La campaña a destiempo es perjudicial para la integridad de las elecciones internas de los partidos políticos, debido a que las encarecen y las convierten en inequitativas.
Este mal comportamiento de muchos aspirantes a cargos de elección popular, además, le causa un daño irreparable a la igualdad de oportunidades en las elecciones generales.
Sin embargo, los más afectados por las campañas extemporáneas son los aspirantes a candidatos que tienen menos recursos económicos para competir en las precampañas. La inequidad daña todos los procesos electorales, pero más las competencias internas de los partidos.
Cuando alguien que aspira a una candidatura inicia una precampaña a destiempo, saca abusivamente de competencia a los que no disponen de recursos suficientes para sostener una larga precampaña.
Ningún proceso es tan fácil de controlar, desde el punto de vista de la equidad, que las elecciones internas de los partidos, las cuales deben reglamentarse siempre con el objetivo de que por encima del dinero, al momento de escogerse los candidatos, prevalezcan los méritos partidarios.
Por esta razón, tal y como acaba de hacerlo la Junta Central Electoral, es tan importante detener las precampañas a destiempo. Se debe impedir que el tiempo de la precampaña lo decida, con su proselitismo adelantado, un aspirante rico en perjuicio de los demás precandidatos.
Tal y como sostiene Giovanni Sartori, formamos parte de la sociedad teledirigida. La política se ha encarecido a niveles inalcanzables para quienes no disponen de grandes fortunas para gastarlas en las precampañas y las campañas electorales. Por eso ahora, en lugar de los méritos partidarios, la vocación de servicio a la comunidad y el talento, lo que se requiere para ser candidato es tener mucho dinero para financiar la precampaña y la campaña electoral.
Mítines en los espacios públicos, marchas, caravanas y vallas en la vía pública, así como publicidad en los medios de comunicación, deben ser actividades exclusivas de las campaña electoral, para garantizar la equidad en las elecciones internas de los partidos y abaratar el coste exorbitante de la política.
De conformidad con el artículo 32 del Proyecto de Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas de la Junta Central Electoral, “las precampañas son períodos que establecerá la Junta Central Electoral con apego a la Ley, durante el cual los Partidos y agrupaciones políticas dan lugar a las actividades y proselitismo interno de las y los precandidatos con el propósito de definir las candidaturas a los cargos de elección popular”, mientras que en el que aprobó el Senado de la República, se establece un plazo de cuatro meses para la precampaña.
A quienes se han opuesto a la prohibición de la JCE de la celebración de mítines al aire libre, debo recordarle que el referido proyecto establece que estos, aún en la precampaña electoral, solo podrán ser celebrados bajo techo.
Tanto el gasto de campaña como la falta de equidad son temas de alto interés para las democracias representativas. En ese sentido, el constituyente estableció en el párrafo IV del artículo 212, la obligación de la JCE de velar porque los procesos se realicen con sujeción a los principios de libertad y equidad, al tiempo de darle facultad para reglamentar los tiempos y límites en los gastos de las campañas.