En el coloquio virtual, celebrado la pasada semana, “Los fundamentos filosóficos del racismo”, pude percibir dos actitudes entre algunos integrantes del público.
La primera puede ser denominada como actitud esencialista. Desde esta perspectiva es difícil concebir los conceptos como cambiantes y determinados por los contextos donde se aplican. A ciertas personas se les dificulta comprender que el concepto de racismo, como cualquier otro término que aluda a un fenómeno social, puede tener distintos significados y distintas expresiones. Por ejemplo, el racismo no solo alude a una ideología segregacionista explícita o legitimada jurídicamente en una sociedad. También existen otros racismos implícitos no legalmente establecidos, pero culturalmente aceptados e incorporados a la vida cotidiana.
“El peor prejuicio es creer que no se tiene prejuicios”
La segunda actitud es el negacionismo. Ya sea por motivos emocionales o ideológicos, algunas personas niegan la existencia de prácticas racistas en la sociedad dominicana.
En algunos casos, no se perciben las diferentes actitudes, conductas, discursos y simbologías cargadas de un imaginario racista; en otros casos, se minimizan relativizándolas dentro de otros enfrentamientos como son los conflictos entre clases sociales.
Piensen, por ejemplo, en el fenómeno de la publicidad. ¿Cuál es el fenotipo predominante en nuestros comerciales? ¿Qué roles sociales se les asignan de modo consistente a las personas negras en los mismos?
Las actitudes señaladas también pueden constituir un mecanismo de defensa discursiva de quienes han asumido posturas xenófobas vinculadas al racismo más rancio.
En todo caso, el esencialismo y el negacionismo en el tema racial obscurece el abordaje del problema y no contribuye a la búsqueda de sus soluciones.
Puede aplicarse aquí la famosa sentencia de Hans Gadamer: “El peor prejuicio es creer que no se tiene prejuicios”.