Pese a que todavía estamos en la primera etapa de la precampaña, ya se avizoran algunos rasgos que seguramente marcarán la campaña política del 2020.
La apuesta reeleccionista del gobierno, la actitud escurridiza, poco sincera y camuflada de los partidos políticos y los discursos y mensajes confusos de los precandidatos, no pueden ser más desafortunados y alentadores de la apatía política de los ciudadanos que habrá de reflejarse en la votación de las próximas elecciones.
Empujado por estos factores, se puede afirmar categóricamente que el país está viviendo una situación de “esquizofrenia (pre)electoral”. Han salido al ruedo muchos precandidatos con muchos recursos y pocas ideas. Atormentados por una grandeza de la cual carecen muchos habrán de devolverse. Algunos ya lo han hecho.
El diagnóstico se vuelve altamente preocupante porque la esquizofrenia política contamina y enferma los procesos electorales y la misma democracia. La gravedad de este peligroso diagnóstico se comprende mejor cuando se analiza lo que es la esquizofrenia, tanto desde su significado etimológico como del psicopatológico.
En su significado etimológico la esquizofrenia (del griego clásico σχίζειν: schizein ‘dividir, escindir, hendir, romper’ y φρήν phrēn: ‘entendimiento, razón, mente’) es equivalente a “mente rota”, a “entendimiento deformado”, a “razonamiento desatinado, difuso y empobrecido”.
Su significado psicopatológico hace referencia a un amplio grupo de trastornos mentales crónicos y graves, caracterizado por conductas que resultan “raras” para la comunidad y una percepción alterada de la realidad.
En este sentido, se ha demostrado que la esquizofrenia es una de las enfermedades mentales que se conocen como "locura", ya que una de sus características principales es que la persona que la padece pierde el contacto con la realidad y no logra distinguir la realidad de su fantasía.
Se sabe también que la esquizofrenia es una enfermedad mental grave que afecta algunas funciones cerebrales tales como el pensamiento, la percepción, las emociones y la conducta. Quienes la padecen pierden suelen presentar delirios, alucinaciones, alteraciones y desorganización del pensamiento, en la afectividad, en la conducta, y en el conocimiento.
Esto es precisamente lo que sale a flote en la presente etapa (pre)electoral, cuando muchos de los actuales precandidatos manifiestan no comprender las necesidades, reacciones, protestas, denuncias, reclamos y derechos de los ciudadanos y, por tanto, estos elementos están ausentes de sus discursos y de sus insulsos “programas” de gobierno, que no pasan de ser cotorreos esquizofrénicos.
Este padecimiento esquizofrénico retrata también el perfil exacto del gobierno actual. Que camina por rutas diferentes a las necesidades y al sentir de los ciudadanos; que dice resolver lo que permanece irresuelto, que tiene un discurso político, social y económico alejado de la realidad del país. Que alucina con la perpetuidad en el poder. Que fomenta y apadrina una democracia esquizofrénica, confundida, diezmada y sobornada.
Además del gobierno, los partidos políticos y muchos de los precandidatos, también pueden padecer este trastorno la Junta Central Electoral, las Cámaras Legislativas, las Altas Cortes y otros agentes electorales.
Cada vez que acudimos a las urnas y ponemos el inmenso poder del Estado en manos de candidatos esquizofrénicos, que no ofrecen garantía alguna de decencia y capacidad política y ética, que carecen de la preparación suficiente, que son más leales a sus partidos que al país, sin capacidad para solucionar problemas y “suciamente” inclinados a cometer arbitrariedades, abusos y corrupciones, estamos cometiendo una locura suicida.
De cara a las elecciones del 2020 los ciudadanos debemos identificar a los precandidatos esquizofrénicos. Esos serán los candidatos esquizofrénicos, que si, por cualquier vía, obtuvieran una mayoría de votos, no cabe dudas, de que también serían gobernantes incapaces, alocados, desenfocados y esquizofrénicos.
Y esto es altamente peligroso para el país. Que todo el que pueda, concientice sobre esta peligrosidad. Debemos impedir que los precandidatos esquizofrénicos lleguen a ser candidatos que asciendan
al poder. ¡Téngalo presente al momento de depositar su voto!