecanismos de concertación establecidos por los países anteriores que ha tenido como objetivo supremo mantener un Medio Oriente libre de armas nucleares. Cabe recordar que la tecnología nuclear con objetivos pacíficos es distinta a la militar. Así, por un lado, desde la lógica del atacante se eliminó una figura importante y estratégica, pero, por otro lado, también se ha provocado el derrumbe potencial de un importante mecanismo internacional de entendimiento para el límite de enriquecimiento de uranio e inspección sobre el programa nuclear iraní. La confianza se ha perdido y es el componente más importante para que actores estatales con este nivel de antagonismo se hayan sentado en una mesa de negociación a discutir el tema de la proliferación nuclear.

De otro lado, todos los grupos militares y entidades políticas cercanas a Irán en la región de Oriente Medio experimentarán un grado de radicalización en sus filas en la actualidad y en el futuro cercano. Así, si bien el objetivo central de la política exterior estadounidense bajo Obama y Trump había sido limitar, si bien a través de herramientas diferentes, la influencia iraní en Iraq, Siria, Líbano y Yemen, luego de la muerte de Soleimani, ciertamente será más complejo el desplazamiento de las estructuras de influencias iraníes en la región. Por si fuera poco, la desestabilización política y social de un Iraq ya en plena convulsión aun en mayor grado es una consecuencia real.

Finalmente, ¿Habrá o no la supuesta y afamada “Tercera Guerra Mundial”?  Bueno, lo primer sería definir los elementos constitutivos de lo que es un conflicto a escala mundial y diferenciar lo que sería una guerra limitada al espacio geográfico de Oriente Medio, pero con consecuencias globales por la importancia económica de dicha región. No es lo mismo una guerra regional con implicaciones económicas internacionales que un gran conflicto a escala mundial con un nivel de destrucción masivo que involucre, por lo menos, a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Lo cierto es que el área experimentará un mayor grado de tensión en todos los países donde los intereses estadounidenses e iraníes se encuentran en choque, es decir, muy probablemente en Siria, Iraq, Yemen y Líbano. En efecto, Irán no puede darse la tarea de iniciar un conflicto bélico convencional, pues ha experimentado desaceleración de su economía e inflación por las sanciones económicas de Occidente y cierto nivel de perturbación social por las recientes protestas internas.

Así las cosas, la respuesta puede manifestarse de muchas formas, no solo una “venganza” aislada, sino que, más bien puede ser el fortalecimiento de Hezbollah en el Líbano, el aumento de la influencia de Irán en Damasco y en el área fronteriza con los Altos del Golán en el Sur de Siria para amenazar a Israel y acercarse a la obtención de uranio enriquecido con fines militares. Estas son algunas pinceladas para comprender la situación actual. La materialización de una “Guerra Mundial” es altamente improbable.