De regreso a la capital desde mi natal patria chica, Moca, en el remolino del viento y con ello por las corrientes encontradas y las incertidumbres, debido a los grandes cambios que ha significado para el mundo, para nuestro país y nuestras vidas la Covid-19, me puse a escribir lo que pensaba y sin mayor revisión, esto fue lo que pude expresar y que deseo compartir con mis lectores, a quienes les agradezco sus siempre oportunos comentarios, más cuando recibo críticas con grandes niveles de crudeza.
Aunque la reflexión escrita no es la del poeta, sino del librepensador, quizás me apunte entre estos al menos antes de mi último suspiro, quisiera escuchar las críticas de los poetas, los consagrados como José Mármol, Tony Raful, José Rafael Lantigua, Mateo Morrison y Jennette Miller, como la de los vanguardistas.
Hoy me veo, entre el silencio que calla y lo que calla el silencio;
Entre la obscuridad que guarda la claridad obscura, entre la soledad que oculta multitudes y entre multitudes confundidas;
Entre los que escriben la historia y los que la hacen, entre los que la
viven y la desdibujan;
Entre los que cierran las puertas abiertas y abren las puertas cerradas, entre los creen que somos ahora y para siempre;
Entre los que amamos y nos dejamos amar; entre los que esperamos y vivimos en la esperanza;
Entre el mundo que se aterra y el que supera el pánico;
Me veo en el mundo tan esperanzado como viendo la esperanza de un mundo tan alegre como el que se corona con un virus superado;
Me veo entre la certeza de lo incierto; entre el vilo y la somnolencia; entre lo más lejano y la cercanía de la vida y de la muerte; entre el jolgorio y el mutismo.
Me veo entre el país que tenemos y el que queremos y nos debemos merecer algún día;
Hoy me encuentro entre el Cristo vivo, que para darnos vida para siempre se hizo como nosotros y murió en la cruz y el Cristo de la vida, que resucitó de entre los muertos.