En una sociedad como la dominicana, marcada por un individualismo irracional, a muchas personas e instituciones se les hace difícil entender la importancia de la tarea de unir esfuerzos para preservar la buena salud de la casa común, que es el ambiente natural. Es por eso que en la entrega de esta semana tomaremos en cuenta dos escenas desafiantes relacionadas con la ecología: el voraz incendio que ha consumido por 15  largos días la fauna y la flora del parque nacional, Juan Bautista Pérez Rancier en Valle Nuevo, Constanza y la lucha por la declaración de Loma Miranda como Parque Nacional.

Escena 3: Frarman García es un ambientalista de Constanza. Está preocupado por la preservación y el cuidado de un ambiente natural muy afectado por la contaminación ambiental y por la deforestación del bosque de la zona. Junto a otras personas  de organizaciones e instituciones de Constanza organizaron una marcha el pasado 4 de julio, en contra la tala indiscriminada de árboles en diferentes comunidades del municipio de Constanza. Los manifestantes denunciaron  que cerca de un 33% de los bosques de la zona ha sido cortados con la complicidad de los ejecutivos del  Ministerio de Medio Ambiente  y Recursos Naturales, que otorgan los permisos, a través de los llamados “planes de manejo”, los cuales, a su entender, se ejecutan de manera irregular y sin la supervisión debida.En la marcha se presentó la denuncia que esa tala indiscriminada se da con la aparente complicidad de los encargados de la defensa del ambiente natural. Por eso las y los participantes denunciaron la acción criminal y exigieron la presencia en la zona del ministro de Medio Ambiente.

A pocos días de esa demostración popular se desató un voraz incendio en el parque Juan Bautista Pérez Rancier, en la zona de Valle Nuevo, que ya ha consumido un número significativo del territorio del parque. Se habla de 5 a 20 mil tareas. El incendio está afectando las cuencas altas del importante río Nizao, sobre el que están las presas de Valdesia, Jigüey y Aguacate y que suple de agua a cerca de una cuarta parte de la población del País. Otros ríos afectados son el Yuna y varios afluentes del río Yaque del Sur. El siniestro ecológico hace recordar a las y los ambientalistas de la zona el voraz incendio de 1983 que consumió unas 53,000 tareas en Valle Nuevo. El incendio abrió el camino a un amplio mercado de madera. De las áreas recorridas por el fuego se extrajeron miles de pinos que terminaron en aserraderos de distintos puntos del país. 30 años después la naturaleza no se recupera del daño causado por ese incendio.

La actuación de las autoridades del Medio Ambiente en el manejo del incendio de Valle Nuevo ha sido torpe y retardada. En los primeros días enviaron un número pequeño de personas para apagar el fuego; la mayor parte de esas personas son guarda parques y militares mal pagados y peor equipados para sofocar el voraz incendio. Eso determinó que fuese necesario que algunas personas y organizaciones de Santo Domingo, Santiago y Constanza se organizaran para ir a trabajar como voluntarias y para enviar alimentos e instrumentos de trabajo para los brigadistas, pues ni siquiera eso fue facilitado en los primeros días por la institución gubernamental que se supone que tendría que hacerlo. El periódico Hoy (31-7-14) reportó que “La donación consistió en cuatro camiones y tres jeepetas cargadas de medicamentos, alimentos, botellas de agua y herramientas de trabajo que fueron recolectadas durante una jornada de dos días en los que se desarrolló la iniciativa ciudadana #SOSValle Nuevo”.

Frarman García y su grupo se preguntan: ¿Por qué las autoridades del Medio Ambiente no tomaron con más responsabilidad esta tragedia ambiental? ¿Por qué en este país hubo dinero para comprar aviones supertucanos para supuestamente ayudar a controlar el tráfico de drogas y no ha habido dinero para comprar un helicóptero bomba para apagar incendios? ¿Por qué en otras ocasiones ha sido necesario pedir helicópteros prestados a Puerto Rico, Venezuela o Estados Unidos? ¿Será que hay, por el medio, manos criminales que –en complicidad con gente económicamente poderosa y con las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente- están esperando poder aprovechar la madera para su provecho personal, partidario o grupal?

