Hace unos meses se hablaba sobre el tema de la Resolución del Ministerio de Educación que dispone la política de género para la educación en el sistema nacional. Como no se entiende, al igual que poca cosa en sentido general, en nuestra sociedad, de lo que se trata cuando se habla de educación en política de género, la población reclama, en su generalidad, que el Estado no tenga influencia en lo relacionado a la educación. Se clama por libertad para ejercer a conveniencia la educación familiar.

Que el Estado no tenga influencia. Pues bueno, claro que sí. Nos encontramos en la cúspide de un sistema político social en que los controles que ejercía el Estado en materia de gestión de la sociedad en todo ámbito han pasado a control del mercado, esto es del dinero, o lo que es lo mismo, de los que tienen el poder y controlan los privilegios y las injusticias a su antojo.

Y por ende así va todo. En materia de género, las muertes de mujeres y jóvenes a manos de sus parejas o exparejas son incontrolables. Ni siquiera se es capaz de identificar a un psicópata y cómo funciona el trauma que lo induce a cometer el crimen, así de bueno es el sistema educativo especializado en general y en materia de género para identificar un mal social y cultural tan grave, pero que no debe controlar el Estado, pero sí las familias. En verdad, de manera muy eficiente.

En la educación pública, los postulantes a maestros reprueban las evaluaciones, además de que no dan abasto a la demanda de educadores, qué decir de la calidad de sistema educativo y de la preocupación para cubrir programas educativos que respondan a las exigencias de los tiempos que vivimos, en materia social, en materia ambiental, escuelas de tanda extendida con huertos escolares y sin una planificación para su exitoso desarrollo como experiencia educativa. Otra cosa es la educación privada, con su sistema de discriminación ideológica selectiva en el montaje de su plana docente, para que tengamos como resultado una población altamente discriminatoria y renuente al respeto a los derechos ajenos, pero que reclame e imponga el respeto para los suyos. Cada vez que pienso en esto recuerdo el caso de la persona cegada en un asalto, y se me desgarra el alma, pero donde manda capitán…

El Estado tal vez no deba ejercer influencia tampoco en la calidad del sistema jurídico, así permite que las personas o los grupos, comunidades se maten entre sí, se violen sus derechos, que el tigueraje y el soborno, o el compadrazgo sean las fuerzas que controlen el accionar social, y así estaremos conformes con la sociedad en que vivimos, de plena libertad porque el Estado no debe intervenir en la aplicación de justicia o la violación de los derechos.

Qué decir del sistema de salud, la previsión social, los servicios públicos, el respeto a los espacios públicos, todo depende del dinero que se tenga, porque el Estado es una moneda de cambio con que se paga el privilegio y se cobra la injusticia del apagón y la falta de seguro médico, y de trabajo, para que se junten 1800 jóvenes en una fila para conseguir 200 puestos en el Hipermercado Olé.

El Estado está para cumplir otras funciones, otros controles que se limitan a permitir que el poder y los privilegios se mantengan en su lugar y que aumenten en el tiempo, y de forma proporcional ejerza control sobre el aparato clientelar y asistencialista que mantendrá a las masas adormecidas con sus correspondientes programas de atención, como una función ineludible para el mantenimiento del status quo, para que sigamos caminando como tortugas y no salgamos nunca de la edad media, que no salgamos nunca del círculo vicioso de cada cuatro años. Amén.