Dirigentes del frente agropecuario del Partido Revolucionario Moderno (PRM) emitieron a principios de esta semana un documento en profundidad crítico sobre las “visitas sorpresas” del presidente Danilo Medina cada domingo a lugares tradicionalmente olvidados y abandonados por las políticas oficiales, en el que se propusieron descalificarlas al denunciar con pelos y señales un amasijo tal de incumplimientos que rayan en lo increíble, salvo prueba en contrario.

El documento crítico de gente calificada hay que asumirlo en principio como un aporte de oposición seria y sustanciosa, porque en vez de pretender desarrollar políticas de protestas públicas, subterráneas o no, por los denunciados incumplimientos los radiografía en aparienc09ia con grave veracidad.

Al escucharlos por la radio y leer amplias reseñas de sus planteamientos, uno se ve en el caso de tomarlos en serio porque se trata de personas de amplia experiencia agropecuaria que conocen al dedillo cada rincón de la nación y cada uno de los proyectos aprobados por el Presidente Medina.

Aunque la rueda de prensa inicial en la que dieron a conocer su radiografía y conclusiones fue encabezada por Luis Abinader –imprimiéndole así imagen de dinamismo trascendente a sus aspiraciones presidenciales- su denuncia no encuadra en intencionalidad de campaña malévola contra las aspiraciones reeleccionistas; aunque tal vez –tal vez sí, tal vez no- Abinader debió asistir y guardar silencio porque es tan alto el porcentaje de incumplimientos presidenciales de los compromisos asumidos en esos encuentros, que  cualquiera con dos dedos de frente lo pondría en duda.

¿Cómo es posible que la presidencia del país se haya descuidado de tal modo que de centenares de visitas y miles de proyectos, sólo se haya ejecutado menos de 200? ¿Cómo es posible que los miles de afectados hayan guardado silencio ante semejantes burlas? ¿Cómo es posible que un político de excedida experiencia ejecutiva estatal y que ha demostrado eficacia en los asuntos peliagudos que le competen haya incurrido en fallas que echarían por el suelo su accionar y estilo hasta elogiado por un organismo internacional de los que combaten el hambre en partes del mundo?

En principio pienso que aunque está bien de bien que ausculten y llamen la atención sobre probables incumplimientos, también pienso que la labor presidencial de cada domingo tiene grados de aceptación pública porque o han sido cumplidas o están en proceso –“en ejecución”, dicen ahora- de realizarse. Si no fuera así, los centenares de periodistas, presentes en los lugares más apartados, hubieran hecho consuetudinario acoger las denuncias y entrevistar a los afectados.

Si los denunciantes exageraron en demasía, pues tendrán que pagar con la falta de credibilidad, y si el gobierno guarda silencio ante una denuncia suficientemente documentada –no he dicho suficientemente creíble- y planteada con respeto y estilo crítico dignos de reconocimientos, podría ser sorprendido más adelante con anotaciones de bajas porcentuales de aceptación de sus visitas.

Luego de las denuncias y respuestas efectistas –de ambas partes-, al gobierno le corresponde responder mediante un documento crítico informativo, o de cualesquiera otras maneras, sobre su accionar que tanta base de sustentación a sus políticas públicas les ha dado.

Y si no lo hiciereis, no sería sobransero recordarles el viejo principio de la acumulación de las faltas y su evacuación final, que para el presente caso sería también la acumulación de los silencios… que están confundiendo con los éxitos.