La Industria 4.0 ya está entre nosotros. Llamada Industria Inteligente, es producto de la Cuarta Revolución Industrial, que busca transformar a la empresa y a las instituciones en organizaciones inteligentes para conseguir mejores resultados en los negocios, la salud, la educación y el bienestar de las personas. El “viaje” no tiene vuelta atrás y enfrenta a una seria verdad: ¡hay que subirse a la ola de cambios o dejarse aplastar por ella!
La Cuarta Revolución Industrial ofrece muchas y variadas oportunidades para todos pero también implica el riesgo de agrandar las brechas de desigualdad actuales y, además, generar otras nuevas. Ninguna empresa, Gobierno o institución puede enfrentarse solo a un desafío de esta magnitud. Se debe actuar de manera colectiva.
En este sentido, cabe preguntarse: ¿están realmente preparados las empresas y el gobierno para aprovechar el potencial de la Cuarta Revolución Industrial? Esta pregunta es similar a la que se formuló Deloitte Insights (2018), para la realización de su estudio ‘The Fourth Industrial Revolution is here, are you ready?’, abordado desde cuatro pilares: impacto social, estrategia, tecnología y talento y fuerza de trabajo.
Sobre el impacto social de la Industria 4.0, se está diseñando un nuevo paisaje empresarial con un alto y creciente impacto social. Según dos de cada tres ejecutivos entrevistados, las empresas tendrán mayor capacidad de influencia que los propios gobiernos sobre la sociedad. El papel de los gobiernos pasaría a ser de impulsor y acelerador del cambio, asignar presupuesto y construir un entorno legal estandarizado.
En este contexto de creciente poder de las empresas conviene tener presente que a mayor nivel de influencia, mayor debe ser también la responsabilidad social corporativa.
El proceso de transformación para alcanzar la referida empresa digital exige un cambio de estrategia empresarial para, efectivamente, sacar el máximo partido a esta nueva industria. La falta de una estrategia interna es también el principal obstáculo que los altos ejecutivos encuentran a la hora de hacer inversiones en nuevas tecnologías.
En cuanto a la tecnología, talento y fuerza de trabajo, la nueva realidad empresarial exige, por un lado, renovar la fuerza laboral en términos de habilidades y, por otro, la formación tecnológica y emocional para adaptarse a las nuevas exigencias.
El empleo se está transformando y los perfiles profesionales están evolucionando de forma acelerada. El talento del mañana se está forjando hoy. Debemos formar a la futura fuerza laboral en las nuevas tecnologías y en los requisitos digitales que ya se requieren hoy. El país necesita invertir más en tecnología y en el capital humano.
Como país, debemos estar mejor posicionados para afrontar las tormentas provocadas por la Cuarta Revolución Industrial. Esto obliga a poner la mirada en los logros visibles de la Industria 4.0 expresados mediante los diferentes Índices.
El Índice de Innovación Global (GII en sus siglas en inglés) clasifica las economías mundiales según sus capacidades de innovación. La República Dominicana ocupa el puesto 90 entre 131 economías mundiales en el GII 2020. Una mayor exigencia es obvia.
En el Índice de Productividad 4.0, herramienta que permite a los líderes empresariales y hacedores de políticas en las economías del mundo identificar cuáles han sido los principales avances en términos de productividad, en el 2019 el país obtuvo un puntaje de 88 sobre 100, ocupando el lugar 78 en un total de 141 países analizados.
En resultados más recientes que se exponen en la edición 2020, el Índice de Competitividad del Talento, que mide el talento global en la era de la inteligencia artificial, el índice de competitividad de talentos correspondiente al país muestra un resultado de 37.29 sobre 100, situando al país en la posición global 81 dentro de 132 economías analizadas.
En cuanto al Índice de Progreso Social, entendido como la capacidad de una sociedad de satisfacer las necesidades humanas fundamentales de sus ciudadanos, de establecer las bases que permitan mejorar y mantener su calidad de vida, el nuestro ocupa el lugar 78 entre 163 países analizados. El IPS, también captura información relacionada con el logro de 17 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Hay otras alarmas. Según datos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo publicados en el primer Boletín de Competitividad Sectorial (2021), casi la mitad de la población laboral dominicana está subcalificada. Cerca del 70 % de la población laboral presenta desajustes educativos. El 48.8 % de las personas ocupadas en el mercado laboral se encuentra infraeducado para la posición que desempeñan.
El mismo Boletín da cuenta de que en cierto modo el país se encuentra rezagado en la cantidad de personas con habilidades relevantes que permitan adaptar las nuevas tecnologías a la producción nacional. Del total de ocupados para todos los niveles de competencias (bajo, medio y alto), sólo el 16.7 % posee habilidades altas necesarias para ocupar posiciones como personal directivo en el sector público y en el privado.
Cabe decir que el país puede mostrar ciertos avances en la preparación de cara a la Cuarta revolución Industrial. Tanto el Consejo Nacional de la Empresa, CONEP, como Asociación de Industria de República Dominicana, AIRD, y la Asociación de Comerciantes de Santiago, ACIS, han venido realizando esfuerzos y programas concretos para que sus miembros realicen las transformaciones para aprovechar la Cuarta Revolución Industrial. Deberán sumarse otras asociaciones y también las Mypimes y las zonas francas.
En cuanto a la capacitación de la fuerza laboral que demanda la Cuarta Revolución Industrial en el país, el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (INFOTEP) ha dado a conocer públicamente su programación estratégica para educar y calificar en las competencias y habilidades que demandarán las nuevas tecnologías aplicadas a los diferentes puestos de trabajo. ¡Este compromiso alienta y da seguridad!
Caminamos. La responsabilidad es de todos. ¡Y también los resultados!