Sin lugar a dudas nuestra historia republicana ha estado marcada por un eterno debate entre los efectos perversos de una reelección indefinida y los intereses particulares de gobernantes que queriendo preservar el poder, han querido justificar todos los métodos para poder reelegirse.
De 38 reformas constitucionales que hemos hecho casi todas han sido para tratar el tema de la posibilidad o no de reelegirse, y no han bastado y no bastarán nunca para solucionar este debate, porque el problema principal no radica en lo que se establezca en la Constitución, sino en que seamos capaces de exigir respeto a lo establecido y de garantizar su permanencia.
Luego de afirmar vehementemente que no buscaría una re postulación, a apenas 5 años de la reforma constitucional efectuada por su mismo partido, y prácticamente por los mismos congresistas, el presidente Danilo Medina está haciendo “lo que siempre se ha hecho” a pesar de que su lema de campaña fue por el contrario “hacer lo que nunca se ha hecho”.
Hoy como ayer, abundan los funcionarios, personas y juristas para argumentar todo tipo de tesis en aras de justificar su proyecto de modificación constitucional, unas objetivas porque están respaldadas por la razón y otras totalmente subjetivas que buscan, como históricamente se ha hecho, convencer a una sociedad enceguecida por los intereses particulares y la ignorancia, de que el único camino posible es la modificación constitucional para permitir la reelección, porque de lo contrario será el caos, y que es preferible todo, así sea que entre el mar como invocaron los Horacistas, a dejar que venga el “cuco”.
Ese “cuco” que atemorizó a todos los niños bajo la amenaza de que vendría a hacernos daño, que ha sido manejado muy hábilmente por el partido oficial para satanizar la oposición y generar la percepción de que solo bajo sus riendas el país puede desarrollarse, ahora resulta que está dentro del mismo partido, y que muchos que ayer apoyaron una reforma constitucional en el 2010 para establecer la posibilidad de reelección indefinida con alternancias, lo que significó un retroceso de una única posibilidad de reelección votada en el 2002, la cual a su vez había sido un retroceso de la no reelección del 1994; ahora quieren persuadirnos de que es indispensable modificar una vez más la Constitución para establecer lo mismo que modificamos en el 2010 para satisfacer los apetitos del entonces presidente Leonel Fernández; con una consecuencia aún más negativa, de que si algún pasado presidente se re postulara tendría vocación a tener dos períodos consecutivos de mandato.
Es lamentable que el país esté sometido nuevamente al trauma de una reforma de su Carta Magna, que mantiene ocupados a todos sus Ministros, que implicará un gran desperdicio de recursos públicos y compromisos indeseables con congresistas, partidos políticos y líderes, con tal de obtener los votos y apoyos necesarios para reelegir a un presidente bajo el argumento de unos altos porcentajes de aceptación popular; que mañana valdrán tan poco como un periódico de ayer.
El verdadero “cuco” al que debemos temer es al desgaste total de nuestra débil institucionalidad, de la poca confianza en la palabra de los políticos y de la frágil esperanza de que algún día realmente en este país se haga lo que se tiene que hacer; porque si esto sucediere, entonces, peligraría todo.