Dicen que si alguna vez caes en arena movediza, lo recomendable para no morir de asfixia es no desesperarte, quedarte quietecito y ni siquiera gritar, hasta que aparezca alguien que se acuerde de ti y venga a salvarte. Porque mientras más te muevas, más te hundes; y mientras más grites, más rápido perderás el juicio y tus energías. (Tengo la impresión de que Vinchito, a pesar de conocer tantos pantanos en la vida, no aprendió a manejarse en sus arenas movedizas. De ahí que, desesperado, haya jalado para lo hondo a un jorocón llamado Pedro Pablo Permuy).