Si nos ponemos a leer sobre el cambio climático y la Reunión de las Partes COP 26 podemos abrumarnos y soltar el tema por lo complicado que puede resultar. Y en verdad lo es, es muy complicado. Tiene involucrado cadenas de producción y suministros de materias primas y recursos para la producción de bienes y servicios que cuentan con un sistema ya establecido durante un largo tiempo y que se hará muy difícil modificar. Y por esto es que cuesta tanto, se habla y habla de disminuir las emisiones de CO₂ con el fin de establecer límites al aumento de la temperatura de la atmósfera hasta los 1.5°C hasta el año 2030, sin que tengamos muchas esperanzas de lograr esa meta. Por eso es que se ha dicho que en la Cumbre todo es puro “bla, bla, bla”

Y es que es una realidad. Todos los que nos encontramos en la promoción del desarrollo sostenible hemos visto, estamos viendo, cómo se mantienen y están fuertemente arraigadas las viejas formas de intervenir la naturaleza para llevar a cabo los procesos productivos. Como siempre se ha hecho así, es difícil entender por qué se debe cambiar, o por qué de repente como lo hacíamos antes ahora hace daño y ya no se puede hacer igual. Pero hay que hacerlo, hay que hacer el CAMBIO, en esto también.

Y es que no somos solamente nosotros con nuestras vaquitas y nuestro sembradío de cacao. Son miles de industrias productivas que mediante la explotación y degradación de bosques, ríos, y montañas están desmontando los recursos naturales de todas las zonas tropicales, las más ricas y biodiversas del mundo, para extraer sus riquezas, minerales, para las producciones agrícolas, alimenticias o de ocio, que se llevan a cabo de manera insostenible y consumista con la forma de usar y tirar. Una cuestión de enfoque y visión subjetiva el hecho de asumir como bueno y válido el proceso de degradación de la naturaleza para el usar y tirar, pero cuyas consecuencias, con el cambio climático y sus efectos en toda la geografía del planeta, no admite cuestionamiento alguno.

Pero si vemos lo que está ocurriendo en la COP 26, concentrados en el problema de la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, la extracción y quema de combustibles fósiles o sus opciones para la producción de energía, la regulación de los mercados de carbono, o lo que es lo mismo que decir seguir produciendo GEI con la posibilidad de que los bosques en otros países lo “absorban”, parecen discusiones que reflejan las dificultades de enfrentar el problema de base: las formas de producción de energía en base a los recursos del planeta están llegando a su fin.

Otro problema que afronta y enfrenta la COP es el del financiamiento a los países más vulnerables, los cuales no son los que provocan el problema, pero son los que en mayor medida sufren las consecuencias. Entre esos países el nuestro, con su categoría de país insular, cuyo aporte a la contaminación por GEI es del 0,06%, una cantidad insignificante, pero que centra el problema donde no debe ser. Más que nuestras emisiones, debemos cuidar nuestra resiliencia, la capacidad de mitigar los daños que el fenómeno pueda causarnos, y las formas en que podamos, y debemos adaptarnos a la nueva situación, que de seguro no cambiará con los plazos a las disminuciones del 1.5°C hasta el año 2030.

Los efectos del cambio climático en nuestro territorio se están viendo en la erosión de las zonas costeras que albergan la actividad turística, ahí tenemos el caso de la invasión de sargazos en las playas de la costa este. Tenemos la frecuencia en la ocurrencia de huracanes, la sequía o las inundaciones que afectan los sembradíos y las cosechas. Está bien que solicitemos financiación, si la dan, para afrontar las situaciones de crisis. Pero qué estamos haciendo en nuestro país con nuestros sistemas productivos para no contribuir o disminuir los daños a la naturaleza que provocan el cambio climático? Estamos haciendo NADA. Es todo lo contrario, estamos contribuyendo a provocar los daños. Y lo hacemos deforestando nuestros bosques para producir aguacates que nosotros no nos vamos a comer, cacao que tampoco consumiremos, la ganadería es otra actividad que se está cobrando la vida de los bosques y la biodiversidad. Y lo peor de todo, nuestra población no está enterada del fenómeno, y a quien se lo mencionas ni caso te hace, considerándolo como algo lejano o no relacionado. Especialmente la juventud.

Es por esto que los llamamientos a otros para actuar por los riesgos que nosotros corremos considero que es la forma equivocada. Nosotros somos los que debemos preocuparnos por las consecuencias que el cambio climático pueda causarnos. Y debemos hacerlo con inteligencia y conocimiento. El que ya se está difundiendo sobre la ayuda que nos proporciona el suelo en la captación de los excesos de CO₂ que emitimos a la atmosfera, o que impedimos que se absorba cada vez que cortamos los PALOS por cualquier “quítame esta paja”.

Prácticas como el procesamiento de los residuos orgánicos para aportarlos a los suelos, promover la agricultura como lo hace la señora Ramona Ureña, ganadora del segundo lugar en el concurso del BHD “Mujeres que cambian el mundo” conservando la biodiversidad de los campos que le aportan protección a sus cultivos y aumentan su productividad. Es así como debemos producir. Si queremos conocer más sobre la propuesta de enriquecimiento al suelo podemos buscar todo lo que promueven los amigos del grupo Kiss the ground, una muy buena iniciativa que debemos conocer y asumir. Disminuir todo lo más que se pueda el desmonte de la vegetación, es lo más importante para la disminución de las concentraciones de GEI en la atmosfera.

Y sobre todo tomar en serio la ausencia de la educación ambiental en las escuelas y colegios, que el Ministerio de educación asuma su responsabilidad en este campo y empiece a llevar la educación ambiental a los maestros para que ellos la lleven a las escuelas. Para hacer estas cosas no tenemos que tomar financiamientos de Alemania o de cualquier otro país. Sólo se necesita abandonar la inercia que nos tiene detenidos en las viejas formas, pero que ya es hora de entender y atender que para contrarrestar el cambio climático también debemos hacer este CAMBIO. Forma parte del proceso, y debemos asumirlo, o nos obligarán las consecuencias.