En estos días que Afganistán vuelve a las noticias es una tentación común pensar en la inestabilidad de este país asiático haciendo énfasis en su relación con los Estados Unidos y, sobre todo, en sus efectos en la valoración del presidente.  Los siete mil kilómetros de distancia entre las ciudades de Kabul y Washington pueden hacer perder la perspectiva.  Más productivo que revisar las informaciones sobre pormenores actuales es apoyarse en la lectura de un autor que conoce bien ambas realidades.

La lectura de Khaled Hosseini nos permite encuadrar el actual conflicto de una perspectiva más amplia, gracias a su acervo cultural personal, que es particularmente rico. Hijo de un diplomático y de una docente, tuvo acceso a una educación esmerada desde su infancia y, eventualmente, realizó estudios de medicina.  Sin embargo, la fuerza de las motivaciones de sus padres fue más poderosa que sus diplomas universitarios ya que, al mismo tiempo que realizaba estudios de medicina, escribió una novela: “Cometas en el cielo”, que gozó tal grado de popularidad que se adaptó como película.

Su propósito era volver accesible para muchos una visión compasiva del sufrimiento provocado por la guerra y los abusos de poder y ofrecer una visión donde los talibanes son únicamente el grupo que más recientemente está causando estragos. En conversaciones con respecto a la trama y en algunos pasajes mismos del libro, Hosseini expresa que los asesinatos, enfrentamientos y dificultades de convivencia entre uzbekos, tayikos y pastunes se han verificado allí desde hace muchos años, que no se trata de un conflicto aislado.

Paisaje que se usa en portada Mil soles espléndidos

“Mil soles espléndidos”, de su lado, tiene como centro el dolor y las vicisitudes que pueden sufrir las mujeres en Afganistán, tema que lo impactó cuando visitó su país natal después de muchos años de ausencia.  En esa visita, que realizó en viaje promocional de “Cometas en el cielo”, tuvo la oportunidad de escuchar las historias de muchas conciudadanas y quedó tan conmovido por sus palabras que se propuso rendir un homenaje colectivo a todas ellas, aunque el hilo conductor viniera expresado a través de las vidas de únicamente dos: Laila y Miriam.

En estas páginas se ven retratadas con más belleza que en el libro anterior la tristeza, la angustia, la violencia doméstica, el abuso emocional y hasta la lapidación. Aunque hay rencillas y celos entre mujeres, Hosseini no duda en hacer de los varones los principales antagonistas de la novela y denuncia con fuerza los excesos que cometen algunos de ellos.  La frase que pronuncia madre de Miriam, una de las protagonistas es lapidaria: “como la aguja de una brújula, que siempre busca el norte, los dedos acusadores de los hombres siempre terminan señalando a las mujeres”. En su pluma, él trata de revertir la situación recorriendo anécdotas donde, después de reticencias iniciales, las protagonistas se dan apoyo mutuo.

Imagen de la película Cometas en el cielo

Inició su trayectoria profesional queriendo sanar heridas físicas, pero al final se le ha dado mejor el transformar el sufrimiento en buena literatura. Fruto de las excelentes ventas de sus libros, desde hace un tiempo considera más eficiente y rentable continuar escribiendo, que es otra forma de curar, antes que atender enfermos.  En las entrañas de Kabul hay heridas, pero también personas interesadas en sanarlas.