Ramón Báez Figueroa debe sentirse orgulloso de haber hecho el mejor negocio que banquero alguno haya siquiera soñado: ejecutar un fraude equivalente a más de US$ 2,400.000, 000 (dos mil cuatrocientos millones de dólares), el séptimo más grande de la historia mundial, a cambio de 5 añitos en Najayo Spa & Resort, cuatro lagrimitas al salir y, de ñapa, conservar intacta su fortuna personal. (Quizás, desde su celda en Butner, Carolina del Norte, su colega Bernard Madoff, condenado por igual delito a 150 años de verdadera cárcel, ya lo habrá felicitado, exclamando con pena: “¡Qué país!…¡Qué envidia!”).