El discurso de Danilo Medina ante la Asamblea Nacional el pasado 27 de febrero, dio pié a que se manifestara esa propensión de nosotros, los dominicanos, a la prisa a veces irrefrenada, para emitir juicios lapidarios sobre algunas cosas o acciones. Para muchos, ese discurso era el inicio indetenible de su marcha forzada hacia su repostulación, se centraron en el el tono de la pieza oratoria sin analizar si la misma se correspondía con una realidad política que desde hace mucho está en sostenido y profundo cambio. Después del referido discurso, el gobierno ha dado algunos traspiés, y acciones escandalosas, como el atropello a Miriam Gemán, que sumados a las 7 palabras de Semana Santa condenando el continuismo, enchivan más profundamente el carro de la reeleección.

La prepotencia política, abuso deurgencias poder, que es algo consustancial al peledeismo, acentúa la inveterada tendencia de los funcionarios de los gobiernos del PLD a ser intolerantes a las críticas, al irrespeto y descalificación del adversario o quienes osen criticar determinadas acciones del gobierno o del partido. La reacción del vocero del gobierno frente a las 7 palabras de la Iglesia Católica en la pasada Semana Santa, la amenaza del presidente del Senado a los jueces que fallaron contra la facción que dirige el PRD, las intervenciones de teléfonos autorizadas, los desmanes de Odebrecht en Punta Catalina, entre otros escándalos, son ejemplos que confirma el aserto, que enrarecen el clima político y dificultan la reelección.

Esta circunstancia se conjuga con algunos elementos de la nueva Ley Electoral que impiden la reelección presidencial con arrastre de todos los congresistas, como sucedió en el pasado proceso reeleccionista de Danilo y que facilitó la compra de muchos legisladores, así como el plazo fatal para la la inscripción de precandidaturas que vencerá en poco más de un meses. Poco tiempo para manejarse en un clima político y social altamente desfavorables, con un partido en condiciones de ingobernabilidad y en sostenido proceso deterioro institucional, una nueva Ley Electoral que obliga a los partidos a observar algunas reglas que impiden que sus jefes/facciones  administren los procesos a su buen grado.

Pero no es sólo el proyecto reelecionista de Danilo que está en problemas, también lo está el nuevo de Leonel. El repudio al reeleccionismo, justamente expresado por altos dignatarios de la Iglesia católica en la pasada Semana Santa, constituye una condena a todo tipo de continuismo y abusos de poder. La liturgia de las 7 palabras nunca habían sido tan contundente y apegadas al significado de esta palabra: acto público, servicio dirigido al público. Nunca tan coincidentes con el sentimiento contra la corrupción, impunidad, prepotencia (abuso de poder) que se ha generalizado en la sociedad dominicana. Esa semana, non santa para Danilo y en general para el PLD, ha contribuido enormemente a que el carro de la reelección y del continuismo se haya enchivado aún más en el lodazal creado por sus gobiernos. 

Mientras más pasa el tiempo, mayores muestras de traspiés da el equipo de gobierno, más pesado y peligro el silencio de su presidente sobre si buscará o no su repostulacción, sin que hasta el momento hayan signos lo suficientemente claros sobre la decisión que tomará. Danilo está en un círculo vicioso mientras más tiempo tome para decidirse, mayor será la posibilidad de comer errores ante asedio de que es objeto de la oposición política y social, más encarnizada la lucha interna de un partido que está al borde de la división total y definitiva, más difícil de recoser las heridas entre facciones que ha provocado la lucha por la nominacion presidencial y por tanto más profundas las contradicciones entre estas.

Lo esencial de esto, en la lucha entre las facciones peledeistas primero, y de cualquiera de estas contra el polo de fuerzas opositoras que electoralmente cuenta, es que el reeleccionismo, cualquiera sea su signo, está encontrando una serie de obstáculos, cuya dimensión sobrepasa las expectativas de sus iniciales promotores, dentro y fuera del ambiente peledeista. Igualmente, supera la dimensión de los obstáculos, que desde el inicio algunos planteábamos, que hacían en extremo difícil el éxito de una nueva aventura reeleccionista de Danilo, debido a dificultad que este tendría para lograr nuevamente una compra masiva de legisladores y de poder domesticar las huestes de Leonel y a este mismo. Sólo para citar dos casos.

Pero, cuidado!, el continuismo reeleccionista del PLD esta enchivado, no muerto. Ese partido tiene suficiente poder para pelear en cualquier escenario y, como fiera herida, es capaz de dar feroces zarpazos contra la oposición y la sociedad toda. Derrotar el continuismo es gran paso para adecentar este país, pero este paso sería sustancial, sólo sería realmente de cambio posible, si es un concierto de fuerzas sociales, políticas y productivas quienes la produzcan, con actores con legitimidad y con clara conciencia de que este país merece gobierno decente, pulcro y con voluntad de ser receptivo a los mejores reclamos de la población.