El mundo está siendo convulsionado por la amenaza del coronavirus y todo parece indicar que esta crisis demorará un tiempo aún no previsible y que sus consecuencias sobre la salud de las personas y de las economías serán devastadoras. Aunque nada es definitivo aún sobre el virus y las informaciones varían de un momento al otro, algo que parece estar claro es que la única forma de luchar contra su inusitada propagación es el aislamiento social.

Italia, segundo país más afectado luego de China, experimentó las terribles consecuencias de que no toda la población entendiera la gravedad del asunto y la necesidad de aislarse, y en una primera fase luego de cerrarse escuelas y universidades muchos continuaron haciendo desplazamientos innecesarios y otros casi tomaron como vacaciones la clausura lo que aceleró la propagación del covid19 que a la fecha ha contagiado a 28,710 personas cuyas pruebas han dado positivo y ocasionado 3,000 muertes.

La dimensión de esta crisis es extraordinaria y la duración de sus efectos es aún desconocida, aunque incluso aquellos líderes mundiales que habían estado más incrédulos han debido admitir que es cuestión de meses. Por eso debemos aprender de las experiencias de otros países impactados primero que nosotros para adoptar las que han demostrado ser más exitosas.

El discurso que finalmente dirigió a la Nación el presidente Danilo Medina si bien sirvió para trazar las medidas que se esperaban desde hace días como la aprobación de los protocolos para que laboratorios privados puedan hacer las pruebas diagnósticas y el cierre de las fronteras aéreas, marítimas y terrestres, dejó muchas inquietudes y da espacio a múltiples interpretaciones y conjeturas que deben ir siendo aclaradas a la mayor brevedad.

De igual forma es preciso que se tomen medidas que realmente alivien los efectos de la recesión económica para la mayoría de las empresas y los trabajadores informales como se ha hecho en muchos países.  Aplazar el pago de las obligaciones tributarias no resuelve la situación para quienes ante la merma de sus ingresos simplemente no tendrán como hacer frente a sus obligaciones fiscales, laborales y sus propias necesidades.  Si bien es cierto que nuestro caso no es el de Francia y otros países que han podido disponer de importantes ayudas a la población y las empresas, hay medidas que pueden y deben ser tomadas.

La primera de ellas es que asumiendo una actitud responsable cónsona con la situación de “guerra sanitaria” mundial, las autoridades y el liderazgo político entiendan que la proclama dictada ayer por la Junta Central Electoral para iniciar la campaña presidencial y congresual debe ser vista desde la perspectiva actual.  Todos los candidatos y partidos deben comprometerse no solo a descontinuar y limitar sus actividades presenciales sino a reducir significativamente sus gastos.  Sería totalmente obsceno que en medio de esta crisis y en un país con tantas necesidades se derrochen los miles de millones que implican los topes de gastos de campaña previstos en la ley.

Como si no hubiera conciencia de la gravedad de la situación, cada día los medios de prensa escritos están copados de publicidades de los partidos y candidatos, aunque debemos felicitar el paso correcto que dio el Ayuntamiento del Distrito Nacional de publicar información relevante sobre el virus y su prevención.  Si todos los partidos asumen el compromiso de limitar los gastos, la publicidad y las actividades, como lo que es igual no es ventaja, nadie será afectado y todos seremos beneficiados.

Esta lucha contra un enemigo invisible que atravesó nuestras puertas y ha sacudido nuestras vidas requiere no solo de una perspectiva sanitaria sino de ética y compromiso humano y ciudadano. Protegernos nosotros mismos y a los terceros es clave, por eso las próximas elecciones deben ser el espacio para que los votos no se conquisten ni a besos, ni a abrazos ni a “papeletazos”, sino con señales claras de que se cuenta con las condiciones indispensables para liderar la Nación en momentos de crisis.