“The Spanish Revolution” es el nombre más internacional con el que se ha conocido al movimiento 15M español que exige una revisión profunda de una “democracia” que se antoja viciada y caducada en todo el mundo. Sus miembros ven a los partidos políticos como arcaicas estructuras verticales que hacen muy difícil la participación real de “el pueblo” y traza una brecha enorme entre el ciudadano de a pie y aquellos que supuestamente lo representan.

También critica la especulación sin control que practican habitualmente las grandes entidades financieras y que ha sumido a España y al resto del mundo en una crisis descomunal en la que los más afectados son siempre los que menos tienen y de la que no se vislumbra una solución a corto plazo.

He tenido la suerte de ver de cerca el movimiento porque actualmente estoy viviendo en Madrid y podría de manera superficial analizar algunas similitudes que este movimiento tiene con algunos de los movimientos sociales que han surgido en República Dominicana en los últimos años. Pero voy a comenzar por las diferencias.  Lo primero es que este es un movimiento de izquierdas, y aunque lo hace agónicamente, en España existe todavía la izquierda y el centro izquierda y la derecha. La cultura política de este país está tan arraigada que se peleó una guerra civil para defender dos formas de entender una sociedad.

En República Dominicana, los partidos se intercambian los candidatos como si fueran equipos de pelota. La política se ha vuelto un juego de estrategias y los valores que se defendían en la revolución del 63 han quedado en el pasado; En España la crisis ha afectado directamente a gran parte de la clase media obligándolos de cuajo a tener que prescindir de la mitad de sus sueldos y en muchos casos de sus trabajos.

Ese tipo de realidad espabila hasta el más indiferente sino fuera porque en República Dominicana esta es la realidad de la mayoría de las personas y lo ha sido durante siglos y siglos hasta el punto de haber hecho de la sobrevivencia un estilo de vida. En la “spanish revolution”los que protestan son los dolientes.

Y de esta última diferencia se desprende nuestra principal ventaja. Porque los que nos estamos levantando en República Dominicana, bien podríamos mirar a un lado cada vez que se comete una injusticia o que los gobiernos y los legisladores abusan de su poder para asentarse en él o para su beneficio personal. Después de todo tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, no por el Estado, pero están cubiertas.

En vez de hacer eso, hay una generación de dominicanos que está creciendo en medio de un renacer de consciencia colectiva en donde, para contrarrestar el individualismo y egoísmo voraz que ha imperado en las últimas décadas, se pregona educación para los más necesitados, y parques naturales libres de industrias cancerígenas.

Es cierto que es todavía una minoría, pero es una minoría que se ha movido para lograr un giro en la opinión pública sobre temas necesarios. Una minoría que cada vez que reúne ocho mil o veinte mil personas en una plaza sin necesidad de repartir funditas ni comprar autobuses llenos de gente, demuestra que es una minoría en ascenso que tiene que ser escuchada. Los hijos de la revolución dominicana navegamos en las redes sociales y encontramos el nexo de la inconformidad porque sabemos que existen formas de vivir mejor.

En los días del 15M paseando por la Plaza del Sol de Madrid podías notar un ambiente de cambio. Se había instaurado una ciudad horizontal en miniatura. Los acampados recibían donaciones de gente común, tenían enfermerías, equipos de seguridad, talleres de arte, comisiones de todo tipo, foros sociales.

Durante dos semanas, si pasabas por ahí en horas de la tarde podías encontrarte a miles de personas sentadas organizadamente asistiendo a una asamblea donde se debatía la separación de poderes del estado y se permitía mediante un ejemplar ejercicio de vocería la participación de todo el mundo, a favor o en contra.

Para disentir el enorme grupo agitaba sus manos hacia el cielo. No hacía falta gritar, se consensuaba o se disentía con códigos gestuales que todos podían entender. Yo no soy consciente de hasta donde llegaran los brazos de este movimiento, ni de si serán capaces de derrumbar la estructura vertical que critican para dejar que su voz surta cambios.

Propuestas hay muchas. De lo que sí soy consciente es que este movimiento tocó una fibra en el mundo occidental y por primera vez en mucho tiempo empezó a ser portada de periódicos nacionales e internacionales de todas las ideologías y eso es un ejemplo que solo tiene repercusiones positivas.

El caso es que al ver a los manifestantes en Sol no podía evitar acordarme del día en el que se celebró Música por los Haitises, en donde un pequeño ejército de 12 personas y cientos de voluntarios había organizado un evento en el que las familias salieron de sus casas pintados de verde, financiando el evento comprando camisetas y pines, en paz. O del Lunes Amarillo y Voces Amarillas donde bajo la lluvia miles de dominicanos resistían para exigir un cambio en la política educativa del Estado, para escuchar más el mensaje de los músicos que subían a tarima, para indignarse en paz.

La forma en la que se gestaron ambos movimientos no dista mucho de la forma en la que se ha gestado el 15M porque son ante todos movimientos de ciudadanos comunes que buscan con su compromiso un cambio necesario y que no va a venir de la mano de un mesías o un presidente iluminado sino que va a venir de esa nueva consciencia social en la que un grupo de gente común logra convencer a la masa de que es posible defenderse del abuso y de la injusticia y lograr que se cumplan nuestros derechos.

Leí hace poco un artículo en un periódico dominicano que pregonaba que en España sí era posible pero en República Dominicana no, y pintaba los casos dominicanos como ejemplos de desorganización y violencia. Esta claro que la persona que escribió eso lo hace desde su burbuja, posiblemente una que está muy cerca del gobierno.

La realidad es que los días de vivir en una burbuja están terminando y nuestro país se está levantando, lenta y organizadamente hacia un cambio que nos puede llegar de golpe, porque es mi creencia, habiendo vivido los dos casos de cerca, de que en España sí y en Rep. Dominicana también.