Traducción de un texto de Heidegger: Gelassenheit: Serenidad, I

Con el este esfuerzo de traducción quería despertar en algunos espíritus dominicanos, a lo que de esencial acontecía en el planeta en los inicios de los años ochenta.

No solo hubo oídos sordos en ese momento, sino que aún hoy, cuando nuestro mundo y nuestra cultura esta dando muestras de una crisis de dimensiones negativas únicas, la gran mayoría de los dominicanos pensantes no acabamos de abrir nuestros oídos, nuestro espíritu y nuestro corazón ante la gran crisis que en múltiples aspectos atenaza en nuestro días a la humanidad.

Como resulta evidente por las referencias poéticas que asume Heidegger en su ensayo y según el método con que explora las posibilidades que admite y argumenta el tratamiento del tema,  desde una posición que  podríamos calificar Neo-romántica. Con ellas trata de abrazar el despliegue una tendencia característica de la cultura de su país, Alemania.

Este documento nos abre hacía una dimensión del pensamiento filosófico al tomando como base   abrir un debate profundo y sincero  como reconstituir  los fundamentos de los límites de  la reflexión filosófica y los limites que debería de autoimponerse  para hacer posible la constitución humana de la  ciencia y la técnica.

La traducción fue publicada en la revista Cuadernos de Filosofía No. 7, UNPHU, año III, número 6, Santo Domingo, D. N.. 1985. La revista fue fundada en el contexto del programa de creación del Depto. de Filosofía de la señalada universidad bajo la dirección nuestra desde el año 1975. Bajo el rectorado del Dr. Juan Tomás Mejía Feliú.

No nos hagamos ilusiones. A todos nos sucede con mucha frecuencia ser pobres en pensamiento; digo: a todos nosotros” incluyendo a aquellos que, por así decirlo, piensan por un deber profesional; todos caemos demasiado fácilmente en una indigencia  de  pensamientos. 

La  indigencia  de  pensamientos  es  un inquietante huésped que se insinúa en todo en  el  mundo  de hoy.

Hoy todo   se   aprende   de   la   manera   más   rápida   y más económica y, en el momento sucesivo, se  olvida, igualmente, con la misma rapidez. (…)

Pero, a decir verdad, aunque nos encontremos desprovistos de pensamientos, no renunciamos por ello al poder que tenemos de pensar; lo utilizamos necesariamente, aunque de modo extraño o, de modo que con la ausencia de pensamientos dejamos baldía nuestra aptitud de pensar.

Más, sólo puede  estar baldío un suelo que es en si fértil, por ejemplo, un campo. Una autopista, sobre la cual nada brota, no será nunca baldía. De igual suerte que, si podemos volvernos sordos es únicamente porque escuchamos ; o que, si envejecemos, se debe únicamente a que hemos sido jóvenes; igualmente si podemos llegar a ser pobres en pensamientos, es solamente porque en el fondo de su ser el hombre posee el poder de pensar.

Lo que poseemos, conscientes o no, es lo único que podemos perder  o de lo que nos podemos deshacer.

Edición alemana del ensayo Gelassenheit de M. Heidegger

La ausencia creciente de meditación reposa,  pues,  en  un proceso  que  ataca  la  más  íntima  esencia   del   hombre contemporáneo: éste se encuentra en fuga ante el  pensamiento. Esta fuga ante el pensamiento explica nuestra carencia de pensamientos.

Mas aún, supone a  su  vez  que  el  hombre  no quiere ni verla ni reconocerla. El hombre de hoy la negara rotundamente,   mas   bien,   afirmará  lo  contrario.   Así,  hará valer —en lo  que  tendrá  perfectamente  razón–  que  nunca  se  habían producido tan vastos o estudios  tan  variados, investigaciones   tan   apasionadas   como   en   nuestra  época.   

En este sentido no cabe ninguna duda. Un  derroche  tal  de  sagacidad  y de reflexión es de gran provecho. Un pensar de este estilo nos resulta indispensable. Pero… también sucede que este es un pensamiento de carácter peculiar.