Escena 4: María Luisa es una mujer de edad avanzada –tiene 75 años- que nació en la comunidad de La Manaclita, en el propio corazón de Loma Miranda, provincia de La Vega. Allí pasó su juventud y la mayor parte de su edad adulta, donde ella y su familia convivieron amigablemente con el entorno natural.  Ahora vive en la comunidad de El Algarrobo, cerca del refrescante balneario de Acapulco. María Luisa forma parte del comité de lucha pro declaración de Loma Miranda como Parque Nacional, en el que participan diferentes comunidades del entorno –El Pino, El Algarrobo, Rincón, Ranchito, Cruce de Controva, entre otras- que han asumido el desafío de la preservación de Loma Miranda con diferentes estrategias y acciones públicas.

María Luisa es una mujer que está muy consciente de lo que supone para las comunidades del valle del Cibao y para el país la conservación de Loma Miranda y la lucha por declararla parque nacional, como una estrategia para conservarla frente a las garras y a la voracidad de la transnacional minera Falcondo y de sus aliados locales.

Melissa, una de las jóvenes del grupo Defensores del Ambiente Sixto Ramírez, de visita en el campamento de Loma Miranda, preguntó a María Luisa su opinión sobre la dilación, en las cámaras de diputados y senadores/as, para aprobar el proyecto de ley que declararía a Loma Miranda Parque Nacional; la joven le preguntó a la mujer de ojos hermosos y mente lúcida por los reales motivos de la actuación de la mayor parte de las y los integrantes de esas cámaras, para dilatar la aprobación definitiva de un proyecto que primero fue aprobado en la Cámara de Diputados, que luego fue aprobado en la cámara de Senadores con modificaciones, lo que determinó que fuera de nuevo a la cámara de diputados; de allí volvió de nuevo al Senado en donde perimió. María Luisa siguió comentando que le llama atención este juego en donde las cámaras legislativas se están pasando el proyecto como si fuera una pelota. Le preocupa, además, que el presidente Medina no ha dicho ni esta boca es mía, con relación a este proyecto de ley.

La joven ecologista, de visita al campamento de Loma Miranda,  continuó preguntándole a María Luisa sobre las verdaderas razones que podrían tener la mayor parte de los diputados y diputadas, así como de los senadores y senadoras para dilatar la aprobación del proyecto. La sabia mujer señaló: “Evidentemente en esta lucha no sólo han sido algunos diputados/as y senadores/as los que supuestamente se han dejado sobornar por Falcondo, tal como señaló el padre Rogelio Cruz; parece evidente que la decisión para aprobar o no el proyecto de ley que declara Loma Miranda como Parque Nacional está más arriba, en el Comité Político del PLD y en sus grupos económicos aliados, entre los que están los ejecutivos de las transnacionales mineras y los remanentes más perversos del liderazgo partidario del PRD y el PRSC. Pareciera que la mayor parte de estas personas están comprometidas con preservar los intereses económicos de la minera Falcondo, antes que la vida natural, la flora, la fauna y por tanto la vida de las personas que habitamos en toda la zona del Cibao Central, que recibe los beneficios del aire purificado y del agua cristalina de los refrescantes manantiales que nacen en Loma Miranda”.

Por lo expuesto más arriba, es necesario reconocer que la lucha por preservar el ambiente natural es un gran desafío; en Valle Nuevo, en Loma Miranda, en la isla Quisqueya-Haití, en el Caribe, en América Latina y el mundo entero.  La misma tiene que seguir asumiendo el compromiso de conservar el ambiente que aún no ha sido contaminado, reforestar las zonas devastadas como en el caso de Valle Nuevo, y la conservación de las aguas no contaminadas, que están listas para ser tomadas. Y eso hay que seguirlo trabajando aunque siga habiendo personas, como algunos funcionarios de Medio Ambiente y quienes se enriquecen con la tala indiscriminada de árboles,  sin juicio y sin corazón, que siguen atentando contra la salud de la Patria, tal como señaló Juan Pablo Duarte, el principal ideólogo de la nacionalidad dominicana.