La epidemiología de la violencia  definida como el uso del poder y la fuerza contra otras personas  o grupos que arroja como resultado lesiones físicas, mentales, privaciones, sociales o muerte de seres humanos,  es el mayor problema de salud pública en este momento. La violencia ejercida por un ser humano contra otro, o la que se deriva del tránsito, constituyen un verdadero síndrome que causa enfermedades, lesiones y muertes a miles de habitantes del mundo y República Dominicana.

Tanto por el número de casos lesionados como por las muertes, los costos de su atención superan los invertidos para manejar otros procesos colectivos que afectan la salud. Esta definición es clave en las políticas públicas del Estado,  y debiera facilitar  que los presupuestos inyecten a los ministerios de salud y a los órganos de garantía de la seguridad ciudadana, los recursos necesarios para el manejo efectivo de este problema. La violencia no es un acontecimiento aleatorio, sino un hecho con determinantes sociales precisas, como todos los problemas de salud, y en consecuencia está sujeto a un serio análisis epidemiológico.

Epidemiología de la violencia

Algunos analistas y políticos empíricos reducen el control de la violencia  no asociada a conflictos militares a la esfera de lo represivo. La violencia es una "socio-epidemia" y pretender otorgar un manejo uni-disciplinario enfocado a la esfera de lo coercitivo, es apenas actuar sobre los efectos o sus graves resultados, obviando los reales factores causales de este problema. En muchos países, la violencia como fenómeno urbano de considerable letalidad, pudiera requerir de más recursos que los necesarios para contener varias enfermedades infecciosas. Sólo en Estados Unidos se pierden a causa de la violencia, 10 mil millones de dólares en los servicios de salud, 23 mil millones en productividad y 145 mil millones en calidad de vida.

A principios del siglo 20 la epidemia de Influenza que transitó todo el planeta eliminó más de 22 millones de personas. La historia de este proceso de masas evidencia el hecho singular que las enfermedades infecciosas fueron dominantes en el perfil epidemiológico del mundo. En la práctica, la Influenza fue la última pandemia de patologías transmisibles mortales, sólo actualmente superada por las mortalidades generadas por violencia más los accidentes de tránsito, creadores de un verdadero síndrome mortal capaz de eliminar, tal como hizo la Influenza, millones de personas.

Hoy muchos países han superado las enfermedades infecciosas, y concentran recursos en programas de contención de la violencia y accidentes, sin embargo la República Dominicana tiene que enfrentar los amenazantes  flagelos de muchos procesos transmisibles, como dengue, tuberculosis, malaria, SIDA y enfermedades respiratorias, viéndose también en la necesidad de establecer estrategias contra la violencia y los accidentes. El perfil epidemiológico dominicano varió desde que hace 95 años, una epidemia de Influenza entró en noviembre del 1918,  traída por viajeros que llegaron en barco a Barahona, generándose hasta enero 1919, unos 33,589 casos y 696 fallecidos. Hoy nos enfrentamos a un verdadero mosaico epidemiológico que combina infecciosas, crónicas violencia y accidentes de tránsito. En 1996, Elizabeth Gómez y Pedro Luís Castellanos estudiaron que de 1991-1995, la Policía Nacional registró 14,913 muertes por eventos violentos y accidentes, lo que debió ser una urgencia nacional para hacer lo que había que hacer en planificación de salud.

Sobre la violencia deben estudiarse sus factores de riesgo para diseñar programas de control del abuso infantil y sexual, violencia doméstica, violencia escolar, acoso escolar, violencia comunitaria, conflictos generales, drogas, alcohol, secuestro y abuso sexual, violencia de pandillas, abuso a la vejez, suicidios, violencia policial y control de armas. Se demanda razonamientos causales, estudio de las situaciones mentales y sociales que aceleran la conducta violenta, pero sobre todo el abordaje de este problema impone el esfuerzo mancomunado de todos los sectores participantes en un concurrente Plan Nacional de Prevención y Control de la Violencia y los Accidentes de Tránsito.