El título de la tercera novela de Khaled Hosseini, “And the mountains echoed” (“Y las montañas hablaron”, en versión en español publicada por Salamandra) está derivado de un poema del escritor inglés William Blake. Como testimonio directo o como eco, es indudable que la geografía del lugar natal interpela a este autor nacido en Kabul, ciudad localizada en un valle rodeado de cordilleras. La familia de Hosseini salió de su país cuando él tenía once años y no regresó de manera completa nunca.  Él sí lo hizo, casi treinta años después, cuando estaba promocionando libros (“Cometas en el cielo” o “Mil soles espléndidos”, a las que me referí anteriormente) que había escrito recogiendo la dignidad, laboriosidad y capacidad de entrega de los habitantes de su país.

En esta entrega expande las nacionalidades del círculo de personas admirables que pasan por esa tierra y así se refiere con mucha sensibilidad y respeto a la labor de colaboradores del sistema de respuesta a la crisis vivida por Afganistán a principios del siglo XXI.  Aquí se hace evidente que él tiene la suficiente capacidad de reírse de sí mismo para incluir a dos personajes que, como él, pasaron su infancia en ese país y no lo visitaron hasta transcurrido mucho tiempo. Y si bien Hosseini retrata la búsqueda de sus dos alter egos como orientada hacia la recuperación de riquezas materiales, es evidente que la de él fue una búsqueda más bien emocional o hasta espiritual.

Acudió a promocionar su obra y se encontró con tanto material para inspirarse en su labor de escritor (“Kabul es un lugar con mil tragedias por kilómetro cuadrado”, dice en un momento uno de los personajes) que en este último libro, en lugar de presentar uno o dos personajes principales nos ofrece un relato compuesto donde se entretejen las trayectorias de una docena de personajes, cada uno de ellos con mucho peso propio. Y como si se tratara de una Aracne del oriente, este hombre formado académicamente en el área de la ciencia en los Estados Unidos produce un tapiz multicolor donde se combinan el amor filial, el remordimiento, la ambición, la generosidad y, más que nada, el perdón.

La circunstancia especial que le permite tal logro es, probablemente, haber sido capaz de ponerse en la piel y los pies de los demás. La piel de una mujer enamorada de un hombre que a su vez quiere a otra, los pies de un hombre que se hace consciente del daño que le ha hecho a su prójimo, la rivalidad y la complicidad de dos primos, todos dramas humanos que se superponen a la esfera política porque su objetivo era mostrar la humanidad y la atemporalidad de una región que su país de acogida solo empezó a conocer a raíz de los conflictos de principios de siglo XXI. El resultado es una novela de un singular valor literario (perceptible inclusive a través de la estupenda traducción de Patricia Antón de Vez y Rita da Costa), de una gran madurez emocional y de una profunda identificación con la región.  Si este documento es fruto de haber visto las consecuencias de los hechos de principio de siglo XXI, solo nos queda imaginar que la próxima obra de Hosseini, si está influenciada por los recientes acontecimientos, sea aún más iluminadora y trascendente.  Desde esta fuente seguirán brotando historias.