Su particularidad consiste en  esto:  cuando  trazamos  un plan,  participamos  en   una   investigación,   organizamos   una empresa, contamos siempre, con circunstancias dadas.

Así, las hacemos entrar en un orden de cuenta dentro de un cálculo que mira a propósitos  determinados. 

Damos  por  descontado, desde el inicio, resultados definidos. Este cálculo caracteriza todo pensamiento planificador y toda investigación.

Este tipo de pensamiento y de investigación es cálculo, aún  allí donde  no opere con números y no utilice ni máquinas de calcular, ni ordenadores electrónicos.

El pensamiento que  da  por  sentado (que cuenta con algo) calcula; subordina al cálculo posibilidades siempre nuevas, cada vez más ricas en perspectivas  y  al  mismo tiempo mas económicas.

Portadilla del Cuadernos de filosofia 7 – Serenidad trad. Lobrea

El pensamiento  que  calcula  no  nos  da  tregua  ni  respiro  y nos empuja de una posibilidad  a  la  siguiente. 

El  pensamiento que calcula nunca se detiene, no regresa jamás a sí mismo.  El pensamiento que calcula no es el pensamiento que medita, un pensamiento  que  persigue  el  sentido  que  rige  y  domina  en  todo lo que es.

Así, pues, hay dos tipos de pensamientos, cada uno de los cuales  es  a la  vez  legítimo .y  necesario:  el   pensamiento   que calcula y el pensamiento que medita.Ahora bien, fue con la vista dirigida a este último modo de pensamiento que afirmamos que el hombre esta en fuga ante el pensamiento.

Lamentablemente, se objetará, que la pura  meditación no se percibe, flota sobre la realidad, no tiene ningún contacto con el suelo. No sirve para nada en la resolución de los asuntos corrientes. 

No ayuda en nada en las realizaciones de orden práctico, e la técnica nos preparan esuna agresión contra la vida y el ser mismo del hombre, y que respecto a esta agresión, !a explosión de una bomba  de hidrógeno   no  significa   nada  porque  es   precisamente   si las bombas de este tipo no estallan, y si el hombre continúa viviendo sobre la tierra, que la Era Atómica y requiere siempre un largo y detenido entrenamiento.

Reclama cuidados y esmeros más delicados que en cualquier otro oficio auténtico.

Este pensar debe saber esperar, como el  campesino, que la simiente germine  y que la espigue madure. Por otra  parte, cada uno de nosotros, a su manera y dentro  de sus límites, puede seguir vías de  meditación  ¿Por  qué? Porque el hombre es el ser pensaste, es decir aquel llamado a meditar.

Por consiguiente, de ninguna manera es necesario que la meditación nos eleve a regiones superiores.

Es suficiente con que nos detengamos en lo que esta en nuestra cercanía y busquemos lo que nos es lo más próximo y cercano: lo que concierne a cada uno de nosotros, aquí y ahora. Aquí: en este rincón de la tierra natal. Ahora: en la hora que suena en el reloj del mundo.

Si concedemos que es nuestra intención hacer de la fiesta que hoy celebramos un tema de meditación, entonces debemos cuestionarnos: ¿Qué nos inspira esta conmemoración?

Advertimos inmediatamente que es  desde  la  tierra  natal que una obra de  arte  ha  brotado  y ha alcanzado  cumplimiento.

Si detenemos nuestra  atención  en  este  simple  acontecimiento nos viene a la memoria que en los siglos XVIII y XIX la tierra suaba fructificó con grandes poetas y grandes pensadores.

Avanzando aún un poco más con  la  mirada  habremos  de convenir que la región central de Alemania, al igual que Prusia Oriental, Silesia y Bohemia, ha sido una tierra  generosa  y fecunda.

Todo esto nos conduce a pensar y a preguntarnos si, para lograr el cumplimiento de una obra acabada, no es menester enraizarse en tierra propia, en un  suelo  natal.  Johann  Peter Hebel escribió: Nos agrade n no  admitirlo,  somos  como plantas, que, apoyándose en sus  propias  raíces, deben sugir de la tierra, para alcanzar florecer en  el eter y dar frutos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      [Obras, Ed. Altwegg, /III, 314].