Es seguro que en más de una sobremesa le hubiera hablado a los suyos del terrible daño de la corrupción y la impunidad (porque siempre tenía presente la importancia del legado moral). Es seguro que a lo público hubiera expresado lo mismo sobre esa lacra envileciente (porque nunca dejó de sembrar conciencia en toda la gente). Es seguro que en la cátedra hubiera alentado un futuro distinto a todo esto. Es seguro, incluso, que le hubiera retirado la amistad a más de uno de esos en los que usted y yo ahora pensamos. Así era José Silié Gatón, paradigma de ética personal, ciudadana y profesional que tanto extrañamos.