Estamos llegando al año en el cual, por razones de la pandemia por el coronavirus, nos vimos precisados a cerrar los planteles escolares ante el riesgo de la expansión del virus y, con ello, el aumento del contagio y sus secuelas. Recordemos que, a mediados de marzo del año pasado, viernes 13 de marzo, se tomó la decisión de “cerrar momentáneamente las escuelas”, como una medida preventiva. Se llegó hasta pensar que la medida no llegaría a más de una semana y como todos sabemos, se terminó el año escolar 2019-2020, e iniciamos el siguiente año escolar 2020-2021, y a algo más de 6 meses de iniciado, aún estamos ante la incertidumbre de la apertura de los espacios escolares.
La pandemia por el coronavirus nos ha dejado una gran lección: ¡qué frágil es la vida! A cerca ya de tres millones de personas en todo el mundo, el virus les ha cobrado la vida. A muchísimas otras las ha impactado de manera inesperada, tanto en su salud física como mental, y todavía meses después de haber salido negativo en una de las tantas pruebas que se realizan, las deja con secuelas de todo tipo, sobre todo de tipo respiratorio.
Yuval Noah Harari, el autor del best seller Sapiens: de animales a dioses -una obra interesante, por lo demás- ha realizado un balance interesante sobre la pandemia para el Financial Times y que se ha publicado en la página web: www.infobae.com. Según Harari: “A un año de la crisis del coronavirus, dado que hoy existen “el conocimiento y las herramientas necesarias para prevenir que un nuevo patógeno se disperse y cree una pandemia”, si se siguen perdiendo vidas y destruyendo economías, o si el SARS-CoV-2 se convierte en el comienzo de una ola de nuevas epidemias, sería solo una muestra del despeñadero político. Según él, a pesar de que la ciencia ha logrado en un tiempo récord aislar al virus, además de lograr secuenciar su genoma, permitiendo la producción de varias vacunas, las malas decisiones políticas, comenta el autor, han hecho colapsar varias economías y hasta el cierre de países.
Desde hace ya varias semanas acudimos como testigos, a través de los medios de comunicación nacional, de una campaña permanente por la apertura presencial o semipresencial de las escuelas. Varios sectores de la vida nacional se han sumado a la misma.
Si los intereses corporativos, de un lado u otro, frente al tema apertura o cierre de los planteles escolares, no se disponen a aprender de lo que incluso viene aconteciendo en otros países, estaríamos colocándonos ante una situación inesperada y no sabríamos decir de cuáles consecuencias.
Es cierto que el cierre o las limitaciones de las actividades económicas para cualquier país tiene grandes consecuencias; pero al mismo tiempo, la prolongación de la situación pandémica y el peligro de llegar a situaciones incontrolables no es nada halagüeño.
Quizás es el momento, por la naturaleza de la crisis que vivimos, cuyo origen es totalmente externo a la realidad nuestra, y donde sus consecuencias nos afectan a todos por igual, colocar los intereses nacionales por encima de todo, y buscar las soluciones “más oportunas” para beneficios de todos.
Conocemos cómo ha sido el desarrollo de la pandemia en el territorio nacional. Contamos con la información de los grupos de edades de la población por esos mismos territorios, además de saber cuáles de ellos son los más vulnerables ante el virus. Por otra parte, se tiene la información de los maestros respecto a sus edades y los padecimientos de salud que ellos tienen. Igualmente, los planteles escolares en su gran mayoría están geo-referenciados, y de fácil ubicación en el mapa de pobreza del país; se cuenta, además, con la información del estado físico de los mismos, sobre todo de sus condiciones de higiene y disposición de agua potable.
Con toda esa información se podría generar un índice de riesgos de infección de COVID, el cual permitiría diseñar un plan de “apertura gradual”, donde la “salud de maestros y estudiantes” y, por tanto, las familias, se privilegien.
La pandemia ha probado la gran utilidad que tienen las tecnologías de la información, sobre las cuales se puede muy bien estructurar una estrategia de seguimiento de cada plantel escolar, para la toma de decisión oportuna.
Evitemos males mayores, no nos dejemos “motivar” solo por nuestros propios intereses personales o corporativos. Sentémonos todos a pensar y aportar ideas. Frente a la COVID solo hay dominicanos y dominicanas.