Dicen que Dios no bota la cuerda tan grande que cogió con Francisco Javier García, cuando éste dijo: “El éxito que el PLD alcanza en las elecciones se debe a que antes de comenzar una campaña electoral se lo pido a Dios”. La gran molestia de Dios (“¡Tráiganme a ese bergante!… ¡Que a mi no me confunda!”, se le oye gritar, desaforado, en el cielo) es que, con lo dicho, ese potentado lo hace cómplice del uso abusivo de los recursos del Estado y del dinero de la corrupción en la compra de votos. (Todo indica que Francisco Javier en realidad se encomienda a otro dios: Mammón).