En una tesis doctoral atendible desde el punto de vista de la relación poesía y sociedad, el escritor puertorriqueño Víctor Fernández Fragoso (Ver disertación doctoral titulada De la noche a la muchedumbre; Los cantos épicos de Pedro Mir, Universidad de Connecticut, USA, 1978), refiere la naturaleza-forma y el árbol originario y raigal en la poética de Pedro Mir:

“Gran parte de la obra poética de Mir ha sido, pues, producto de una reacción a determinados sucesos históricos, lo cual le da carácter de crónica de aliento épico a la manera de La araucana, de Alonso de Ercilla y Zúñiga, El canto a Bolívar de José Joaquín Olmedo, y el Canto nacional de Ernesto Cardenal” (p. 16). Según Víctor Fernández Fragoso:

“En los poemas épicos puede apreciarse con mayor claridad que en los poemas cortos sueltos el esfuerzo por crear  una estructura donde lo visual y lo auditivo se correspondan” (vid. p. 17).

Y ciertamente dicha estructura que nosotros hemos llamado figural-fónica y morfo-irónica, se hace legible en la cadena modélica el verso libre utilizado y el tradicional sujeto a métrica que encontramos en romances (“Romances de los nueve meses” pp. 30-31; “Romance del sol de doce”, pp. 57-58; “Romance del llanto lejano”, pp. 40-41) y en sonetos (ver, Hay un país en el mundo, p. 75 y p. 76; en Poesía (casi completa).

“La poesía de Mir es, además, crónica de una época, de ahí que su temática en la mayoría de los caos está regida por fechas significativas y por escritos de trascendencia no sólo para la nación dominicana, sino para la región del Caribe, el continente americano y hasta todo el planeta. Sin abandonar su ámbito, su punto de referencia nacional, y precisamente arraigado en él, el poeta tiende nexos hacia otros países, exhortando a la unión de los pueblos en el común objeto de la erradicación de la explotación, la discriminación racial y el chauvinismo nacional”. (Ibídem. Op. cit.)

En efecto, los nexos de una poesía con su mundo social, reviste interés cuando los significados dialogan con los sujetos, normas, fuerzas y resistencias históricas, toda vez que las cardinales problemáticas que enuncia el texto de mundo entronca con la letra y la imagen responsivas. El poema surge entonces de una intencionalidad ligada a respuestas de un sujeto que organiza su mundo pero que al mismo tiempo forma parte de él.

Entendemos a partir de una lectura estratégica y poética, que los filones tropológicos del poema son asumidos como instancias verbales confluyentes y particularizadoras del contenido histórico del poema escrito, se hace legible en clave la historia que se expresa en un lirismo abierto a las posibilidades del cauce poético. La vida temporal asumida con independencia por el poeta, pie los focos constituidos verbalmente por los elementos denotadores y connotadores del poema.

La cardinal legible en “La vida manda que pueble estos caminos” (op. cit. p. 49) traza su camino expresivo-verbal, la fuerza-tiempo y la fuerza-lenguaje en la extensión épico-lírica de un universo justificado por los acuerdos de significación visibles en el poema mismo:

“Vienen las horas, horas de cielo azul,

Y de verano, sobre la copa verde.

Vienen sobre las velas de la mar

Del sur y luego sobre los hombres viene.

Crujen al paso del timón y saltan,

Y desde entonces saltan sobre los meses

Y un caracol de manos entre la espuma

Coge su mes de plata y lo desenvuelve”.

(Ver, Primeros versos, La vida manda que pueble estos caminos”, en Poesías (casi) completas, p. 49).

El tiempo es aquí una metáfora social, en la travesía que demanda el sujeto en un espacio geopoético, atravesado por sus elementos constitutivos:

“Por esas horas vienen estos caminos

De sangre, temblorosos hacia la gente,

Traen su viejo bulto de sudor, su angustia,

Sus jornales de luto sobre las sienes;

Traen su vieja rabia de color y el último

Recio lenguaje de color y su fiebre;

Traen sus brazos torcidos como la brisa

De las banderas, el sudor asustado

Como el brocal de un pozo y el viejo paño

De lágrimas y el puñal de cruz y la muerte”. (Ibídem.)

Así pues, la estrategia poética del nombrar y el estar en el mundo criollo, se apoya en los ejes simbólicos e identitarios presentes en la cosmovisión del poema percibido, leído y constituido por las entidades sociopolíticas de un universo insular productivo a la vez políticamente marginal, donde los caminos se encuentran, se pierden en los cruces geoculturales y geopoéticos.