República Dominicana hoy es una potencia regional y mundial en materia de turismo. Esto por varias razones, entre ellas el enorme potencial y la extraordinaria belleza de sus playas, además de ese carisma que brota del dominicano, como un pueblo de gente alegre, con salero, optimista y propagadora de esa alegría sin precedentes en el mundo.
Además de eso, desde la esfera oficial hay un trabajo de desarrollo y fortalecimiento del turismo, un trabajo de protección al inversor privado nacional y extranjero, una logística de apoyo al inversor que viene con sus recursos y sus planes y extiende los beneficios de sus inversiones a áreas donde hay un beneficio transversal en el campo de la construcción y de la agropecuaria, pues los grandes hoteles adquieren artículos de producción nacional.
El turismo en República Dominicana es un paradigma ya demostrado con cifras que está demás repetir aquí.
No es cierto que la paz de este país esté amenazada y peligren la estabilidad social, política y económica del país.
Aquí no ocurren atentados terroristas en escuelas, parques públicos, mezquitas, iglesias y centros nocturnos. Con su secuela de muertes fatales.
Aquí no tenemos pandillas internacionales controlando el comercio en regiones y latitudes untadas de terror.
En República Dominicana no existe una cadena de mando del narcotráfico donde maten todos los días jefes de policías de estados como México, por citar un caso.
La paz en República Dominicana es un hecho cierto, si bien existe una delincuencia constituida por el vandalismo y crímenes y delitos normales en toda sociedad.
De manera que como único hecho demostrable, en República Dominicana el turismo es garantizado por una saludable paz social que por supuesto, cada día debemos fortalecer y preservar.